el séptimo de comisaría
Sobre el sincericidio cultural como estilo vital
Me estoy quedando sin amigos. Y no lo digo porque tenga casi cuarenta años y ellos se estén casando y teniendo hijos mientras yo sigo comprando comida para gatos y yendo al Mandala cada fin de semana
Los que me conocéis sabéis muy bien que en realidad a las once de la noche estoy metida en la cama repasando pelis en Filmin. No, mis amistades me están abandonando porque me he vuelto sincera. Pero a lo bruto.
Sí, desde hace un tiempo practico lo que se conoce como sincericidio. Esta palabra compuesta por «sinceridad» y «suicidio» se popularizó gracias a la canción de Leiva (muy recomendable) y viene a ser ese decir las cosas a la cara y sin muchos filtros, pudiendo herir la sensibilidad del receptor del mensaje. Es un soltar lo que piensas a lo loco, comprando todas las papeletas para que te tachen de gilipollas.
¿Es útil la mentira en el mundo cultural? Obvio que sí. En el mundo en general. Pero ¿no estáis hartos de bienquedismos? Qué aburrimiento. No puc més. Sintamos el filo cortante de lo cierto; pongámonos al borde del precipicio social que supone la honestidad; apretemos el gatillo de un pensamiento sin censura, a quemarropa; ajustemos más la soga de lo veraz. No imagino mejor forma de morir.
¿Todo el mundo tiene talento?
En el arte, algunas profesiones deberían tener la verdad por bandera. Comisarios, galeristas, críticos de arte... Echo mucho en falta una crítica objetiva sobre una exposición o sobre el trabajo de un artista. Ahora parece que todo el mundo tiene talento. Y mucho además. Todos son la leche en lo suyo, lo que me resulta, por un lado, poco creíble y, por otro, bastante peligroso. ¿O no lo es animar y dar alas a quien no tiene habilidades reales?
Si tu colega ha pintado un mojón, es mejor que lo sepa. Si a tu vecina le ha dado por escribir poemas y se cree Gloria Fuertes, más te vale decirle que se dedique a otra cosa. Si tu novio se ha comprado una guitarra, no le regales el oído afirmando que va a ser el próximo Jimi Hendrix. Irte a la cama con la conciencia tranquila debe convertirse en tu objetivo en la vida. Es la Dormidina más potente del mercado.
La franqueza es un valor en alza. Nos ayuda a ser libres, a ser auténticos, a que corazón, mente y boca sean uno. Thomas Mann sentenció que «con el tiempo, es mejor una verdad dolorosa que una mentira útil». A nadie le gustan los embustes ni las trolas. Son feas, tienen las patas cortas y contra los cojos no tienen nada que hacer. Regimiento mío, evitad las patrañas y apuntaos al sincericidio colectivo. En cualquier caso, la amistad, como Cristina Pedroche, está sobrevalorada.
