El pueblo de Huelva en la sierra con puertas recercadas, senderos literarios y espectaculares saltos de agua
El municipio serrano posee uno de los caseríos que mejor se conservan en la comarca, lo que le hizo merecer el reconocimiento de conjunto histórico artístico, además de constituir por su situación uno de los lugares favoritos para el senderismo y la escalada libre
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José Manuel Brazo Mena
Huelva
En la ruta por el valle de Alájar, la carretera HU-8105 serpea entre dehesas dejando a ambos lados del camino diversos núcleos de alojamientos rurales situados en antiguos caseríos reformados, y conduce al viajero hasta la aldea de la Presa, para llegar, tras un recorrido de poco más de un kilómetro, al núcleo principal de Santa Ana la Real, a los pies del Cerro Castillejo, donde la vida rural discurre al margen del ajetreo y de las prisas.
Santa Ana además posee uno de los caseríos tradicionales que mejor se conservan dentro del parque de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, habiendo sido declarado Conjunto Histórico – Artístico, tanto por la fisonomía popular de sus viviendas, con portadas y ventanas recercadas que recuerdan la arquitectura culta de raíces barrocas, como por el escrupuloso empedrado bicolor de sus calles y plazas, y un variado museo de chimeneas sobre sus tejados.



En el corazón del casco urbano, el excursionista llegará hasta la Plaza de España, lugar de celebraciones, citas y centro comercial de la localidad, donde se alza la iglesia de Santa Ana, de estilo neoclásico, terminada en 1788. En este enclave, se celebran en julio las fiestas en honor de la Patrona, cargadas de tradición y fuerte arraigo popular, entre cuyos festejos destacan el Toro de los Diputados, la Subasta de la Mesa o la Ofrenda Floral a Santa Ana.
Hornos de cal prieta
Otro de los atractivos de la ruta lo constituye el paseo por las empinadas cuestas del pueblo que llevan a las antiguas eras comunales, desde donde se divisa una amplia panorámica serrana, atisbándose varios hornos de «cal prieta» como testimonio de una importante actividad fabril en el siglo pasado. En ellos se fraguó la piedra caliza abundante en la zona para convertirla en cal cocida, material de construcción muy empleado antaño por los lugareños.



En su descenso por la localidad, el viajero se encontrará al final de la calle Constitución distintos elementos de la arquitectura del agua, como los antiguos lavaderos, que se conservan en buen estado, y la Fuente de los Tres Caños, bajo la sombra de un frondoso nogal. Aquí se inicia el camino empedrado hacia La Presa, aldea rodeada de huertas y de lievas, que merece la pena visitar.
Viaje literario en plena naturaleza
Desde la misma Fuente de los Tres Caños, comienza y termina un sendero circular de 5 kilómetros de recorrido, sin apenas desnivel y muy accesible, denominado Bosque de las Letras, cuyo recorrido, lleno de magia e inspiración, discurre entre encinas y castaños así como entre los tradicionales hornos de cal. Lo que hace a este sendero diferente del resto de los caminos de la Sierra de Aracena es que es un «viaje literario en plena naturaleza».



La ruta está habilitada con 5 zonas para la lectura, y un punto de intercambio de libros, un cofre integrado en el paisaje en el que se dejan y toman libros prestados. Durante el recorrido se encuentran 9 ítems que contienen fragmentos de piezas literarias y un código QR que lleva a la biografía del autor y al texto completo. Son autores de la comarca o vinculados a ella, que han cedido sus poemas o textos cortos, para disfrutar en el medio natural.
El sendero es apto para todos los públicos y puede realizarse en poco más de una hora, a lo que habría que sumar el tiempo de parada en cada punto de lectura. A lo largo del camino encontraremos zonas habilitadas para el descanso, así como fuentes y el desnivel es muy suave, por lo que se hace muy recomendable para su disfrute en familia o grupos no muy numerosos.
Chorros de Joyarancón
Pero sin duda, el visitante no puede dejar de recorrer el camino que lleva a los Chorros de Joyarancón, con unos cincuenta metros de caída, que constituye el salto de agua con más altura de la Sierra. Esta espectacular cascada se encuentra a un kilómetro de la carretera de Santa Ana a Alájar, y el sendero de acceso se inicia muy cerca del punto kilométrico 17, junto a una curva cerrada donde se ubica el puente sobre la Rivera de los Casares.
Para alcanzar esta catarata hay que recorrer unos 450 metros de subida hasta llegar al paraje, que invita a reponer fuerzas y disfrutar de las vistas y el sonido del agua al caer. Para disfrutar de la cascada en toda su extensión, hay que subir por los riscos que la conforman, aunque desde abajo sobre las piedras existentes junto al sendero, también se puede contemplar el salto de agua en todo su esplendor.



Escalada libre en el Risco de Levante
Siguiendo el cauce del arroyo, la ruta se adentra en un espeso bosque de galería donde se vislumbra un antiguo molino harinero. Un estrecho sendero conduce al visitante hasta un barranco donde se alza el Risco de Levante, un impresionante peñasco de cuarcita de unos quince metros de altura situado en un pedregoso paraje, en la margen derecha de la Rivera de Santa Ana y que constituye un lugar perfecto para practicar la escalada libre.
A lo largo del sendero, el excursionista podrá disfrutar de dehesas de alcornoques, bosques de ribera y de algunas de las vistas más hermosas de la vertiente sur de la Sierra. En el enclave destacan también las encinas, los chopos, los madroños, la jara y el enebro, además de una variada fauna de mamíferos como ciervos, jabalíes, zorros, ginetas, meloncillos y nutrias, y aves como el buitre negro, el milano, la cigüeña negra o el martín pescador.


Además de ser un destino favorito para el senderista, Santa Ana la Real constituye un punto de encuentro para numerosos aficionados a las setas, que en noviembre participan en las tradicionales jornadas micológicas. En sus salidas al campo buscan tanas, tentullos, galipiernos, champiñones y níscalos, que serán objeto de exposiciones, degustaciones e interesantes foros en los que participan reconocidos gastrónomos y científicos en la materia.
El encanto de las aldeas santaneras
Otros atractivos del entorno de Santana son las visitas a las entidades menores de Fuente del Oro, en las inmediaciones de la carretera N- 435, cuyo caserío despoblado y su manantial evocan leyendas de tesoros ocultos, y la aldea de La Corte, populosa pedanía «con calles desordenadas y casas surgidas de un antojo remoto y espontáneo», que se distribuyen entre los barrios de los Montes, Valdemuñoz y La Higuerilla, conformando un encantador caserío.
El punto gastronómico del itinerario viene marcado por la variada cocina serrana de la zona, en la que destaca la vertiente chacinera, vinculada a las matanzas domiciliarias de cerdo ibérico, así como la elaboración artesanal de quesos y miel. Destacan el gazpacho de culantro, las migas de «tosantos», y los platos de setas de temporada. Dulces caseros, como las torrijas, pestiños y rosas enmeladas pueden ser el postre ideal para culminar el recorrido.
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