Cara y cruz para el Martes Santo onubense
La lluvia hizo acto de presencia y obligó a volverse a las hermandades de la Salud, Lanzada y Estudiantes, dejando el Martes Santo sólo para Pasión
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Cara y cruz en este Martes Santo para las hermandades que debían realizar su estación de penitencia. Cara para la Hermandad de Pasión, que pudo esperar a que pasaran las lluvias para echarse a la calle. Cruz para las hermandades de la Salud, Lanzada y Estudiantes, obligadas a regresar a su templo a causa de la lluvia.
Tras una mañana de sol y nubes, las primeras cofradías de la jornada decidían asumir las probabilidades de lluvia y poner en la calle sus cortejos, esperando salvar la jornada tal y como sucedió el Lunes Santo.
Desde Pérez Cubillas llegaría al centro la Hermandad de la Salud con su único paso presidido por el Señor de la Sentencia. A la hora prevista se ponía la hermandad en la calle, llenándose la arteria principal de este humilde barrio de los nazarenos franciscanos del Martes Santo. Caras de felicidad y de nerviosismo entre los onubenses congregados a las puertas del anexo parroquial de San Francisco de Asís, que miraban al cielo confiando en que las nubes que comenzaban a tapar el azul del cielo respetaran la jornada.
A los sones de la Agrupación Musical del Santísimo Cristo del Amor recorría el nuevo itinerario por el barrio, a medida que las primeras gotas comenzaban a caer. Pese a ello, la hermandad decidía continuar. Para este año 2024 la cofradía estrenaba los ropajes de las imágenes secundarias de su paso de misterio, así como el senatus de orfebrería que portaba uno de los romanos. Abandonaba la cruz de guía el barrio y el chispeo comenzaba a intensificarse, por lo que la imagen del Señor fue cubierta por un capote impermeable.
Refugiado en La Esperanza
Continuaría así hasta llegar al centro, momento en el cual la hermandad decidió solicitar refugio en la iglesia de Santa María de la Esperanza. El templo de la cofradía del Miércoles Santo volvía a ser casa que acoge a todo el que necesite de la ayuda de la Virgen de la Esperanza.
A su hora decidía ponerse también en la calle la Hermandad de los Estudiantes. Con la cofradía de Pérez Cubillas mojándose y las nubes tiñendo de gris oscuro el cielo sobre San Sebastián, la cofradía estudiantil asumía los riesgos y, en su 75º aniversario, se echaba a las calles confiando en que la lluvia permitiera el buen desarrollo de la jornada. No se hicieron esperar las primeras gotas, cubriéndose de paraguas las calles próximas al templo por las que ya avanzaba el cortejo de nazarenos. Bajo este chispeo cruzaba el dintel del templo el Cristo de la Sangre. Se estrenaba en este momento el nuevo mecanismo automático de la cruz del señor, lo que permitía hacer más fácil la siempre complicada maniobra de salida desde San Sebastián.
Un fuerte chaparrón
La lluvia se intensificaría con el paso de palio de la Virgen del Valle ya en la calle. Un fuerte chaparrón que hizo saltar las primeras alarmas. Alarmas que tornaron en nerviosismo entre los miembros del cortejo, esperando que la junta de gobierno tomara alguna decisión ante esta situación. La decisión finalmente fue darse media vuelta y regresar a su templo, dando por concluida su salida procesional. En esos momentos, la Virgen del Valle se encontraba al final de la avenida Federico Mayo, mientras que el Señor se situaba a la altura del Palacio de Justicia.
Con celeridad volvió la cofradía, no cesando los sones de la Banda del Liceo de Moguer tras el paso de palio ni los del trio de capilla Gólgota que este año se acompañaba con la escolanía de Sevilla. Se frustraba la estación de penitencia, aunque no será esta la única oportunidad que tendremos de ver a la Virgen del Valle por las calles, pues en el mes de octubre la hermandad cerrará con una salida extraordinaria de la dolorosa los actos de su 75º aniversario.
Misma suerte tras una moratoria
Misma suerte correría la Hermandad de la Sagrada Lanzada. En este caso la cofradía del barrio de las Colonias decidió pedir una hora de moratoria, confiando en que las lluvias cesaran y permitiera el normal desarrollo del día. No fue así, aunque la hermandad decidió ponerse en la calle pasado apenas media hora desde que debería haber salido. La cruz de guía bajaba por una abarrotada calle presbítero Manuel López Vega, con numerosos nazarenos vistiendo los colores de Huelva. Salía el cortejo mientras los chubascos no cesaban, quedándose el paso de misterio detenido unos momentos de indecisión en el dintel del templo.
Pese a todo la hermandad decidió seguir adelante, rompiendo el tenso silencio de la salida los acordes de la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de la Expiración Salud y Esperanza. La tarde seguía amenazando lluvia y las gotas no dejaban de caer, intensificándose por momentos. Una situación que obligó a la hermandad a desdecirse de su decisión de salir, suspendiendo la salida cuando los tramos de nazarenos de la Virgen y pisaban las calles de las Colonias y la Virgen de los Dolores se disponía a salir.
Ante esta situación de la jornada, todas ls miradas se dirigían a la Mayor de San Pedro. La última en salir contaba con la ventaja del horario y la mejora de las condiciones climáticas. Una mejora que no llegaba, aunque se confiaba en ella. Por este motivo la hermandad decidió solicitar una hora de moratoria al Consejo. Hora que se amplió en media hora más a fin de poder salvar la salida procesional y sabiendo que no deberían de adaptarse a ningún otro horario. Fueron momentos de tensión en el templo, de espera nerviosa entre los cientos de hermanos allí congregados. Una tensión que desembocó en un gran aplauso de emoción cuando desde el altar mayor se anunció que la cofradía se echaría a la calle.
Toda Huelva en el Barrio Alto
Las largas filas de nazarenos morados comenzaron a descender por San Pedro y el Paseo Santa Fe, antecediendo con su luz roja la llegada del Señor de Pasión. Toda Huelva acudió al barrio alto, pese al frío y la amenaza de lluvia, que se disipaba cuando en el oscuro cielo onubense comenzó a brillar la Luna de Parasceve. Con un horario más cercano a décadas atrás, el Señor de Pasión salía a las puertas de la Mayor, ante la atenta mirada de las cientos de personas congregadas en Santa Fe. Los sones de la Agrupación Musical de los Gitanos de Sevilla hacían las delicias de cuantos acudían a disfrutar de lo poco de Martes Santo que nos quedaba. Volvían las lluvias, pero ahora de claveles desde las casas de San Pedro.
Tras el Señor, le llegaba el turno a su madre del Refugio. Numerosas cruces de penitencia y cirios blancos después, se echaba la calle, el paso de palio de la corporación, con su cuadrilla comandada también por Antonio González. Una dificultosa salida, de rodillas a causa de la altura que confiere al palio los varales de plata estrenados hace pocos años. Un paso de palio que lucirá totalmente distinto en apenas unos años, cuando la hermandad estrene la nueva obra, que ya se borda en oro sobre terciopelo burdeos y morado en los talleres de Paquili.
Con el viento apagando la candelería del paso de palio y las rosas blancas exornando las jarras de su trono, la Virgen del Refugio seguía los pasos del Señor. Con marchas eucarísticas interpretadas por la Banda de Música Virgen de las Mercedes de Bollullos bajaba el porche de San Pedro, cuando llegaba la primera de las lluvias de pétalos que recibiría durante su procesionar.
Un procesionar que la Hermandad Sacramental de Pasión realizó en el menor tiempo posible, a fin de que las lluvias previstas para la noche no le afectasen. Así, decidió recortar su itinerario de ida sin pasar por la calle Isaac Peral e hizo lo propio con el de regreso, eliminando de su callejero su tradicional calle Madreana.
