COACHING EJECUTIVO Y EMPRESARIAL: COACHING DE IMAGEN

El secreto de Obama

Héroes anónimos. Barack Hussein Obama, el 44 presidente de EEUU, ha dado voz durante su permanencia en la Casa Blanca a gran parte de la sociedad americana; ha dibujado con palabras las historias de otros muchos ciudadanos, desconocidos y alejados de los focos. Muchos héroes anónimos que encontraron en él su reflejo, su motivación, su motivo para luchar identificándose con una imagen reconocible, cercana y diferente. 

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Ante millones de miradas en todo el mundo, Obama se convirtió en la imagen del cambio, de una nueva forma no sólo de hacer política sino de entenderla. Y para conseguirlo, el anterior inquilino de la Casa Blanca utilizó los mejores mensajes, los micrófonos más adecuados y los revistió con un envoltorio cargado de emociones. “No tenía el pedigrí ni el dinero ni siquiera el color de piel que parecía necesario para acceder el puesto”; así se analizaba Barack Obama. Pero también sabía que tenía algo que dominaba a la perfección y que es clave para entender su éxito: su habilidad para contar historias.

El secreto de Obama

El coaching ejecutivo integra el coaching de imagen; la construcción de un personaje público a partir de los rasgos de la persona. Ningún cargo, empresario, autoridad puede ejercer un papel que no se corresponda con su verdadera identidad. Se trata de conocer nuestros rasgos distintivos y potenciar aquello en lo que destacamos. Controlando nuestro lado menos bueno y trabajando en buscar la mejor parte de cada uno de nosotros. Es esa IMAGEN que se construye a raíz de nuestra IDENTIDAD. Nunca podemos asumir un papel que se aleja de nuestra personalidad, no podemos intentar parecer, aparentar, algo que no somos, porque tarde o temprano esa máscara se diluye. Barack Obama sabía este secreto y se convirtió en ejemplo, paradigma, modelo a seguir.

El presidente de EEUU diseñó una brillante puesta en escena en cada una de sus intervenciones y apariciones públicas. Obama adaptaba su mensaje, su tono y su atuendo a cada situación, cada contexto y auditorio pero manteniendo un elemento común en todos ellos: la cercanía. Con independencia del escenario, conecta con su público buscando la identificación con cada una de las personas que lo escuchan y a las que transmite sensaciones de seguridad, firmeza y serenidad. Sus gestos son generosos pero naturales para reforzar su mensaje; un mensaje directo, claro y convincente. 

El secreto de Obama

Se permite tocar. Es habitual que, al comenzar sus discursos, Barack Obama recurriera a las sensaciones y los sentimientos buscando una mayor proximidad con los ciudadanos. Un abrazo, una palmada en el hombro o tocar el antebrazo de otra persona al estrechar su mano eran algunos de sus mejores aliados; también solía señalarse cuando habla de sí mismo o de algún tema que le resultara especialmente cercano para, de esta forma, reforzar su imagen de cercanía. Al mismo tiempo, mantiene el contacto visual con su público, con el grupo con el que habla o al que se dirige ya fuera más o menos numeroso “barriendo” de derecha a izquierda el auditorio haciéndolos partícipes de su mensaje; los señala, les pregunta y utiliza técnicas literarias como la primera persona, las anécdotas o las preguntas retóricas. El objetivo de Obama era conseguir empatía con el público no sólo con su discurso sino también con sus gestos, especialmente con su mirada, su voz y sus manos.

El profesor de Derecho Constitucional. En contraposición a esa imagen de accesibilidad, Obama solía mantener una postura erguida -que podía llegar a transmitir rigidez- y una mirada severa, a veces glacial; ésta es la imagen de un “profesor que adoctrina” con un tono en ocasiones excesivamente académico y una expresión facial que rara vez suavizaba con una sonrisa. Pero al margen de este perfil, que puede resultar distante, Barack Obama cuenta con un amplio abanico de recursos verbales y no verbales para contrarrestar esta impresión que, según el caso, puede resultar “fría” o “solemne”. Él trabajó en esta última línea.

El secreto de Obama

El presidente es como nosotros. La clave de Obama es combinar el porte presidencial con el de un americano normal. A menudo, viste camisas con mangas muy cortas enseñando parte de la muñeca. ¿Esto es importante? Sí; simboliza a un político que no tiene nada que ocultar, que se muestra tal y como es. Un mensaje que acentúa con los gestos de sus manos; sus palmas hacia delante y hacia arriba proyectan una imagen de transparencia y lanza un mensaje: “confiad en mí”. ¿Y por qué hay que confiar en Obama? “Porque seré un presidente que se baje de los despachos para trabajar codo con codo con el ciudadano”; eso parece decir a la sociedad americana con sus mangas remangadas hasta medio brazo mientras recupera sus historias personales y recuerda que “no soy perfecto, cometeré errores”.

Pero el presidente de EEUU no olvida que los americanos tienen que ver en él un líder, con suficiente templaza y al mismo tiempo determinación. Un gesto particular de Obama es cuando levanta ligeramente la barbilla, dando una sensación de liderazgo que fortalece con una voz grave, pausada, para dar mayor credibilidad a sus palabras. Toda una estrategia de imagen que incluye la elección de una indumentaria elegante y sobria que sigue un mismo patrón: traje oscuro (negro, azul marino), camisa blanca y corbata de colores rojizos. También se repite en muchas de sus intervenciones la elección de un pin, en la solapa izquierda, que en el discurso de toma de posesión reflejaba unos incómodos destellos para el espectador. Por otra parte, Obama ha sabido ponerse la chaqueta al hombro y prescindir de la corbata cuando el ambiente era más distendido y relajado.

Cerrando los ojos. Los discursos de Obama son más para ser escuchados que leídos, por su musicalidad y su armonía. Probemos a bajar el volumen mientras vemos una intervención del presidente de EEUU; simplemente con la gesticulación transmite mucha información. Ahora, le enseñaremos un discurso del demócrata a alguien que no entienda el idioma. La fuerza de su voz, los juegos con el volumen (que eleva después de las pausas), los momentos de escucha (se mantiene expectante pero tranquilo entrelazando sus manos) y sus cambios de ritmo tienen por sí mismos un significado aunque no se comprenda el mensaje. Es habitual que Barack Obama busque momentos de mayor intimidad con el público para emocionarlos con sus palabras hablando despacio y con un tono bajo. Para ello también recurre a los silencios, que crean expectación y al mismo tiempo lo ayudan a cambiar el tema del discurso, apelar a los oyentes o invitar a la reflexión cuando él mismo dirige su mirada al auditorio, fijándola en un solo punto. Pero cuando quiere enfatizar su mensaje, suele acercarse al micrófono para que se oiga más fuerte. Esta costumbre, le hacía perder la postura y la posición en el atril; el presidente Obama corrigió este hábito del candidato Obama. 

El secreto de Obama

Abierto y firme. Llegar caminando rápido y enérgico, colocarse en el lugar idóneo, mantener silencio antes de comenzar y mirar al auditorio. Obama ya ha conseguido la atención del público. Un público que siente que no sólo va a escuchar sino que será escuchado. El presidente de EEUU mantiene una postura “abierta”, apoyando el peso por igual en ambas piernas sin apoyarse al atril. Sin embargo, sí lo hemos visto agarrándolo. Un gesto que, aunque no se ha convertido en habitual, debe corregir. Siguiendo con otros puntos débiles, Obama es muy bueno controlando sus gestos faciales. Pero ese control denota un rostro rígido -a menudo con el ceño marcado- y una imagen sobria que, aunque intencional para mostrar firmeza, muestra cierta expresión distante, intachable pero distante. También inclina ligeramente la cabeza y eleva la mirada mientras se dirige al público lo que le confiere un tono más autoritario.

En otro tipo de intervenciones, como en la televisión, se muestra más natural y sus rasgos se suavizan. Barack Obama tiene, además, un guión propio para sus manos (son ilustradores de su mensaje). Sus gestos más habituales son apuntar con el dedo índice –como advirtiendo o llamando la atención sobre algo- y cerrar la mano con el pulgar para enfatizar y marcar los puntos de su discurso. Consigue así, una perfecta sintonía entre sus palabras y sus manos, que parecen dirigirlas. Sólo una objeción; pausar más sus cambios de derecha a izquierda cuando se dirige al público y recorrer con la mirada también la zona central del auditorio.

El secreto de Obama

Musicalidad literaria. Se puede señalar una excesiva carga literaria en los mensajes del actual presidente estadounidense. Sin embargo, ése es su valor. Barack Obama busca los mejores giros lingüísticos para recrear y crear imágenes que faciliten la comprensión de su mensaje. El riesgo es desviar la atención en exceso en la forma y que ésta prevalezca sobre el contenido. Es fundamental encontrar un equilibrio. La comunicación verbal de Obama es rica en recursos y podemos enumerar una larga lista de sus figuras literarias más habituales, además de las ya citadas. A esto, le unimos su capacidad para lanzar ideas precisas en los momentos adecuados modulando la voz, remarcando con el volumen los puntos clave, vocalizando con maestría y buscando la mejor entonación, sobre todo al principio y final de frase.

Si por algo se ha caracterizado el mensaje del presidente de EEUU es por su continuidad, la repetición de palabras y frases para que queden grabadas en la mente de los ciudadanos: “es el momento del cambio”, “nuestra nación, nuestro objetivo, nuestra decisión”. Los juegos de palabras, las paradojas y las contraposiciones son unas buenas herramientas para reforzar el discurso, hacerlo entendible y destacar las palabras que interesen: “este país tiene más riqueza que cualquier nación, pero no es eso lo que nos hace ricos”. Obama habla al colectivo pero también a cada uno de sus integrantes; personaliza sus mensajes para conectar con ellos: “hombres y mujeres corrientes, estudiantes y soldados, granjeros, profesores, enfermeras, limpiadoras”. Anáforas y metáforas también suelen ser habituales: “Ha llegado el momento del cambio” (lo utiliza para comenzar muchos discursos), “agradezco el apoyo a mis guías en este viaje”. Para concluir, cabe mencionar otros elementos que tienen cabida en su discurso; hablamos de citas históricas y personajes célebres, situaciones cotidianas, del americano de a pie y frases con sentido del humor e ironía. Pero la mejor historia es la suya propia, los episodios de su vida que encarnan lo que Obama ha transmitido con sus palabras y ha interpretado con su mirada y su voz: “el sueño americano es posible”. 

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