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Huelva tiene la playa más larga de España: una costa virgen de más de 20 kilómetros de extensión
Aislada de la urbanización masiva que domina gran parte del litoral mediterráneo, la playa de Almonte-Doñana es un entorno protegido donde la naturaleza es su protagonista
En esta playa virgen de Huelva puedes visitar los restos de una antigua torre: «Es una de las preferidas por los onubenses»

En plena costa de Huelva, junto al Parque Nacional de Doñana, se extiende la que es, con diferencia, la playa virgen más larga de España: un impresionante tramo de arena fina de cerca de 28 kilómetros entre Matalascañas y la desembocadura del río Guadalquivir. Este espacio natural, que forma parte del municipio de Almonte, no solo destaca por su tamaño, sino por el valor ecológico y paisajístico que tiene, convirtiéndolo en uno de los últimos paraísos costeros del país más desconocidos.
Aislada de la urbanización masiva que domina gran parte del litoral mediterráneo, la playa de Almonte-Doñana es un entorno protegido donde la naturaleza manda. Aquí no hay chiringuitos ni tumbonas, pero sí dunas móviles, pinares costeros y marismas, además de una enorme biodiversidad que atrae cada año a aficionados a la ornitología y al ecoturismo.
Uno de los aspectos más llamativos de esta playa es su dinamismo geológico. El viento, especialmente el que sopla desde el suroeste, traslada arena hacia el interior, modelando las dunas que se desplazan con el tiempo y transforman el paisaje constantemente. En este enclave crecen plantas resistentes a la sal y al viento, y conviven especies como el chorlitejo patinegro, el lince ibérico o el águila imperial, que encuentran refugio en la tranquilidad del entorno.
Un refugio para la biodiversidad
Esta playa forma parte del Parque Nacional de Doñana, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1980, y está reconocida internacionalmente por su importancia para la conservación de especies, en especial las aves migratorias. Con hasta 300 especies registradas, es uno de los humedales más importantes de Europa.

Además, cuenta con vestigios históricos como las torres almenaras del siglo XVI, construidas como defensa costera y hoy reconvertidas en miradores naturales donde es frecuente ver aves rapaces sobrevolando las dunas.
Una forma de turismo sostenible
A pesar de su carácter virgen, la playa de Almonte-Doñana es accesible a quienes buscan una experiencia auténtica de contacto con la naturaleza. Actividades como el senderismo, la fotografía de paisajes o la observación de aves son las más comunes, siempre bajo las restricciones impuestas por las autoridades ambientales para garantizar la preservación del entorno.
Aquí está prohibido el uso de vehículos motorizados en la arena, y durante algunas épocas del año se limita el número de visitantes. El objetivo es el de compatibilizar el disfrute público con la conservación a largo plazo de este espacio único.
El corazón de Doñana
El entorno de esta playa no se entiende sin el contexto del Espacio Natural de Doñana, que incluye tanto el parque nacional como el parque natural que lo rodea. Entre marismas, cotos y dunas, este complejo ecológico alberga zonas como el Acantilado del Asperillo, bosques de pinos, lagunas estacionales e incluso restos arqueológicos de época romana.
Doñana es, además, uno de los pocos lugares donde todavía se puede ver el ciclo completo de la vida natural en libertad, sin interferencias urbanas. Un lujo cada vez más escaso en el litoral europeo.