Pinturas de Juan Fernández en Caja Rural del Sur

La quieta realidad

El pintor ayamontino Juan Fernández trae a su muestra 'Naturalezas' paisajes sentidos pincelada a pincelada en los que el agua se suspende sobre sus reflejos y sus transparencias

El ayamontino Juan Fernández participa en una muestra colectiva en Madrid

La pintura de Juan Fernández y la poética voz de Juan Ceada, hermanadas en 'De Palabras y Colores'

El pintor junto a una de sus obras h24

Bernardo Romero

En la larga y fecunda carrera profesional de Juan Fernández destacan los paisajes urbanos, el retrato y la naturaleza con especial atención al agua, como en la muestra que ofrece a partir del lunes en la sala de la Caja Rural. De hecho, hay en la exposición un par de ejemplos en los que une el agua y la naturaleza, dos lienzos de gran formato que muestran el agua remansada que refleja una viva vegetación, uno localizado en las riberas del Duero a su paso por Soria, y otro en el Danubio y Budapest. Son paisajes sentidos pincelada a pincelada por el artista ayamontino, en los que el agua se suspende sobre sus reflejos y sus transparencias. En estos dos lienzos, como en el resto de la exposición, Juan Fernández trabaja con minuciosidad para extraer de su paleta el color y la forma que le han atraído de un lugar o de un momento. Encaja de esta manera en el gusto por la pintura que intenta reflejar la realidad. Pintura de lo vivido atrapada por la destreza y la intuición del artista. Quieta realidad.

Pintar al gusto de quienes están ávidos de tener arte real en sus manos, o al alcance de sus ojos, de la pura contemplación, no es nada nuevo. Es más bien la normalidad al menos desde que la eclosión de una burguesía amparada en el comercio y la manufactura preindustrial en los países del norte, movió a los pintores que salían del Renacimiento a iniciarse en el paisajismo. Pura y llanamente en los paisajes, en lo que hasta hacía bien poco fuera una novedad al abrirse las escenas al exterior dando profundidad y vida a la pintura ya desde el Trecento, con Cimabue, Simone Martini o el Gioto, y que ahora se independizaba hasta dejar atrás paisajes de referencia tras una balconada o una ventana, con ilustres ejemplos en la Santa Bárbara de Campin o la Virgen del canciller Rolin de Van Eyck y alcanzar la maestría de pintores como Patinir que ya solo se van a ocupar del paisaje. Contamos todo esto para entender y situar la pintura de Juan Fernández a la que intentamos nominar pintura realista para alejarla del realismo como estilo e intención.

Juan Fernández, el propio pintor insiste en ello, se inclina hacia lo figurativo dentro de las corrientes realistas. Una manera de entender el arte, lo bien hecho, que lo relaciona con una nómina de pintores que han satisfecho las necesidades de segmentos de población surgidos de las sucesivas eclosiones económicas que la sociedad ha tenido en Occidente en los últimos cuatro siglos. Cuando nombrábamos a los paisajistas flamencos estábamos dando cuenta del surgimiento de una burguesía enriquecida al albur del renacer urbano y por ende del comercio. De igual manera cuando hablamos de la pintura realista, que no del realismo, estamos hablando de las mejoras en las condiciones de vida de los europeos tras la revolución industrial, que amplia ese segmento de población que citábamos y que es capaz de tener entre sus bienes de consumo, también cuadros o pinturas, arte, para satisfacer necesidades también espirituales que surgen, como es natural, en estas clases ascendentes. Tal como sigue ocurriendo hoy.

Courbet tituló el cuadro que no le dejaron exponer en el Salón de París como 'L'Atelier du peintre. Allégorie Réalle déterminant une phase de sept années de ma vie artistique (et morale)', toda una declaración de intenciones. Se inicia con esta rechazada pintura, por la mediocridad de común instalada en el poder, un tipo de realismo pictórico que enseguida figuras como Delacroix se apresuraron a elogiar. Normal, el cuadro era poner a la vista de los franceses la forma de vivir imperante en la Francia de unos años en los que las veleidades revolucionarias apenas eran recordada por pequeños grupos de nostálgicos y alguna canción emotiva que movía a la lágrima fácil. Como estamos viendo, tampoco estamos ahora muy alejados de semejante esperpento. Courbet desnuda su vida artística y moral haciendo lo que después se va a generalizar, bebiendo al mismo tiempo de toda una tradición pictórica que colgaba de los más importantes museos y galerías europeas. Del realismo con cierta intención de denuncia social, se regresa a una corriente inmersa en este estilo, la pintura realista, que es menester saber diferenciar y que va destinada a satisfacer las necesidades de consumo de una parte importante de la sociedad en el ya industrializado mundo contemporáneo. Un sector de la población ansioso de satisfacer con bienes de consumo no ya sus necesidades físicas, sino también las espirituales, la contemplación de lo hermoso, de lo bien hecho, del arte en suma. Es en estos senderos donde encontramos el pincel exacto y laborioso de Juan Fernández.

'Naturaleza' ha titulado a la muestra y naturalezas son las que ha colgado en la galería de la Caja Rural el pintor de Ayamonte, radicado en la villa y corte desde que en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Pinturas que ha ido construyendo con minuciosidad, tratando las superficies con la técnica y la maestría de quien se sobrepone al paso del tiempo en el breve ejercicio de limpiar un pincel o esperar ese tiempo mínimo que tarda en secar el acrílico para hacer uso a continuación de pinturas al óleo que le van a permitir abrirse a otras calidades. Técnica y formación en consecuencia. Naturalezas en las ha buscado una sensación de belleza bajo la superficie de las aguas o en unas ramas mecidas por una suave brisa, en un florero donde el agua vuelve a sobresalir, o en esas superficies del mar apenas revueltas que tanto ha vivido desde los muelles o desde las orillas de su ciudad natal. Naturalezas que formaliza en un objetivo final, el de encontrarse con la mirada de quien busca belleza a su alrededor, y aquí volvemos a la pintura del paisaje o a las naturalezas muertas, fijándonos en un detalle creemos que esencial, el de que tras las flores, tras las plantas no encontramos colores planos, sino paredes con texturas que el artista ha buscado en su paleta con la minuciosidad del pintor calmado, impasible a un mundo que circula a su alrededor con unas prisas que delante de un caballete no se pueden tener.

Rodeado de sus muchos amigos de la Huelva que nunca le vio definitivamente partir, Juan Fernández regresa para mostrarnos su última producción. En esta ocasión marinas, bodegones y hasta paisajes exentos de todo lo que el artista ha considerado superfluo para centrarse en los escueto de una planta o un reflejo en el agua. Pinturas para satisfacer el alma, que no solo de pan, recuerden, vive el hombre.

'Naturaleza'. Óleos y acrílicos de Juan Fernández. Sala de exposiciones de la Caja Rural del Sur. Mora Claros, 6. Huelva, hasta el 30 de junio. Lunes a viernes de 11.00 a 13.30 y de 18.00 a 21.00 horas.

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