De lo figurativo a la abstracción hay un recorrido menor de lo que parece. Estás delante de las pinturas de Laura González y sabes que detrás de esas formas, de esos desenvueltos trazos, están las flores cubiertas de rocío en un jardín por el que antes estuvo transitando su mirada interior, hasta resolver en el estudio las formas en sentimientos.
Muestran abiertamente sus pinturas el temblar de los pétalos sobre el lienzo, la fragancia de una naturaleza en su mínima expresión. Trazos y volúmenes que se expresan fieles a un original más sentido que observado con la minuciosidad de un realismo del que la abstracción separa y ordena los ritmos compositivos según la intuición. Laura González afirma inspirarse en la naturaleza y ofrece la síntesis de lo que ha sentido. Es pura abstracción lírica, la expresión de la emoción de la artista que siente la necesidad de expresar sentimientos rápidos y certeros.
Recuerda el trabajo de Laura González precisamente a los primeros trabajos de los abstractos, pequeñas obras, casi apuntes en los que el color atrae, atrapa más bien, invitando al espectador a dejarse envolver por los mismos recorridos que lleva una pintura fresca y voluble, justo como una flor.
La muestra se abrió el pasado fin de semana en el restaurante Rocataliata, en la calle Rico de la capital onubense, un lugar en el que la dirección hace ya muchos años que acoge la pintura de los artistas onubenses, un local que se suma a las celebraciones que son todas y cada una de las exposiciones que se celebran en la ciudad.
En esta ocasión son las pinturas de una artista formada en la Facultad de Bellas Artes de la Complutense madrileña, que ha transitado por el realismo especializándose en el retrato y que ahora realiza un recorrido liberador por la esencia de la pintura, las formas y el color.
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