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Fundamentos epistemológicos del muñequismo

A continuación transcribimos la conferencia 'Fundamentos epistemológicos del muñequismo', dictada por el historiador del arte Bernardo Romero en la calle Rábida el pasado día 15 de julio.

Fundamentos epistemológicos del muñequismo

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La epistemología estudia los principios que subyacen en cualquier teoría, el origen de la idea y los objetivos que se pretende alcanzar. Es en definitiva conocer para qué fue creada esa teoría. En el caso de la expresión plástica, deberíamos buscar las razones que llevan a la plasmación del objeto artístico.

Fundamentos epistemológicos del muñequismo

Sobre los fundamentos y principios del muñequismo tratará esta breve disertación. También sobre esos objetivos que se podrían adivinar con facilidad observando esta colección de dibujos que ilustra esta que pretende ser concisa disertación. Aclaremos primero el porqué de la denominación de este tipo de dibujos. Es nombre exógeno. Dos lujos de las artes plásticas onubenses, Pilar Barroso y Víctor Pulido, suelen acercarse por mi casa y estudio con cierta frecuencia. Cuando me ven dibujando, suelen espetarme algo así como “déjate ya de pintar muñequitos y ponnos más vino”. Impacientes que son. Ahí podría haber quedado todo, pero cuando circulan por los ambientes artísticos onubenses, continúan con la cantinela de que me paso el día pintando muñequitos. De ahí que me haya apropiado de la palabra para definir este estilo y esta intención con el agradable apelativo de muñequismo, que podría definirse como la intención de buscar paisajes y paisanajes amables para mirar atrás, a la infancia y primera juventud, encontrarnos de este modo con los colores y hasta con las maneras de un tiempo menos oscuro, exento de tanto problema y tanto agobio como sacude a una sociedad envuelta en las dificultades de siempre pero magnificadas por los medios de comunicación, devenidos en medios de propaganda y publicidad, todo a un tiempo. 

El origen de la idea, los principios, son evidentes en consecuencia volver la vista atrás, a esas sensaciones que nos produjo lo bello en un momento en el que no buscábamos otra cosa que el entretenimiento a través de la sorpresa. El descubrimiento de un mundo amable donde todo sucedía de forma natural, sin tanto postureo ni tanta hipocresía, sin tanta necesidad de mentir a los demás, que es la peor manera de engañarnos a nosotros mismos. Cuando la competencia se limitaba a ser más diestro con el trompo o en construir la pandorga que volara más alto y más elegante. Ahora se evita que los niños y los jóvenes realicen este tipo de competición, que no alardeen de sus destrezas, mientras los puñales en los dientes circulan por cualquier pasillo de un edificio oficial o de cualquier tajo laboral. Paradojas de la vida.

Fundamentos epistemológicos del muñequismo

Sería conveniente recordar cual fue la banda sonora de nuestra infancia, de esos años no perdidos, pero si a veces olvidados. Se trata de las aventuras y desventuras de los personajes que marcaron nuestra infancia e incluso primera juventud, la edad de la inocencia, esos años mozos en los que todavía no nos atrevíamos a dejar atrás el placer de disfrutar con las historietas, los tebeos o, como les llamaríamos más adelante, los comics, quizás porque nos hacíamos adultos y parecía nominación más seria. Hoy, sabido es, se habla de novela gráfica. Los tebeos, en la conciencia del lector, han vuelto a subir un peldaño.

Recuerdo una entrevista a Humberto Eco en la que el pensador y semiótico italiano situaba a Hugo Pratt en la cumbre de la literatura del siglo XX. No es de extrañar. Cualquiera de ustedes habrá disfrutado con las aventuras del Corto Maltés, y quizás alguno incluso tendrá conocimiento del trabajo de documentación que había detrás de cada una de sus relatos, de unos guiones fina e inteligentemente pergeñados y siempre acompañados de un dibujo realmente extraordinario. En aquellos años setenta, cuando empezamos a disfrutar con Pratt pero también con Milo Manara, Tamburini o Jean Giraud también llamado Moebius, no hacíamos sino leer novelas de aventuras trabajadas con esmero. Estábamos aprendiendo y de qué manera. Recuerden como nos fue familiar la Italia del Renacimiento y el papado de Alejandro VI bajo la visión de Jodorowsky y el lápiz exacto de Manara; o el lejano oeste a través del tándem Charlier Giraud con la montura del teniente Blueberry; el violento mundo actual descrito por Tamburini con el ciborg Ranx Xerox y la preadolescente Lubna en la impresionante caja de rotuladores del entonces muy joven Tanino Liberatore; o el mundo del futuro en lugares tan alucinantes como el soñado por el ya citado Moebius en el garaje hermético de Jerry Cornelius. Todo esto danzaba a todo color por revistas que entonces eran libros de cabecera, Cimoc, Metal Hurlant o El Víbora, que sustituyeron a Tintin y al Príncipe Valiente en nuestras mesillas de noche. Por ahí andan los orígenes de este modo de representar la realidad bajo una mirada que pretende si no ser infantil, al menos ser limpia y, como les decía, amable. Es la Ligne Claire que tuvo en la mesa de dibujo de Hergué quizás a su más preclaro representante. 

A todos ellos les debo algo. Y en esos tebeos alcanzo a ver las circunstancias psicológicas y sociológicas que me han llevado a dibujar estos paisajes y estos paisanajes ayudándome tan solo de un rotulador de punta fina, los pilot que sustituyeron y de qué manera a los rotrings, y de una caja de lápices Alpino. No hay más. La metodología, las maneras, debían ceñirse a la intención, tal como los arquitectos funcionalistas nos aseguran que la forma debe estar sometida al uso al que va a ser destinado un edificio. Nada mejor que estos sencillos materiales, la caja de lápices de colores, para alcanzar a dibujar el lado amable de todo cuando nos rodea.

Fundamentos epistemológicos del muñequismo

La epistemología estudia las circunstancias que llevan a la obtención del conocimiento científico, y en este caso a los criterios por los cuales se justifica el objeto artístico. Los fundamentos epistémicos del muñequismo, un arte cien por cien huelvano, pues aquí se ha creado, llevan parejos una definición nítida y precisa de los conceptos buscados, la verdad de una realidad que se describe y también se interpreta en estos dibujos que hoy podéis contemplar, aunque ya sé que por poco tiempo. Hoy se abre y hoy se cierra esta muestra. Todo breve, pues la razón última de este encuentro es para vosotros echar un rato entre amigos y alrededor de una obra que ya conocéis porque se ha difundido por redes sociales, la única manera que tenemos algunos de encontrarnos con el receptor de la obra artística. Al fin y al cabo, la mejor manera que tenemos de hacerlo, diría yo. 

Cerremos el círculo de esta epistemología del muñequismo con otras dos características que lo definen, la libertad y la alegría de crear. Puede que vosotros estéis de acuerdo en que estas obras, aunque sean humildes, nos son atractivas e incluso nos gusta contemplar. En ese caso el ejercicio artístico cumple un último y definitivo requisito epistémico, disfrutar con las cosas bien hechas. Y arte, como sobradamente sabéis, no es más que aquello que está bien hecho.

Un último apunte que me veo en la obligación de ofreceros. Esta efímera exposición en La Bohemia, como la que realicé hace un mes en La Botánica, no es más que una cita con aquellos que han adquirido las obras que de manera efímera aquí se exponen. Como ocurrió en El Rompido, se trata de que amigos y colegas recojan la obra adquirida, que cada cual se lleve la suya y de paso celebrar la ocasión como se hacía en tiempos de los dioses verdaderos, colmando las cráteras del regalo de la tierra, el vino. Tiempo de celebración, del solemne acto litúrgico de alzar las copas, de reír y disfrutar. En ese caso y epistemologías aparte, el objetivo más que cumplido. Gracias a la Paka y a la Bohemia por la oportunidad de cederme sus locales y sus medios técnicos para contactar con amigos que son todos aquellos que gusten de disfrutar de la vida. Es un placer siempre estar con vosotros. Gracias, troncos. 

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