El misionero de Almonte que se recuerda en Togo como su «Madre Teresa de Calcuta»

José Antonio Rodríguez Bejerano murió con 40 años de paludismo en 1995 tras realizar una intensa labor social en el país africano

Su historia es esencial en la película 'Te protegerán mis alas', del director onubense Antonio Cuadri

José Antonio Rodríguez Bejerano, en Togo H24
Mario Asensio Figueras

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Los grandes personajes cuya vida merece la pena conocer e inspirarse en sus acciones no siempre están lejos. El paso de los años puede arrinconar su historia, pero acaba saliendo y el cine es un gran modo de hacer presentes momentos que fueron. La película 'Te protegerán mis alas', del director onubense Antonio Cuadri, hace lo propio con el misionero salesiano almonteño José Antonio Rodríguez Bejerano, fallecido en 1995 de paludismo tras entregar su vida a ayudar a jóvenes marginados en el país africano de Togo, uno de los más pobres del mundo.

«En Togo, después de tantos años, casi 30, de su muerte, a día de hoy lo consideran como una Madre Teresa de Calcuta. Le llamaban Père Antonio -en francés-», destaca a Huelva24 Antonio Cuadri, que estuvo en la ciudad togolesa de Kara para rodar en los lugares donde hizo tanto bien Bejerano, hijo predilecto de Almonte y que da nombre a la calle donde vivió.

Nació el 23 de noviembre de 1954 y falleció el 7 de noviembre de 1995, antes de cumplir los 41 años. Este tiempo lo empleó en ayudar a los demás. «Fue un verdadero revolucionario, un adelantado a su época, en cuanto a formación y los microcréditos. Era un misionero con una mentalidad muy moderna», resalta el cineasta onubense, que añade que estuvo centrado en dar formación y creó «una ciudad de la nada». Buscaba fondos con ahínco de la Junta de Andalucía, la Diputación de Huelva, en Alemania.

Descansa entre dos países

Murió de paludismo, «en el empeño de estar con sus hijos adoptivos. Los médicos que retiraron el pasaporte para que no volviese pero se escapó, estaba obsesionado con ayudar». Tal es su vinculación con África que su cuerpo está enterrado en Sevilla, pero «siguiendo una tradición africana sus uñas y pelo están en Togo».

La película se basa en una novela de José Miguel Núñez del mismo nombre, que tiene como protagonista a Wentinam, un niño huérfano y excluido, porque su madre murió en el parto y se le culpó, una reacción habitual en estos casos, que acaba con los recién nacidos en la basura o en el río. En este caso sobrevivió, se hizo ladrón y José Antonio Rodríguez Bejerano le ayudó a salir adelante.

Imagen - «En la casa hogar que había fundado estaban niños ladrones, desarraigados, que pasan a ser su familia»

«En la casa hogar que había fundado estaban niños ladrones, desarraigados, que pasan a ser su familia»

Antonio Cuadri

Director de 'Te protegerán mis alas'

«En la casa hogar que había fundado estaban niños ladrones, desarraigados, que pasan a ser su familia», explica Cuadri, qua agradece cómo los familiares almonteños de Rodríguez Bejerano «nos han ayudado mucho con la documentación, como su hermana Maribel».

El director de Trigueros tiene claro que su película refleja una historia «muy bonita, dura y relevante» sobre la migración, que «también es un homenaje a estas personas que entregan su vida a los demás, como este misionero almonteño, que la entregó literalmente».

Imagen principal - Proyección de la película 'Te protegerán mis alas' y dos fotogradías de José Antonio Rodríguez Bejerano
Imagen secundaria 1 - Proyección de la película 'Te protegerán mis alas' y dos fotogradías de José Antonio Rodríguez Bejerano
Imagen secundaria 2 - Proyección de la película 'Te protegerán mis alas' y dos fotogradías de José Antonio Rodríguez Bejerano
Proyección de la película 'Te protegerán mis alas' y dos fotogradías de José Antonio Rodríguez Bejerano H24

José Antonio Rodríguez Bejerano, Père Antonio, era el mayor de tres hermanos. Vivía con su familia los primeros años en el poblado de Bodegones y desde muy niño se mostró inteligente, con actitud de líder y preocupado por los demás. Con 10 años entra interno en un Colegio Hogar de Ayamonte. Con sólo 13 años, José Antonio pasa a la Universidad Laboral de Sevilla (1968-1973), entonces dirigida por los Salesianos. Allí estudia Oficialía Industrial (en Electrónica) y C.O.U. Con 18 años comunicó a sus padres que quería ser sacerdote, pero no de pueblo, sino misionero. Se convirtió en seguidor de Juan Bosco, fundador de los salesianos, y siguió sus pasos.

«Antonio creó un auténtico imperio salesiano de servicio a los jóvenes más pobres»

César L. Caro

Salesiano

César L. Caro, salesiano que estuvo con él en África, comparte en un escrito que tuvo «el privilegio» de patear con él Kara y sus alrededores. Narra que desde su llegada había ido a buscar a «muchachos miserables, venidos de los pueblos, que sobrevivían como podían descargando sacos o robando aquí y allá». Para ganarse su confianza «se quedó muchas noches a dormir con ellos al raso» y a partir de ahí «desbordante de carisma misionero, Antonio creó un auténtico imperio salesiano de servicio a los jóvenes más pobres».

«Antonio era el alma de aquello, el loco que imaginaba, buscaba financiaciones, batallaba, movilizaba, trabajaba por encima de sus fuerzas. Era impresionante cómo cada chaval creía que era su favorito», describe Caro, que añade que «con su instinto educador, era capaz de ver en el joven lo que aún no es pero puede llegar a ser».

También vivió su enfermedad y el falta momento de su muerte. «Como se pasaba habitualmente de la raya y no sabía descansar, eso le minó la salud. El paludismo traicionero le atacó a los riñones y, después de varios avisos, lo repatriaron a finales de aquel mes de octubre», recuerda. «Desde su ingreso en el Virgen del Rocío de Sevilla, los médicos dijeron que no había nada que hacer, su hígado estaba envenenado y deshecho», lamenta.

Una ceremonia junto a la hoguera

Père Antonio murió en Sevilla pero llevaron la ciudad togolesa de Kara un mechón de sus cabellos y una uña para que sus hijos adoptivos celebraran su entierro. Bailaron junto a una hoguera cantando un estribillo que pedía a Dios que «el fuego que prendió el corazón del padre Antonio, prenda para siempre en nuestros corazones».

Por su parte, Santiago Padilla, actual presidente de la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte, expresó siendo presidente del Consejo de Hermandades, que la historia de salesiano almonteño «nos ayuda a comprender lo que Dios puede hacer con la ayuda de los hombres, o lo que es lo mismo, lo que los hombres pueden hacer con la ayuda de Dios». Expone que es «uno de nuestros misioneros más señeros y carismáticos», que algunos cualificados miembros de la propia congregación «han situado ya al nivel de los grandes misioneros de referencia de la misma».

Juan Carlos Pérez Godoy, inspector salesiano, destacó las palabras que dedicó en el pregón de la Semana Santa de Almonte 2004 José Luis López Peláez, docente jubilado y periodista, que escribió ampliamente sobre la vida de José Antonio Rodríguez Bejerano en un libro, 'Vida y obra del padre José Antonio Rodríguez Bejarano'. «La pasión que siempre guió a José Antonio y que le llevó a entregar la vida hasta el extremo. El libro nos acerca más a su figura humana, cristiana, salesiana, sacerdotal y misionera», indica.

«Su inmensa obra social y humana, de entrega total a los más necesitados, rayana en el heroísmo»

José Luis López Peláez

Pregonero de la Semana Santa de Almonte 2004

En ese pregón se decía «entre nosotros los almonteños hemos visto pasear por nuestras calles a una persona buena, que entregó su vida por los demás en plena juventud, en tierra de misiones. Dejó su vida en plena juventud (40 años tenía) por sus semejantes ¿No le recordáis?». Además se destaca que «su inmensa obra social y humana, de entrega total a los más necesitados, rayana en el heroísmo, vivida entre los más desprotegidos, pobres, huérfanos, desafortunados… en un país extraño».

«Era un líder natural, sin ambiciones ni apegos a las cosas materiales. Nunca se guardaba nada, todo lo compartía. Tenía una gran personalidad. Si le oías hablar, sentías la credibilidad y el convencimiento de lo que decía. Inundaba sinceridad. Fue un buen estudiante y un gran lector», manifiesta Roberto Bejerano López, primo del sacerdote.

Su hermana Maribel recuerda que «cuando venía de vacaciones se ponía a trabajar en lo que fuese: de camarero en una Cafetería de la Playa de Matalascañas o en un chiringuito. Otras veces marchó a la Playa de San Juan, en Alicante». Por su parte su padre, resalta que «no tenía nada suyo. No comprendía cómo se le podía tomar cariño a cosas materiales: casa, coche, finca... No lo concebía. Era incapaz de comprenderlo».

En la obra se resalta que Père Antonio derramó «lágrimas de impotencia por las adversidades que encontraba a su paso» y que en una visita de sus padres en su Misión de Kara en 1994 dijo a su madre «llora madre, que yo he vertido muchísimas lágrimas en África».

Cartel de la película H24

Después se derramaron lágrimas por él, pero también se le recuerda con orgullo en Almonte por su ejemplo de servicio a los demás. En esta localidad proyectarán la película 'Te protegerán mis alas' el próximo 6 de noviembre como gran homenaje a su historia, preestreno que tendrá lugar a las 19.00 horas en el Teatro Municipal Salvador Távora, Antes, en agosto, se podrá ver en el Festival de Cine de Islantilla (13 de agosto, 22.30 horas). Otras sesiones serán el 13 de noviembre (20.00 horas) en el Sevilla Odeón Plaza de Armas de Sevilla y el 15 de noviembre (20.00 horas) en el Auditorio Municipal de San José de la Rinconada (Sevilla).

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