Jóvenes investigadores defienden su vocación: «A los ingenieros se los rifan, pero también pueden trabajar el mundo de la universidad»
Los participantes en el Congreso de Jóvenes Investigadores del Mar reivindican su papel clave en el futuro científico pese a las dificultades
Jóvenes frente al mar: la UHU reúne en Huelva a la nueva generación de investigadores que marcará el futuro azul
La Universidad de Huelva acoge esta semana un encuentro de jóvenes investigadores del ámbito marino
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Iniciar sesión«A los ingenieros se los rifan, pero yo creo que mucha gente no conoce que los ingenieros pueden trabajar en investigación en el mundo de la universidad». La frase la pronuncia Gabriel Gómez, investigador y doctorando, casi con ironía. Lo hace para subrayar una realidad que, según él mismo explica, no siempre se entiende: que dedicarse a la investigación es una opción profesional posible, necesaria y valiosa… aunque también compleja. Y que incluso perfiles muy demandados, como el suyo, encuentran trabas cuando el objetivo es hacer ciencia desde la universidad.
La cuestión ha estado muy presente esta semana en Huelva, donde se ha celebrado la quinta edición del Congreso Jóvenes Investigadores del Mar, JIS del Mar 2025. Un encuentro organizado en la Facultad de Ciencias del Trabajo y Relaciones Laborales, donde se presentaron 97 investigaciones en formato oral y otras 47 en póster. El objetivo: que los jóvenes investigadores pudiesen compartir sus proyectos, pero también sus inquietudes y las dificultades propias de un camino que, como todos coinciden en señalar, exige vocación y resistencia.
El propio rector de la Universidad de Huelva, José Rodríguez, ya apuntaba estos días en un encuentro con los medios la necesidad de aumentar la inversión en ciencia y, sobre todo, de no limitarla únicamente a la investigación aplicada. «La ciencia es un ecosistema que hay que alimentar por igual», recordaba, porque si solo se sostiene la parte aplicada «llegará un momento en el que no habrá ciencia que aplicar».
«No te lo ponen fácil, pero vale la pena»
Laura Pantoja lo sabe bien. Ella se decidió por la investigación casi de forma natural, después de una vida entera vinculada al estudio que la llevó finalmente a Granada. «Llevo estudiando toda mi vida, no sé hacer otra cosa. No te lo ponen fácil, pero yo creo que es echarle ganas, enfocarte y dedicarte a esto. Vale la pena, claro que sí. Todo depende de lo que tú quieras en la vida», explica. Y reconoce que el sacrificio no es menor: becas insuficientes, inestabilidad, incertidumbre y la sensación constante de estar en evaluación. Pero aún así, no desiste.
Gabriel Gómez coincide: la suya fue una inquietud que nació dentro de un proyecto al que se enganchó hasta convertirlo en su tesis doctoral. «Me fue cautivando más. Soy una persona muy curiosa y vi una forma apasionante de desarrollarte como persona». Pero también advierte que el camino académico sigue sin mostrarse como una opción clara para muchos jóvenes. «Mucha gente no conoce que un ingeniero puede dedicarse a investigar, a enseñar en la universidad, a trabajar en ciencia. Y congresos como este ayudan a mostrar esa vía».
Blanca Martínez también habla desde la vocación y una relación con el mar que es casi emocional, y que ahora trata de convertir en su medio de vida. «Desde siempre me ha encantado el mar y siempre he querido aprender de él. Creo que esta es la forma de poner mi granito de arena al conocimiento sobre el mismo».
Sin embargo, su relato se vuelve firme cuando aborda la falta de recursos. «Hay que luchar con uñas y dientes para llegar donde podamos, pero la cosa es complicada, porque no hay ayudas suficientes». Es ahí donde se superponen estas tres voces: amor por el conocimiento y frustración por la precariedad.
Así, el congreso no solo ha servido para mostrar trabajos científicos, sino para hacer visible una realidad que no es nueva pero que sigue sin resolverse: el país forma talento que después no siempre retiene, exige excelencia sin garantizar estabilidad, y reclama innovación mientras reduce la base que la sustenta. Los jóvenes investigadores lo tienen claro: la ciencia requiere continuidad, financiación y reconocimiento.
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