¿Cuál es el imponente castillo de Huelva que vigila tres provincias?
Además de conocer la impresionante fortaleza medieval, el visitante podrá disfrutar en este municipio serrano de un rico patrimonio cultural, una amplia red de senderos y una exquisita gastronomía que convierten al enclave en destino turístico de excepción
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José Manuel Brazo Mena
Al adentrarse en la localidad onubense de Santa Olalla del Cala, orillada en la Ruta de la Plata (A-66), el viajero se encuentra con un amplio caserío, dominado desde el medievo por una interesante fortaleza. Sin embargo, el lugar figura como una encrucijada de caminos desde tiempos anteriores, siendo calzada romana que enlazaba Itálica con Astorga, pasando por Emérita Augusta, por donde se transportaban los metales de las minas, abundantes en la zona.
Para controlar esa vía de comunicación, el rey de Castilla Sancho IV el Bravo, ordenó en el año 1293 construir varios castillos para reforzar la línea defensiva en la frontera de los territorios musulmanes, conocida como la Banda Gallega. Una de estas fortalezas, la de Santa Olalla del Cala, se emplazó en una posición privilegiada, ya que controlaba un tramo de la vía de la Plata que era lugar de paso natural entre la Meseta y el Valle del Guadalquivir.
El baluarte defensivo, de planta rectangular alargada, ocupa más de 4.500 metros cuadrados, con diez lienzos de muralla y diez torres, cuatro de ellas semicirculares. Tras pasar por varias reformas, fue paulatinamente abandonado, hasta convertirse durante en el XIX y principios del XX en cementerio municipal. Desde que se restauró en 2006, se puede visitar los días festivos y fines de semana, y el resto sólo se puede hacer mediante reserva previa.
Desde sus almenas, se divisan las tierras de tres provincias: Huelva, Sevilla y Badajoz, así como una bella panorámica del pueblo a vista de pájaro. Sorprende en el conjunto urbano, lindando con el castillo, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción del siglo XIV al XVIII que mezcla los estilos gótico, mudéjar y barroco. Frente a su antigua portada se alza un crucero plateresco del siglo XVI, que recuerda a los peregrinos del camino de Santiago.
En su descenso desde la fortaleza, el viajero se encontrará en el casco urbano con la casa del Museo Etnográfico, en la Plaza Libertad, donde pueden verse las antiguas formas de vida de los habitantes de la zona a través de piezas y enseres de la casa donados por los vecinos. Toda una muestra de sus usos y costumbres en materia de labranza, ganadería, cultivo y recolección de aceitunas, entre otros contenidos, como fiel exponente de la cultura popular de antaño.
Otros elementos de interés que se conservan en el pueblo son las casas señoriales de la calle Zurbarán; las acogedoras plazas, junto a la calle Marina Española, nombre que rememora hazañas de los habitantes de Santa Olalla contra los franceses en la Guerra de Independencia, o bien los restos de una sinagoga, localizados por los especialistas en un antiguo hospital, que después fue matadero y almacén municipal.
Centenaria plaza de toros
Junto al valle de la rivera de Cala, llama la atención el singular coso taurino, construido con grandes piedras de granito negro el año 1912. Su aspecto exterior asemeja a una fortaleza medieval con originales contrafuertes troncocónicos. Por ella han pasado grandes figuras del toreo de cada época. En el año 1999, el Ayuntamiento santaolallero mejoró la plaza con nuevos chiqueros, iluminación eléctrica y un callejón, dando una nueva dimensión al ruedo.
Pero, sin duda, uno de los atractivos de la ruta lo constituye el entorno natural, con las magníficas dehesas localizadas en las proximidades de la carretera de Cala, o el curso de la rivera del mismo nombre, que marca los límites de la localidad, con la comunidad de Extremadura y la provincia de Sevilla, y que discurre cubierta en algunos tramos por bosques galerías, junto con una vegetación hidrófila y con una riqueza piscícola importante.
Riscos, batolitos y berruecos
Gran parte de la extensión de Santa Olalla del Cala se asienta sobre un gran botón plutónico granítico (masa rocosa surgida a la corteza terrestre desde las profundidades), generando unos paisajes rocosos, a veces con formas caprichosas -riscos, batolitos y berruecos- que se distribuyen por el entorno de la localidad, principalmente se encuentran ubicados la zona noreste, en los límites geográficos con El Real de la Jara (Sevilla) y con Monesterio (Badajoz).
Así, estas formaciones graníticas se pueden contemplar junto a la carretera que conduce al Real de la Jara, y que pasa por la Rivera de Cala, situada a 4 kilómetros de la población, en cuyas inmediaciones está emplazada la ermita de Santa Eulalia, patrona del pueblo, lugar de peregrinación utilizado también como área de esparcimiento, por su atractivo paisaje para el paseo, constituyendo un lugar emblemático y muy visitado por los lugareños.
Tonos espectaculares en el sendero de Teuler
Otro de los senderos señalizados (GR48), aprovecha parcialmente el trazado del antiguo ferrocarril minero, una ruta que procede de Cala y de las Minas de Teuler, donde las rocas adquieren tonos espectaculares por las precipitaciones de los metales. Siguiendo el trazado (16 kms), se pasa junto al cortijo El Moro, la dehesa Pedregosilla y el cortijo de Paco Marín, hasta el mirador de Teuler, donde se pueden ver restos de la extracción de minerales y una corta, que está inundada en su fondo, con paredes de colores azulados.
Camino a la Sierra del Viso
Aunque este sendero no está catalogado como tal, es el más transitado por personas y bestias a la hora de realizar las labores de recogida de aceitunas. En el punto más alto de la sierra se encuentra El Mojón, un cerro con 847 m, desde cuyo mirador se puede observar el olivar y la dehesa, y los pueblos de Zufre, Corteconcepción, Puerto Moral, Cala y El Real de la Jara. Este camino es de dificultad alta y actualmente sólo es posible realizarlo a pie o a caballo.
Para comer, la ruta se completa con exquisitos platos como el gazpacho con hígado de cerdo; guisos como el caldillo, elaborado con las vísceras de este animal, y el menudo de chivo; el almorraque, picadillo realizado con pimientos, tomates y sardinas asadas, además de ricos postres y dulces como las poleás;la bolla de chicharrones, torta elaborada manteca de cerdo, así como los pestiños y gañotes, bañados en miel de la sierra.
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