PRESENTACIÓN LITERARIA
Palabras compartidas ante la ‘Remota luz’
El escritor, docente e investigador Manuel Ángel Vázquez Medel llevó en un viaje a través del laberinto a los asistentes a la presentación de su poemario ‘Remota luz’, tan cargado de preguntas, tan desnudo de certezas, tan existencial como entusiasta, bordado con el hilo del amor que da sentido a todo, que hace de la vida el episodio compartido que amamos leer.


‘Remota luz’, como la que desprende la puntiaguda luna amarilla en un rincón de ’La noche estrellada’ de Van Gogh, se hizo tan cercana como el rumor del tic tac del reloj en la muñeca, que dejó de apuntar con insistencia al tiempo para ser disfrute colectivo gracias a las palabras compartidas por Manuel Ángel Vázquez Medel. En el Centro de la Comunicación Jesús Hermida, entre el eco y la huella del maestro que fue, el maestro que aún ejerce con entusiasmo mostró con un mosaico de voces a su último hijo literario, un poemario que hace del tiempo un escenario, que recorre laberintos, se enfrenta a preguntas y dudas y concluye sin pretender categorizar que la vida compartida tiene la mitad de carga y el doble de alegría. Quizás sólo así puede vivirse para llamarse como merece, no queriendo ser nada en especial, pero atesorando con la intensa eternidad de lo fugaz todos los sueños del mundo. En el día de su 63 cumpleaños, la celebración fue un acto de comunión lleno de luz, de versos, de palabras sentidas, de poemas musicados, de claves reveladas, de los puntos de una trayectoria que conducen a Vázquez Medel siempre de regreso a casa, a su Huelva, a la ineludible compañía de la familia en los vagones del tren de la memoria sobre las traviesas que el destino ha ido desgajando del corazón. El primer paso lo puso Rafael Terán, presidente de la Asociación de la Prensa, quien no dudó en señalar a Vázquez Medel como “referente de la cultura”, espíritu compartido con el Centro de la Comunicación, que tiene la vocación de enseñar lo complejo y cotidiano de este proceso que tan magistralmente ejecutó Jesús Hermida. A él se le rinde con orgullo un constante tributo, como el que brinda con su trayectoria de periodismo, comunicación, literatura y docencia Vázquez Medel. Tomaron el testigo las profesoras de Literatura de la Universidad de Huelva María del Amor Pérez Rodríguez y Margarita García Candeira, exalumnas que se repartieron la tarea de modelar una réplica con alma del profesor. Amor unió como eslabones trabajos, cargos, premios y méritos en el aparente inabarcable universo de su inquieta y prolífica pasión por la literatura y sus conexiones con otras artes, entre la docencia y la investigación. Destacó su magnitud profesional, su dimensión humana, su sentido de la justicia y la democracia, su devoción por la lectura, para acabar apuntando a “su vertiente más creativa”, a ‘Remota Luz’, “una oportunidad diferente de dar alcance a su sensibilidad y al espíritu que prometió retomar”. Desde un punto de vista más analítico, denso y a ritmo vivo, Margarita García Candeira desentrañó claves, referencias literarias, motivaciones y estaciones intercambiables de origen y llegada en la obra en cuestión. Señaló que el hilo narrativo está en la entrada y salida de un laberinto, -‘Hacia el laberinto’, ‘Laberinto del tiempo’ y ‘El hilo de Ariadna’- partes que se asemejan a la estructura clásica de presentación, nudo y desenlace, que tienen como cohesión la alegoría de la existencia y un camino que a partes iguales es alegría y satisfacción, melancolía y tristeza. “Hay una grieta en todas las cosas y por ella penetra siempre la luz”, afirmó citando a Leonard Cohen la profesora García Candeira, que también nombró el “tiempo sin tiempo” de Cernuda y otros autores de distintas estéticas, como Homero, Kavafis, Garcilaso, Gil de Biedma, Baudelaire, San Juan de la Cruz y por supuesto Juan Ramón Jiménez, entre otros. Subrayó que Vázquez Medel realiza puntualmente un “apoyo inteligente en los clásicos” en distintos poemas, donde selectivamente hay una “exploración que une a la existencia vital”, “un gusto moderno por el hombre vacío”, referencias al proceso de creación poética y lo prepoético, la condición temporal del hombre en una época que lo “construye y destruye”. También hay cabida para la mitología de ciudades hundidas, tal vez alguna Atlántida, escenarios apocalípticos, el paraíso de la niñez (El genio es la infancia evocada a voluntad”, Baudelaire)… Y como “hilo, guía y salvación” en el tránsito zigzagueante en el entramado de paredes y corredores, el amor de pareja y el colectivo. Se exalta “la gratuidad de la luz”, que la vida auténtica es la vida compartida, pese a la melancolía del paso del tiempo en una tendencia hacia lo oscuro, que no es una pérdida sino un horizonte. “Este camino a la luz tiene mucho que ver con un camino a Huelva; vital, literario y alegórico”, sentenció García Candeira. Comenzó su intervención Vázquez Medel con unos gracias muy juanramonianos a sus antecesores en la palabra y los presentes, familiares más que sagrados para él y amigos, algunos ilustres como Juan Cobos Wilkins, Juan Manuel Seisdedos y Enrique Santana. El autodenominado andaluz periférico regresó al origen en un lugar en el que literatura y comunicación, dos referentes en su vida, se unen. “Nunca he entendido la literatura de otro modo que como comunicación ni la comunicación sin un elemento ético y estético”, afirmó. Señaló que han transcurrido veinticinco años entre ‘Pájaro de la noche’ y ‘Remota luz’, dos obras sin embargo “crecidas en paralelo”. “No soy maniqueo ni creo tener la respuesta a ninguna pregunta. La creación poética es indagación más que respuestas”, expresó el onubense, que aludió también a la doble dimensión, de ser “solitario y solidario”. “Lo que da sentido y dignidad a la vida humana es saber que vamos a morir”, afirmación tras la que parte una “invitación a la vida”. En ella, los presentes recibieron el “regalo impagable” de dos poemas musicados por el cantante palmerino Jesús Albarrán, que encandiló en la ‘La Voz’ por Bob Dylan. A ritmo de folk otorgó una nueva vida a ’Hombre solo en la noche’ y el séptimo fragmento de 'Ciudad Sumergida’: “son más hermosos los poemas con la música y su voz, que parecen escritos por alguien distinto a mí”. Igualmene se sumó al ejercicio de la voz prestada Francisco Javier García Martin recitando otro poema. Encontrar el sentidoTambién fue un magnífico regalo cada poema recitado por su autor, con su dedicatoria y su cita como precisa antesala, sus referencias musicales (Tchaikovsky, Erik Satie…) y sus comentarios posteriores. Sobre ‘El hilo de Ariadna’, el que Teseo usó para llegar a su duelo mortal con el Minotauro y encontrar la salida, expresó que “hay que ir al centro, buscar el sentido de la vida de cada uno con entusiasmo y empeño. Para mí la única salida que da sentido a la existencia humana es el amor y gracias a él somos seres humanos”. Ahí rescató al biológo y epistemólogo chileno Humberto Maturana, quien señala que somos humanos porque la mujer decidió amar más a sus crías de lo que la naturaleza manda. “En esta encrucijada oscura serán las mujeres y lo femenino la que nos saquen del laberinto. Hay que vivir hacia adelante, heráclitanamente, aunque hacia el abismo”. Decía su admirado Francisco Ayala que “cuando muera no seré nada, pero no soy tan soberbio como para saber que es ese nada”. Poniendo las palabras más sentidas y pensadas hacia el abismo, leyó ‘Tiempo de decir adiós’, escrito con el corazón a su hermano Alfonso, fallecido hace quince años, y dedicado a su hermana Cinta, presente y emocionándose a la par que Manuel Ángel. Brotaron los versos hasta que la emoción exigió un silencio repleto de tanto, aún insoportable, para reponerse del golpe seco del peso de la ausencia evidenciada en un terrible flash. Reuniendo fuerzas logró acabar el homenaje, sobre el que antes comentó que “me costó despedirle como se merece. En poesía hay que encontrar el momento y la vía para tomar el pulso”. También señaló que “quienes viven en nosotros despiertan resonancias”. Es por ello que aunque lleguen muchas veces con tintes amargos nunca queremos que dejen de visitarnos, porque el olvido es mucho más doloroso. Sobre el final de la obra concluyó que hay que salir de los laberintos, aunque es consciente que tiene más preguntas que certezas de las que contaba antes de entrar. Citó a Álvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa, y su Tabacaria: Não sou nada (No soy nada) / Nunca serei nada (Nunca seré nada) / Não posso querer ser nada (no puedo querer ser nada) / À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo (A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo). Ese último verso lo hace coincidir con el último de la coda de ‘Remota luz’ y lo muchísimo que encierra.
En el día de su 63 cumpleaños, la celebración fue un acto de comunión lleno de luz, de versos, de palabras sentidas, de poemas musicados, de claves reveladas, de los puntos de una trayectoria que conducen a Vázquez Medel siempre de regreso a casa, a su Huelva, a la ineludible compañía de la familia en los vagones del tren de la memoria sobre las traviesas que el destino ha ido desgajando del corazón.
El primer paso lo puso Rafael Terán, presidente de la Asociación de la Prensa, quien no dudó en señalar a Vázquez Medel como “referente de la cultura”, espíritu compartido con el Centro de la Comunicación, que tiene la vocación de enseñar lo complejo y cotidiano de este proceso que tan magistralmente ejecutó Jesús Hermida. A él se le rinde con orgullo un constante tributo, como el que brinda con su trayectoria de periodismo, comunicación, literatura y docencia Vázquez Medel.

Tomaron el testigo las profesoras de Literatura de la Universidad de Huelva María del Amor Pérez Rodríguez y Margarita García Candeira, exalumnas que se repartieron la tarea de modelar una réplica con alma del profesor. Amor unió como eslabones trabajos, cargos, premios y méritos en el aparente inabarcable universo de su inquieta y prolífica pasión por la literatura y sus conexiones con otras artes, entre la docencia y la investigación. Destacó su magnitud profesional, su dimensión humana, su sentido de la justicia y la democracia, su devoción por la lectura, para acabar apuntando a “su vertiente más creativa”, a ‘Remota Luz’, “una oportunidad diferente de dar alcance a su sensibilidad y al espíritu que prometió retomar”.
Desde un punto de vista más analítico, denso y a ritmo vivo, Margarita García Candeira desentrañó claves, referencias literarias, motivaciones y estaciones intercambiables de origen y llegada en la obra en cuestión. Señaló que el hilo narrativo está en la entrada y salida de un laberinto, -‘Hacia el laberinto’, ‘Laberinto del tiempo’ y ‘El hilo de Ariadna’- partes que se asemejan a la estructura clásica de presentación, nudo y desenlace, que tienen como cohesión la alegoría de la existencia y un camino que a partes iguales es alegría y satisfacción, melancolía y tristeza.

“Hay una grieta en todas las cosas y por ella penetra siempre la luz”, afirmó citando a Leonard Cohen la profesora García Candeira, que también nombró el “tiempo sin tiempo” de Cernuda y otros autores de distintas estéticas, como Homero, Kavafis, Garcilaso, Gil de Biedma, Baudelaire, San Juan de la Cruz y por supuesto Juan Ramón Jiménez, entre otros. Subrayó que Vázquez Medel realiza puntualmente un “apoyo inteligente en los clásicos” en distintos poemas, donde selectivamente hay una “exploración que une a la existencia vital”, “un gusto moderno por el hombre vacío”, referencias al proceso de creación poética y lo prepoético, la condición temporal del hombre en una época que lo “construye y destruye”.
También hay cabida para la mitología de ciudades hundidas, tal vez alguna Atlántida, escenarios apocalípticos, el paraíso de la niñez (El genio es la infancia evocada a voluntad”, Baudelaire)… Y como “hilo, guía y salvación” en el tránsito zigzagueante en el entramado de paredes y corredores, el amor de pareja y el colectivo. Se exalta “la gratuidad de la luz”, que la vida auténtica es la vida compartida, pese a la melancolía del paso del tiempo en una tendencia hacia lo oscuro, que no es una pérdida sino un horizonte. “Este camino a la luz tiene mucho que ver con un camino a Huelva; vital, literario y alegórico”, sentenció García Candeira.
Comenzó su intervención Vázquez Medel con unos gracias muy juanramonianos a sus antecesores en la palabra y los presentes, familiares más que sagrados para él y amigos, algunos ilustres como Juan Cobos Wilkins, Juan Manuel Seisdedos y Enrique Santana. El autodenominado andaluz periférico regresó al origen en un lugar en el que literatura y comunicación, dos referentes en su vida, se unen. “Nunca he entendido la literatura de otro modo que como comunicación ni la comunicación sin un elemento ético y estético”, afirmó.

Señaló que han transcurrido veinticinco años entre ‘Pájaro de la noche’ y ‘Remota luz’, dos obras sin embargo “crecidas en paralelo”. “No soy maniqueo ni creo tener la respuesta a ninguna pregunta. La creación poética es indagación más que respuestas”, expresó el onubense, que aludió también a la doble dimensión, de ser “solitario y solidario”.
“Lo que da sentido y dignidad a la vida humana es saber que vamos a morir”, afirmación tras la que parte una “invitación a la vida”. En ella, los presentes recibieron el “regalo impagable” de dos poemas musicados por el cantante palmerino Jesús Albarrán, que encandiló en la ‘La Voz’ por Bob Dylan. A ritmo de folk otorgó una nueva vida a ’Hombre solo en la noche’ y el séptimo fragmento de 'Ciudad Sumergida’: “son más hermosos los poemas con la música y su voz, que parecen escritos por alguien distinto a mí”. Igualmene se sumó al ejercicio de la voz prestada Francisco Javier García Martin recitando otro poema.
También fue un magnífico regalo cada poema recitado por su autor, con su dedicatoria y su cita como precisa antesala, sus referencias musicales (Tchaikovsky, Erik Satie…) y sus comentarios posteriores. Sobre ‘El hilo de Ariadna’, el que Teseo usó para llegar a su duelo mortal con el Minotauro y encontrar la salida, expresó que “hay que ir al centro, buscar el sentido de la vida de cada uno con entusiasmo y empeño. Para mí la única salida que da sentido a la existencia humana es el amor y gracias a él somos seres humanos”. Ahí rescató al biológo y epistemólogo chileno Humberto Maturana, quien señala que somos humanos porque la mujer decidió amar más a sus crías de lo que la naturaleza manda. “En esta encrucijada oscura serán las mujeres y lo femenino la que nos saquen del laberinto. Hay que vivir hacia adelante, heráclitanamente, aunque hacia el abismo”. Decía su admirado Francisco Ayala que “cuando muera no seré nada, pero no soy tan soberbio como para saber que es ese nada”.

Poniendo las palabras más sentidas y pensadas hacia el abismo, leyó ‘Tiempo de decir adiós’, escrito con el corazón a su hermano Alfonso, fallecido hace quince años, y dedicado a su hermana Cinta, presente y emocionándose a la par que Manuel Ángel. Brotaron los versos hasta que la emoción exigió un silencio repleto de tanto, aún insoportable, para reponerse del golpe seco del peso de la ausencia evidenciada en un terrible flash. Reuniendo fuerzas logró acabar el homenaje, sobre el que antes comentó que “me costó despedirle como se merece. En poesía hay que encontrar el momento y la vía para tomar el pulso”. También señaló que “quienes viven en nosotros despiertan resonancias”. Es por ello que aunque lleguen muchas veces con tintes amargos nunca queremos que dejen de visitarnos, porque el olvido es mucho más doloroso.
Sobre el final de la obra concluyó que hay que salir de los laberintos, aunque es consciente que tiene más preguntas que certezas de las que contaba antes de entrar. Citó a Álvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa, y su Tabacaria: Não sou nada (No soy nada) / Nunca serei nada (Nunca seré nada) / Não posso querer ser nada (no puedo querer ser nada) / À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo (A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo). Ese último verso lo hace coincidir con el último de la coda de ‘Remota luz’ y lo muchísimo que encierra.