Una de las joyas arqueólogicas de la provincia de Huelva es el yacimiento de Tejada la Vieja, situado en el término municipal de Escacena del Campo. Se trata de una ciudad tartésica con gran importancia en esta potente civilización de la protohistoria. Se fundó a finales del siglo IX a. C. y se abandonó en el V a. C, quedando intacta desde entonces sin asentarse en el terreno civilizaciones posteriores.
Una buena parte de sus secretos se encuentran bajo tierra esperando ver la luz y esa es la misión del equipo que dirige la arqueóloga onubense Clara Toscano, doctora del grupo Vrbanitas de la Universidad de Huelva. En enero de 2024 se realizó una campaña de excavación con 16 personas que culminó en febrero con la localización del santuario fundacional de la urbe y ya está programada para el verano de este año 2025 una nueva campaña.
Así lo confirmó a Huelva24.com la responsable del yacimiento, que el pasado año cumplió 50 años desde que fue descubierto y comenzara a ser explorado. Desde entonces, en diferentes fases se han ido descubriendo el trazado urbanístico de este asentamiento tartésico, extendido en unas once hectáreas.
Bien de Interés Cultural desde 2007
La ciudad, reconocida en 2007 como Bien de Interés Cultural (BIC), es propiedad de la Diputación de Huelva y cedida para su estudio mediante un convenio a la Universidad de Huelva, que la gestiona desde 2013.
Tejada la Vieja está rodeada por una muralla de 1.650 metros lineales, con cuatro metros de alto y tres de grosor, tras las que se ha excavado apenas una hectárea de manera superficial en unas nueve campañas. Con este trabajo emergió su estructura urbanística, organizada en manzanas, con sus calles, viviendas, espacios públicos y dedicados a la industrial del metal a la viticultura.
Estructuras circulares de la ciudad para el pisado de la uva y decantación del vino; Clara Toscano, en la excavación; escoria de sílice, presente en todo el yacimientoM. A. F.
El trabajo más reciente en el terreno fue reconocer con un georadar con un alto nivel de detalle las estructuras que encajan con el santuario fundacional de la ciudad, con muros de 80 centímetros desde el nivel del suelo actual hacia abajo y una orientación fijada en torno a la salida y puesta del sol.
A esto ha seguido un estudio durante meses en el laboratorio de todo el material de valor recogido durante la excavación.
El objetivo es desarrollar un plan de investigación de unos seis años de duración para seguir caminando hacia el estudio exhaustivo de una ciudad dormida en una cápsula del tiempo.
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