el artista expone en la sala ´la 13´
Calvarro, habla
Sostiene Calvarro un discurso exacto en la forma y en el color. Incluso ahora, en la instalación que tiene establecida en la galería La 13, en el número 3 de la onubense calle Berdigón, lo ejecuta en todos y cada uno de sus poemas que son objetos cotidianos con mensajes sencillos y comprensibles, como su pintura.

Recordamos el gusto de Manuel Calvarro por la utilización de colores planos y a ser posibles primarios o muy cercanos en el pantone, por la construcción de formas puras, descriptivas, y siempre una cierta socarronería en el mensaje que se empeña en trasladarnos a pesar de que ya sepamos qué es lo que quiere transmitirnos y porqué. También recordamos otros tiempos en que el artista quedó atrapado por esa manera también íntima de expresarse que es, o al menos fue, el mail-art. De ahí, probablemente, le venga a Calvarro esta manera de ahora de contarnos lo que siente a través de objetos, de poemas visuales que tanto nos recuerdan su amable y cautivadora pintura. El caso es compartir sentimientos y experiencias, que es ofrecer y recibir emociones de los demás en este recorrido tan simple y absurdo que solemos denominar vida, la misma que él cuela en una de sus inquietantes creaciones por el sumidero de ese patio tan particular que al arte se abre de la mano de los impulsores de La 13 Dadá Trouch Gallery, así como suena, en ese inglés trocho que siempre se habló en Huelva.
Calvarro se comunica con los demás a gritos, si lo hacía con un tubo de acrílico y una paleta purísima, imagínense ahora que se ha lanzado a construir poemas con todas aquellas cosas que le rodean. Su grito ahora es ensordecedor. Va a la razón primera de la violencia de género, a sus causas; expone tirada en el suelo, sobre todo ese material inservible que el mar ofendido nos devuelve en sus orillas, la pura imagen de la desolación que no queremos mirar en ese tráfico incesante de carne humana que humanizamos llamando inmigración; o nos recuerda una vez más que la basura es lo que más vende en prime time. También tiene tiempo para el humor con elementos fuera de lugar o imposibles.
Hasta el 15 de diciembre estará su obra expuesta en la galería La 13, incluso rindiendo pleitesía a la norma establecida por el grupo de inquietos creadores onubenses que han puesto en marcha este templo de la trochería convertida en marca local del viejo dadaísmo. Si se acercan por la calle Berdigón y suben a la primera planta del número 3, no dejen de medirse en el trochímetro que a la entrada de la instalación de Manuel Calvarro le va a recibir. Luego, observen, sonrían, pero sobre todo, piensen.