el amor no era para tanto

La era de la matización

Es el signo de los tiempos (uno de ellos): la imposibilidad de formular un enunciado sin estar explicándonos cada tres segundos para que nadie se sienta ofendido, tanto por el contenido como por el continente

Felicidad enlatada y pobreza oculta

Gordofobia, frivolidad y lo que haga falta

Al menos somos los mejores en algo

Micrófonos de diferentes medios de comunicación EP

Jesús González Francisco

Ayamonte

Andaba el otro día rebuscando en el cajón de sastre de YouTube algún podcast que echarme al coleto. Como a veces uno se las da de intelectual, pues me puse a huronear entre la cornucopia filosófica a ver si encontraba una conferencia, explicación o entrevista que aplacara mis ansias de iluminación espiritual (matización: ironía).

Pues bien, al final me quedé con una entrevista a un filósofo en la que este departía sobre gran cantidad de asuntos trascendentales con un espíritu pedagógico encomiable y una cercanía refrescante. Pero todo el solaz derivado del evidente prestigio del entrevistado quedó empañado por un curioso efecto producido durante la conversación y que se lleva repitiendo de forma constante de un tiempo a esta parte en todos los ámbitos de la sociedad; lo veo en el fútbol, en la política, en el famoseo, en la educación y en lo que a usted se le ocurra, oiga. Me gusta llamarlo 'La era de la matización' y supone el producto manufacturado durante años por la dictadura de las redes sociales y de obligado cumplimiento popular so pena de condenación eterna.

Verán, en una de sus respuestas, el filósofo comenzó a departir sobre la naturaleza humana refiriéndose al «hombre» como construcción filosófica que incluía a la especie humana, para, inmediatamente, dedicar sus buenos dos minutos a matizar que «hombre» es injusto socialmente en nuestros tiempos; que si mujer, que si trans, que si cualquiera que perteneciera a la especie humana… en definitiva: la matización ocupó muchísimo más tiempo que la propia respuesta que el pobre heredero de Kant tenía prevista para la pregunta del entrevistador. Pero la cosa no quedo ahí. No señora.

En otro momento de la conversación, estableció la diferencia canónica entre los humanos y los animales, es decir, recurrió a la tesis habitual de que los animales son distintos a nosotros por no disponer de autoconciencia, para, de nuevo, matizar que, claro, no se me molesten los dueños de perros que son muy listos y cariñosos, que no se refiere a eso, sino al raciocinio blablablá… resultado: la matización duró mucho más que la propia respuesta. Y este esquema se repitió en tres o cuatro ocasiones más, alargando artificialmente el contenido de unas respuestas, por otra parte, bien argumentadas desde el punto vista filosófico, que se convertían en densas y aburridas desde el momento en que el colega justificaba sus aseveraciones para que nadie se le soliviantara.

La matización duró mucho más que la propia respuesta y este esquema se repitió en tres o cuatro ocasiones más, alargando artificialmente el contenido

Es el signo de los tiempos (uno de ellos): la imposibilidad de formular un enunciado sin estar explicándonos cada tres segundos para que nadie se sienta ofendido, tanto por el contenido como por el continente.

En otra entrevista, esta más cercana en el tiempo, un entrevistador (omitiré cualquier detalle que pudiera conducir a la revelación de su identidad, pero está circulando por todas las redes sociales) exigía de su entrevistada una matización sobre lo que acababa de afirmar, impeliéndola a desdecirse, a seguir la senda marcada por él, ya que la entrevistada era «uno de los nuestros», de tal modo que la joven hubo de emplear, al menos, tres minutos de entrevista explicando que lo que en realidad había querido decir es que… Ya no importaba su opinión, sino la matización que determinaba su «limpieza de sangre», su alineamiento absoluto con cualquiera que fuera el precepto exigido por el entrevistador.

Se olvidó del amor

Y aún les regalo un ejemplo más, el último. Un célebre escritor español respondía a una pregunta sobre la naturaleza del amor durante la emisión de una conversación en profundidad: «Cuando un hombre ama a una mujer -decía- o a un hombre si te gustan los hombres o a ambos si te gustan los dos o a una persona trans…» y se embarró tanto en la matización que cuando quiso conectar con su enunciado inicial ya se había olvidado del amor y de la madre que lo parió y el periodista tuvo que recordarle la pregunta.

Como les decía, es el signo de los tiempos. Ocurre en todo momento y a cualquiera de nosotros, incontables combinaciones de excusas previas al contenido real de nuestra intervención, como si fuéramos autores teatrales incluyendo acotaciones a nuestro parlamento para que el espectador pueda seguir el texto de forma conveniente, sin sentirse atacado o incómodo, no vaya a ser que se levante del asiento y abandone la sala.

Lo peor de todo no es ni siquiera la tendencia perversa a exigir una constante retractación o la aún más perversa autocensura, lo peor de todo es que cualquier afirmación o comentario se transforma en un discurso aburridísimo al que cuesta seguir el hilo tras tamaña acumulación de subordinaciones forzosas (o autoimpuestas). De esta forma, cualquier conversación, cualquier entrevista o incluso cualquier texto escrito acaba convirtiéndose en una justificación sin contenido alguno.

En tiempos como estos, tan volubles e inquisitoriales, el viejo sentido del lenguaje como vehículo de entendimiento entre iguales parece haberse precipitado por el sumidero de la absurda ultracorrección política y corre el peligro de transformarse en una interminable sucesión de justificaciones encadenadas, una especie de ruido de fondo que ensordezca por completo el mensaje original, animado por la utópica pretensión de dejar a todo el mundo satisfecho.

Les deseo una Feliz Navidad y un fabuloso Año Nuevo, agradeciéndoles un año más su bondad y paciencia por permitirme asomarme de vez en cuando a sus vidas para contarles mis cositas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación