Este es el pueblo menos feliz de la provincia de Huelva según un estudio: ¿Cuáles son los motivos?
Lo ha elaborado el portal Sonneil teniendo en cuenta diversos baremos
El pueblo de Huelva con el nombre más curioso: ¿cuál es y por qué se llama así?

El portal Sonneil (Spain Happy Index) ha elaborado una clasificación de los pueblos más y menos felices de España teniendo en cuenta varias variables, como los días de sol que hace al año, los días de lluvia, los días de viento, las temperaturas medias, los habitantes o los hospitales y escuelas infantiles que tienen dentro de su territorio.
En cuanto a la provincia de Huelva, según este portal el pueblo menos feliz, con un total de 63,14 puntos sobre 100 sería Cabezas Rubias, que está enclavado en el corazón del Andévalo onubense y cuenta con una población censada de 865 habitantes, según fuentes de la Junta de Andalucía.
Eso sí, Cabezas Rubias tiene muchos encantos que posiblemente ha pasado por alto Sonneil, como por ejemplo que está rodeado por un entorno natural de una belleza privilegiada. Este rincón ha sido testigo a lo largo de la historia de una intensa actividad minera, entrelazada con las tradiciones ganaderas y agrícolas que caracterizan a la sierra.
El original nombre de esta localidad no se eligió al azar, sino que existen varias teorías acerca de su origen. Una es que esta localidad, al estar rodeada de montes de color dorado, da la sensación de estar vigilada por auténticas cabezas rubias. También, Cabezas Rubias se caracteriza por sus casas encaladas con tejados rojizos a dos aguas. De hecho, la denominación original, «Ad Rubras», hace referencia a los pastizales dorados y los suelos teñidos de rojo por el hierro. Aunque algunos aseguran que la posada medieval, Venta Rubia, dio nombre al pueblo, la incertidumbre agrega un toque de misterio a su topónimo, que estaría relacionado, más bien, con que la tonalidad de la tierra que lo rodeaba, relacionada no sólo con los pastos sino también con su riqueza en metales, hicieron que su primitiva denominación romana fuese Ad Rubras, un núcleo poblacional -ubicado algo más al sur que el contemporáneo - que fue posteriormente evolucionando hasta el actual Cabezas Rubias. Así, según esta teoría, serían los montes de tono dorado que lo escoltan los que habrían acabado también por 'bautizarlo'.

Cabezas Rubias además, guarda una especial conexión con el Condado de Niebla, al que se unió tras el Tratado de Badajoz en 1267, por el que las tierras comprendidas entre los ríos Guadiana y Guadalquivir se sumaron a los territorios incorporados a la Corona de Castilla, aunque poco después las epidemias asolarían a la población durante los siglos XIV y XVI. Los años subsiguientes se caracterizaron por numerosas incursiones y disputas territoriales, pero a mediados del siglo XIX, la fiebre minera transformaría el municipio hasta que en el siglo XX Cabezas Rubias retorna a sus raíces agroganaderas, donde el presente se ancla firmemente en la sostenibilidad de sus recursos naturales.
El casco urbano de Cabezas Rubias se despliega con la autenticidad de los pueblos serranos, donde las calles Rincón y Coso son testigos mudos de su encanto. Monumentos como la Ermita de San Sebastián, de estilo manierista del siglo XVI, y la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, son las principales joyas monumentales del pueblo.
Por su parte, el entorno natural de Cabezas Rubias se caracteriza por la presencia de encinas y monte bajo, que se mezclan con repoblaciones de eucaliptos y pinos. Sin embargo, la abundancia de estos últimos en las últimas décadas ha llevado a un empobrecimiento ambiental, desafiando la armonía de la región.
Festividad de San Sebastián
El 20 de enero Cabezas Rubias celebra la festividad de San Sebastián iluminando las calles para una celebración que marca el calendario local. La Feria de Agosto, honrando a Nuestra Señora de Consolación, es un crisol de deportes, música y doma vaquera. Pero la joya es la Romería de San Sebastián, donde los fandangos suenan, las candelas iluminan el Cabezo de El Butrón (lugar donde se encuentra la ermita) y la tradición rural cobra vida.
Gracias al arroyo de los Molinos, la agricultura ha sido el motor de Cabezas Rubias. Olivos, cereales y viñas son los cultivos que pintan de verde estas tierras. La ganadería también tiene su papel, y con la desaparición de la minería, estas tradiciones se han convertido en la base de la economía local.
Y no podemos olvidarnos de la comida. Carnes de caza, calderetas de cordero y potajes de gurumelo son platos que despiertan el paladar. Y para el postre, poleas, piononos y gañote endulzan los paladares de vecinos y visitantes.