Casi con el eco de los últimos cantes y el compás de las sevillanas aún resonando en la barriada de Zafra, el Ayuntamiento de Huelva hace balance de la recién clausurada Feria de Otoño y del Caballo de Huelva calificándola de «éxito rotundo», una edición 2025 en la que se «consolida» y ha demostrado –a juicio del equipo de gobierno– que está destinada a codearse con las grandes ferias de Andalucía y España.
La clave de este optimismo y de la propia supervivencia de un evento para el «ya no hay vuelta atrás» reside, según el responsable del Área de Cultura y Patrimonio Aqueológico, Nacho Molina, en su profunda conexión con el público más joven. «La feria ha cuajado entre los ciudadanos, y sobre todo en las nuevas generaciones», y asegura que para ellos ya no es una cita más, sino que «forma parte de su calendario festivo y empieza a formar parte de sus vidas». Esta percepción se ha hecho visible en las calles y, especialmente, en el recinto ferial, que durante tres días se ha transformado en un hervidero de vida donde se han podido reconocer algunas de las señas de identidad que Huelva comparte con buena parte de Andalucía.
Paseo de enganches el pasado sábado
sergio borrero
El Parque de Zafra, precisamente, se erige como otro de los pilares del éxito. El concejal ha insistido en la importancia de mantener «ese equilibrio del parque con la feria», un espacio que califica de «bellísimo» y que se ha convertido en un potente activo para la «promoción turística de Huelva». El compromiso del Ayuntamiento es claro: compatibilizar su uso como lugar de esparcimiento de la ciudad durante todo el año con su transformación temporal en recinto ferial, sin que una faceta anule a la otra. La respuesta del público ha refrendado la apuesta, con «miles de personas, no solo de Huelva, sino de toda la provincia y del resto de España».
Con estos mimbres, el Consistorio considera que la feria no solo «llega para quedarse», sino que aspira a lo más alto. Molina defiende que el evento es un concentrado de la identidad onubense y andaluza, donde se dan cita la gastronomía, la moda flamenca, la música y los caballos. «Hemos sido capaces de resumir todos esos parámetros que en otras ferias de Andalucía son las estrellas y que nosotros, quizás –reflexiona Molina–, aún no habíamos puesto en valor». Esta capacidad de mostrar lo mejor de nuestras tradiciones, concluye, «nos sitúa arriba» y deja una huella imborrable en el visitante. «Todo el que viene y todo el que la prueba se va convencido de que volverá y que ha visitado una de las mejores ferias que existen en estos momentos».
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