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El runrún: Fermín la lía con los Boixos Nois
La última metedura de pata de Fermín López, posando con una bandera ultra en la final de Copa, pone en entredicho la formación y el sentido común de los jóvenes futbolistas del Barça
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Fermín López ha conseguido lo que parecía imposible: eclipsar la victoria del Barça en la Copa del Rey con una metedura de pata de manual. El joven centrocampista onubense, que hasta ahora era conocido por su desparpajo en el campo, ha saltado a los titulares por posar alegremente con una bandera de los Boixos Nois, el grupo ultra más tóxico y vetado del barcelonismo. Todo un máster exprés en cómo no celebrar un título.
La escena es de traca: en pleno éxtasis tras ganar al Madrid en La Cartuja, Fermín se acerca a la grada, recibe la bandera de los Boixos y sonríe para la foto como si le hubieran dado la de su peña de El Campillo.
Cuesta creer que un jugador del primer equipo del Barça, aunque tenga cara de no haber roto un plato, ignore lo que representa ese emblema
¿Desconocimiento? Probablemente. ¿Irresponsabilidad? Seguro. Porque cuesta creer que un jugador del primer equipo del Barça, aunque tenga cara de no haber roto un plato, ignore lo que representa ese emblema: un grupo que acumula en su currículum enfrentamientos con otros ultras, tráfico de drogas, explotación sexual, armas y apología del nazismo. Joan Laporta los expulsó del Camp Nou en 2003 y desde entonces el club los tiene en la lista negra. El propio Laporta llegó a recibir amenazas y a ser acosado por cortarles el grifo, lo cual no es un detalle menor viniendo de un forofo como el presidente blaugrana.
Fermín boicotea la cruzada de Laporta contra los Boixos Nois y luce su bandera en la celebración de la Copa https://t.co/27X3KFdyno
— ABC.es (@abc_es) April 27, 2025
La presencia de los Boixos en Sevilla fue fiel a su estilo: antes del partido, liaron una buena en el centro de la ciudad, obligando a la policía a intervenir con porras y gases lacrimógenos debido al habitual despliegue de testosterona ultra. Un ambiente que ni pintado –entiéndase la ironía– para que un jugador del Barça se preste a posar con su bandera.
También lució la bandera de Andalucía, por cierto, lo que no le exime de responsabilidad. La euforia puede explicar muchas cosas, pero no que un futbolista profesional ignore el contexto de su club y los símbolos que elige para la foto. Y menos en el Barça, donde la guerra contra los ultras ha sido pública y notoria durante años. Por si fuera poco, no es la primera vez que Fermín mete la pata. Hace unos meses, compartió en Instagram una captura viendo un partido del Barça en una web pirata, justo después de que LaLiga sacara pecho por su lucha contra el fraude audiovisual. Ni un community manager infiltrado lo habría hecho peor.
Vamos, que Fermín ha dado un curso acelerado de cómo complicarse la vida en dos gestos aparentemente inocentes, y la juventud no puede ser excusa para no saber dónde estás ni a quién representas. Quizá va siendo hora de que en el Barça, además de enseñar a controlar el balón, les den un par de clases de historia y sentido común.