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Se llama como una planta y está rodeado de montañas: así es el desconocido pueblo de Huelva que está perdido en medio de la sierra
Este rincón de la sierra es un refugio perfecto para quienes buscan silencio, autenticidad y paisajes que aún conservan el ritmo lento de la vida rural
Seis pueblos de Huelva que cautivan por su magia en la Sierra, el Condado y la Cuenca Minera
S. M.
Huelva
Entre montañas cubiertas de encinas y el murmullo constante del viento serrano, se esconde Hinojales, uno de los pueblos más pequeños y tranquilos de la provincia de Huelva. Situado a más de 600 metros de altitud, dentro del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, este rincón de la sierra es un refugio perfecto para quienes buscan silencio, autenticidad y paisajes que aún conservan el ritmo lento de la vida rural.
Su nombre, tan singular como evocador, tiene un origen sencillo. «Hinojales» significa literalmente lugar donde crece el hinojo, una planta silvestre muy abundante en la zona que da aroma a los caminos y recuerda que aquí la naturaleza es la verdadera protagonista. El topónimo ya resume lo que el visitante encontrará, un pueblo nacido de la tierra y moldeado por su entorno.
Un pasado entre montañas
Aunque pequeño, Hinojales guarda una historia larga y diversa. Formó parte en sus orígenes del territorio de Aracena y se integró después en el Reino de Sevilla. En sus alrededores se han hallado restos arqueológicos que revelan asentamientos desde la Edad del Bronce y vestigios visigodos, lo que demuestra que este enclave serrano ha estado habitado desde hace milenios. Su situación entre montes y valles lo protegió del paso del tiempo, permitiendo que conserve buena parte de su fisonomía tradicional.
Con apenas 330 habitantes, Hinojales mantiene el encanto intacto de los pueblos que parecen ajenos a las prisas. Sus calles estrechas y empinadas, las fachadas encaladas y los tejados rojizos dibujan una estampa típicamente andaluza. En lo alto se alza la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, del siglo XV, una joya del gótico-mudéjar que domina el paisaje. No muy lejos, la Ermita de la Tórtola añade un toque de espiritualidad y tradición popular, especialmente durante sus fiestas patronales.
El entorno natural es uno de los grandes atractivos del pueblo. En sus alrededores abundan los senderos entre dehesas, olivares y huertos, que invitan a pasear entre el olor del tomillo y del hinojo. Desde los miradores cercanos se divisan panorámicas impresionantes del parque natural, especialmente al atardecer, cuando el sol tiñe las montañas de tonos dorados y cobrizos.
Sabores y tradiciones que perduran
Hinojales también conserva una rica herencia gastronómica. Los productos del cerdo ibérico, los guisos de campo, los dulces caseros y recetas como el bollo de papas o el escabeche de habichuelas son parte de su identidad culinaria. Sus fiestas, como la popular Romería de la Tórtola, reúnen a vecinos y visitantes en torno a la música, la devoción y la hospitalidad.
Aislado, pero lleno de vida, Hinojales es uno de esos lugares que sorprenden por su sencillez. No necesita grandes monumentos ni reclamos turísticos para enamorar. Basta caminar por sus calles en silencio, escuchar el eco de las campanas o mirar cómo la niebla se disuelve entre los montes para entender su encanto. Quien llega hasta aquí descubre un pueblo que, como la planta que le da nombre, crece entre la tierra y la luz, firme y discreto.
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