comer bueno, sano y barato

Huevos de choco en salsa picante

Ni huevos ni ovas, los huevos de choco son las glándulas nidamentales desde las que las hembras segregan una gelatina que sirve para proteger a los huevos y hacer que se adhieran a las piedras o a las algas de los fondos marinos

Costillas en salsa barbacoa

Ensalada de naranjas, nueces y dátiles

Unos huevos de choco B.r.
Bernardo Romero

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Huevos de choco. Las glándulas nidamentales de las sepias ni son huevos de ni son ovas; son eso, glándulas que las hembras poseen y de la que segregan una especie de gelatina que protege a los huevos, una vez que la hembra ha sido fecundada, para proteger a los huevos de choco y permitir que se adhieran a las algas o a las piedras de los fondos marinos, siempre cerca de la costa. De pequeños, los que ya no tenemos edad de hacer la primera comunión, veíamos normalmente por la orilla racimos de huevos de choco, estos sí que eran huevos, con su choquito diminuto dentro. Estos huevos, como las conchas y las caracolas, han desaparecido debido a la tremenda presión que las personas humanas someten al litoral en general y a la orillita del mar en particular, de modo y manera que todo lo anterior ha sido sabiamente sustituido por multitud de colillas y alguna ficha de cochetopes. Es lo que hay y a mí no me miren.

Total, que los huevos de choco, esa exquisitez tan venerada en Huelva y provincias limítrofes, no son huevos ni ovas como les llaman en Isla Cristina, son las más arriba mentadas glándulas. Cuando vayáis al Agmanir, o a vuestro bar de tapas preferido, decidle a Rafa que os ponga unas glándulas nidamentales de sepíido, con esa mahonesa blanca y suave que tan bien saben hacer en el mentado bar. Se pueden dar dos variantes en la respuesta del respetado barman, una que os diga que conmigo tiene ya el cupo de tontos cubiertos, y la otra que os ponga los extraordinarios huevos de choco con mahonesa que allí tienen durante todo el año, aunque, y con esto terminamos, los huevos de choco tienen su temporada en primavera y verano, otra cosa es que tengan una buena congelación, que la tienen, y se puedan comer o devorar durante todo el año. El guiso que os proponemos es de temporada, de estos meses de primavera y verano en que os encontráis los huevos coronados con todo su coral, rojo y brillante.

Los huevos de choco ya en el plato B.R.

Elaboración

Ingredientes: Huevos de choco, tomate triturado, cebolla, ajos, pimientos verdes y rojos, guindilla o cayena, orégano, albahaca, perejil, pimienta y sal

Elaboración:

1. Haremos un refrito de cebolla y ajo, al que añadiremos un par de guindillas o pimientas de cayena, eso ya a voluntad de cada cual según lo picante que resulten. A todo esto se añaden tiras de pimientos rojos y verdes, de los de asar, a voluntad de cada cual, pero para medio kilo de chocos, con medio pimiento de los de asar de cada color bastará. Las tiras las cortamos no muy largas y lo suficientemente anchas como para que luego, al comer, las notes.

2. En cuanto la cebolla empiece a ponerse transparente, que es la que manda en los tiempos, se añaden los huevos de choco, se menea el cacharro un poco y añadimos medio vaso de vino blanco. Subimos un momento el fuego para que se evapore el vino casi totalmente.

3. Cuando se evapore el vino, añadimos tomate triturado, a ojo de cada cual, pero con medio kilo de tomate triturado, para el medio kilo de huevos de choco, será más que suficiente.

4. Ahora es el momento de las especias. Pimienta y sal, como es natural. Os recomendaría orégano y albahaca, pero podréis poner las que más os gusten, pero de verdad que os recomiendo esta pareja porque os van a salir geniales estos huevos de choco metíos en tomate y picantitos. El perejil es otra especia a mi entender necesaria para esta elaboración, ponedlo casi al final y muy picadito.

5. A fuego medio hasta que la salsa de tomate espese un poco, que es menos tiempo del que os imagináis. Al mezclarse el coral de los huevos de choco con el tomate, el vino y todo lo demás, os tiene que salir una salsa deliciosa y nada común. Poned pan en la mesa, porque la salsita os lo va a pedir.

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