Seis pueblos de Huelva que cautivan por su magia en la Sierra, el Condado y la Cuenca Minera
Además de los bellos conjuntos arquitectónicos de la ruta, el visitante podrá disfrutar de tradiciones y fiestas centenarias; de una red de senderos únicos en medio de parajes naturales privilegiados, además de una de exquisita gastronomía
El pueblo de Huelva que parece sacado de un cuento: tiene calles estrechas, naturaleza, rutas de senderismo y un encanto único
El pueblo de la Sierra de Huelva en el que cada rincón está lleno de magia: calles empedradas, casas blancas y mucha paz

José Manuel Brazo Mena
Otra ruta que resulta imprescindible en la provincia onubense es la de los seis municipios emplazados en la Sierra, el Condado y la Cuenca Minera, que comparten la distinción de Pueblos Mágicos de España, un título que se otorga a aquellos lugares que destacan por sus valores patrimoniales, tradiciones ancestrales y excelente gastronomía, y que se encuentran en medio de un entorno natural privilegiado.
Así, en plena la serranía de Aracena, el visitante podrá conocer y sentir la experiencia de un pueblo vivo y con encanto en Higuera de la Sierra. Además de su blanca arquitectura y calles escrupulosamente empedradas, el viajero encontrará en este bonito enclave a gente hospitalaria, con un proyecto común que compromete a todo el municipio, como es la centenaria Cabalgata de Reyes Magos, considerada como una de las más antiguas del país.
La cabalgata estática de Higuera
La esencia de esta fiesta reside en la participación de los propios vecinos tanto en la puesta en escena como en la confección de las carrozas, que incluyen personajes bíblicos acompañados de animales, que permanecen inmóviles durante las tres horas del desfile, conformando conjuntos escultóricos de gran belleza y singularidad. Tanto ha sido su alcance, que se catalogó como Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

Además de esta tradición secular, viva desde 1918, el viajero podrá conocer en Higuera de la Sierra un interesante caserío, declarado Conjunto Histórico Artístico, en el que destacan las fuentes-lavaderos; las ermitas renacentistas del Cristo y San Antonio, y la majestuosa iglesia de San Sebastián, de 1746, que alberga lienzos del higuereño Alonso Miguel de Tovar, discípulo de Murillo. A estas construcciones se une la singular plaza de toros, construida en 1.888.
Uno de los alicientes del pueblo es el senderismo, destacando el popular camino de Las Tobas, de 2 kilómetros, que se encuentra en la antigua carretera de la Estación de la Junta, y que lleva hasta un resalte rocoso con cuevas y oquedades caprichosas; la calleja de La Umbría, que conduce a la aldea del mismo nombre, o el sugerente ascenso a la Sierra de Santa Bárbara(842 m), por los espectaculares paisajes que se divisan desde la cima, entre otros.
Puerto Moral, una feria de ganado centenaria
Otro de los núcleos serranos de la ruta es Puerto Moral, un pequeño municipio con apenas 300 habitantes donde el visitante puede contemplar viviendas e inmuebles de estructuras populares; una fuente-abrevadero, en la entrada del pueblo, y restos de molinos en la rivera próxima al lugar, donde se ha creado el área de recreo de La Madrona. En este bonito paraje se monta cada año uno de los belenes vivientes más visitados de la provincia.
No obstante, en la pequeña localidad, se conservan reliquias arquitectónicas como la iglesia de San Pedro y San Pablo, una auténtica joya de la transición del gótico al renacimiento, declarada Bien de Interés Cultural, y la ermita de San Salvador, en ruinas, junto a un caserío del mismo nombre, a dos kilómetros del casco urbano. Ambas construcciones, de repoblación, fueron edificadas por leoneses, que en el siglo XIII se asentaron en la sierra.
Entre las tradiciones ancestrales panzurracas, que es el gentilicio del lugar, destaca la feria de ganado de silla y tiro (1893), de arraigada tradición en la zona, que se celebra en el barrio del Rodeo cada primer domingo de abril. El municipio alberga también otros puntos de interés como el jardín botánico «Los Nogales», el cercano embalse de Aracena y las cascadas de los molinos y el descansadero hacia los que se dirigen habitualmente los senderistas.
Cortegana, entre el hechizo y la magia de las Medievales
En Cortegana, destaca el Castillo del siglo XIII, uno de los edificios más emblemáticos y atractivos de la localidad, no sólo por el destacado papel que desarrolló como bastión defensivo en la llamada «banda gallega» del alfoz de Sevilla, contra los ataques portugueses, sino también por el buen estado del baluarte, que permite la celebración de actos culturales, como el de las Jornadas Medievales, las más antiguas y reconocidas del territorio andaluz.

En la visita al recinto fortificado no se puede dejar de ver la ermita de Ntra. Sra. De la Piedad, conocida también como Santa María del Castillo, construcción de origen medieval, de cuya época apenas se conservan elementos, habiendo sufrido varias reformas en los dos últimos siglos. En la actualidad, en los aledaños del fortín existe un área ajardinada, desde donde se puede apreciar la estructura del pueblo casi a vista de pájaro.
Ocupa un lugar destacado la arquitectura popular que dispone de un rico patrimonio, y las construcciones cultas de finales del XIX y principios del XX. Entre los edificios representativos de la época, destacan una casa palacio de cinco plantas con dos fachadas de estilo clásico y árabe, y como ejemplo de la arquitectura-modernista regionalista se encuentran los dos casinos, situados las plazas de la Constitución y Divino Salvador.
Uno de los lugares más emblemáticos del municipio es el nacimiento del río Chanza, localizado en una fuente situada en uno de los barrios más antiguos de la localidad. Esta surgencia es el punto de partida de una ruta, que discurre en tramos paralela al curso fluvial del Chanza, principal afluente del Guadiana en Huelva .Otros senderos, como el de la Molienda, muestra al viajero la importancia de los molinos harineros construidos en el s. XV.
En cuanto a su gastronomía, Cortegana ofrece un amplio abanico de productos típicos, siendo cuna del jamón ibérico de bellota, no podían faltar los derivados del cerdo ibérico, sus carnes y sus chacinas (morcillas de sangre y salchichón de aguardiente). Son apreciados también sus quesos de cabra y quesadas frescas, destacando en el ámbito de la repostería dulces como los piñonates, pestiños y tortas de chicharrón, entre otros.
Cumbres Mayores, en las lindes entre Andalucía y Extremadura
En el camino hacia Cumbres Mayores el viajero intuye el final de una tierra y el comienzo de otra. La frontera está marcada por un enorme escalón orográfico, donde la serranía de Huelva se asoma a las grises ondulaciones de los montes extremeños. Justo en estas lindes se encuentra Cumbres Mayores o Cumbres Altas, lugar de viejas tradiciones y excelentes productos de cerdo, que compiten en fama y calidad con los de Jabugo y Cortegana.
Algunas calles, conducen al excursionista, a través de empinadas cuestas, a los pies de una fortificación, ubicada en lo más alto. Allí, un muro almenado va formando con sus ocho lados un impresionante castillo que fue mandado a construir por Sancho IV el Bravo, en el año 1243, con la idea de defender sus fronteras de los ataques de los portugueses. La fortaleza fue declarada Monumento Nacional en 1895.
Junto al castillo, sobresale la iglesia de San Miguel Arcángel (s.XV), mientras que en las proximidades del paseo, el visitante encontrará un pórtico de piedra, de estilo gótico ojival, que daba entrada al convento de las Franciscanas Clarisas, del que sólo queda el citado arco, que ha dado nombre a la calle de «La portá». Destacan además, las ermitas de la Virgen de la Esperanza (XIV), y la del Amparo(XV), en bellos parajes situados en las afueras de la población.
Durante las fiestas del Corpus, los mozos corren por las calles del casco antiguo vaquillas al estilo navarro, bajando entre las empalizadas de madera montadas para la ocasión, para las capeas. Además en la festividad actúan dos grupos de danzantes de orígenes medievales, los del Santísimo Sacramento y los de la Virgen de la Esperanza, los cuales, ataviados con indumentaria tradicional, bailan diferentes mudanzas al son de las tonás.
Palos de la Frontera, epicentro de la hazaña colombina
Reconocido como la «Cuna del Descubrimiento de América», la localidad de Palos de la Frontera, cuenta con un acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad: desde su modesto puerto, el 3 de agosto de 1492, partió Cristóbal Colón al mando de las carabelas Niña, Pinta y Santa María, acompañado por atrevidos marineros entre los que destacaban los hermanos Pinzón, naturales de la comarca.
Este municipio, bañado por el río Tinto y rodeado de parajes naturales, no solo conserva el recuerdo de esta hazaña colombina, sino que lo mantiene vivo a través de un rico patrimonio histórico, cultural y artístico. Entre sus joyas más emblemáticas se encuentran el Monasterio de La Rábida, lugar clave en la preparación del viaje de Colón, y el Muelle de las Carabelas, donde se conservan réplicas a escala real de las embarcaciones que surcaron el Atlántico.

Dentro del casco urbano de Palos, son de obligada visita la iglesia de San Jorge Mártir (siglo XIV), ante cuyas puertas se dio lectura de la Real Pragmática que ordenaba reclutar hombres y armar las naves para el viaje, así como la conocida Puerta de los Novios, situada en la parte posterior del templo, por donde salieron los marineros para embarcarse en la aventura del descubrimiento, la madrugada del 3 de agosto, cuando partieron los navegantes.
El visitante puede recorrer sus rutas monumentales, conocer los espacios dedicados a los protagonistas del descubrimiento (La Fontanilla, la ensenada de Palos, o la casa de los Pinzón) disfrutar de su gastronomía local o participar en sus fiestas tradicionales. Palos de la Frontera invita a ser explorado con todos los sentidos, ofreciendo una experiencia cultural única que honra su legado como punto de partida de uno de los viajes más trascendentales de la historia.
Minas de Riotinto, un paraje de otro mundo
El último municipio de la ruta, que acaba de incorporarse a la Asociación de Pueblos Mágicos de España, es Minas de Riotinto. El paisaje de este enclave minero con más de 5000 años de antigüedad ha sido descrito como «de otro mundo, con tonos rojizos, y con una rica historia minera que lo convierten en uno de los pueblos más singulares de la geografía española», además de estar considerado como el «primer destino turístico industrial» del país.
Para conocer la historia de la minería y metalurgia de Riotinto, hay que hacer escala en el museo «Ernest Lluch», que ocupa el antiguo hospital de la compañía británica la Río Tinto Company Limited. Este museo conserva y comparte el valioso patrimonio minero de la región, recreándose en sus salas una galería y una antigua estación del ferrocarril. Aquí el visitante puede viajar en el tiempo y entender cómo la minería transformó la vida en la zona.

Otra de las experiencias turísticas es la visita a una galería de más de 200 metros en la mina Peña del Hierro, en cuyo recorrido los visitantes pueden sentir la emoción de la minería de interior y asomarse al mirador de la explotación a cielo abierto sobre el nacimiento del río Tinto para descubrir sus secretos y la paleta multicolor de un subsuelo rico en minerales, un auténtico arco iris bajo tierra. La vista aquí es simplemente mágica.
No obstante, para entender la presencia británica de más de un siglo en Minas de Riotinto, hay que recorrer el barrio inglés de Bellavista, una auténtica colonia donde los directivos de la «Rio Tinto Company Limited», aislados de los trabajadores locales, mantuvieron sus costumbres y privilegios. La casa número 21, construida en 1885, con sus muebles y enseres, traslada al visitante al estilo de vida anglosajón de finales del siglo XIX y principios del XX.
Sin embargo, una de las experiencias más demandadas del Parque es el viaje en el tren minero con locomotoras y vagones originales restaurados, que realizan un recorrido por una parte del antiguo trazado ferroviario. En un trayecto de 22 kilómetros (ida y vuelta), se puede disfrutar de paisajes impactantes como el polo industrial de la comarca y diversos parajes naturales, siempre acompañando el curso rojizo del río Tinto y su ecosistema único.
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