Las Fuerzas Armadas ponen a prueba en Huelva su muro anti drones ante la amenaza en Europa del Este

El campo de tiro del Médano del Loro acoge un ejercicio sin precedentes contra sistemas aéreos no tripulados, el mayor desafío en los conflictos modernos

Los tres ejércitos junto a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado perfeccionan tácticas y prueban nueva tecnología

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Militares durante el despliegue junto a la playa onubense del Médano del Loro h24
H. Corpa

H. Corpa

Almonte

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Las lecciones aprendidas en los cielos del flanco oriental de Europa, donde la guerra se libra a través de silenciosos enjambres de drones, están encontrando su eco esta semana en el paraíso natural del Médano del Loro, en Huelva. En este enclave militar estratégico, un paraje de dunas y pinares junto al Atlántico, España ha desplegado la respuesta más ambiciosa hasta la fecha a esa amenaza emergente: el ejercicio Atlas 25. No se trata de un simulacro más, sino de la puesta en escena de una nueva doctrina de defensa, una en la que por primera vez se integran bajo un mando único los tres Ejércitos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la vanguardia de la industria tecnológica nacional. El objetivo no es otro que estar preparados para un conflicto donde el estruendo de los motores va perdiendo terreno ante el zumbido que anuncia la discreta pero letal presencia de las aeronaves no tripuladas. Porque como advirtió sobre el terreno el teniente coronel Costas al comienzo del ejercicio, esta nueva forma de guerra «no es futuro, esto ya es presente«.

Atlas 25 surge como respuesta al actual contexto internacional, en el que el concepto de 'guerra híbrida' se materializa en la frontera oriental europea, donde los drones rusos ponen a prueba la capacidad de reacción de los países aliados y han acelerado la necesidad de integrar y perfeccionar las capacidades de defensa. «Estamos implicados en la defensa del flanco este y en nuestros propios despliegues», recordaba el coronel Rómulo García Huertas, director del ejercicio. Por ello, estas maniobras no son solo un ensayo, sino una declaración de intenciones: España se prepara para proteger su soberanía y contribuir a la seguridad colectiva con las herramientas del siglo XXI.

Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, general Amador Enseñat y Berea, pasa revista a su llegada al Médano del Loro H.C.

Bajo la máxima autoridad militar, la del propio Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME), general Amador Enseñat y Berea, más de 600 efectivos –400 militares y 140 civiles– han convertido este campo de maniobras onubense en un laboratorio de defensa a gran escala. La primera lección de la jornada fue terminológica, pero fundamental. Los mandos insistieron en desterrar la palabra «dron» para adoptar el término técnico UAS (Unmanned Aerial System). Como explicaba el teniente coronel Costas, el concepto es más amplio y preciso: no se refiere solo al artefacto volador, sino al sistema completo que lo opera, incluyendo la estación de control, el piloto y los enlaces de datos. Entenderlo es clave para comprender la complejidad de la amenaza y, por tanto, de la defensa.

Ataque de saturación «multicapa»

El escenario simulado durante la mañana era especialmente realista: un «ataque de saturación multicapa» sobre territorio nacional. Esto significa recibir una ofensiva simultánea desde distintas alturas y con diversos medios: enjambres de UAS, aeronaves tripuladas como helicópteros e incluso misiles de crucero simulados. La respuesta a esta agresión se articula de forma silenciosa o mediante fuego real, pero implacable en ambos casos. Por un lado, las capacidades 'hard kill', la destrucción física del objetivo mediante misiles como los Hawk o los Mistral, cuyos lanzamientos son habituales en este campo de tiro. Por otro, y aquí reside gran parte de la sutileza de la guerra moderna, las capacidades 'soft kill', basadas en la guerra electrónica. Se trata de una batalla invisible de ondas que buscan inhibir las señales de control del UAS enemigo, cegarlo y hacerlo caer sin disparar un solo proyectil.

La fragata 'Numancia' también formó parte del despliegue H.C.

La verdadera fortaleza del Atlas 25, sin embargo, consiste en su carácter integrador. Por primera vez, se ha puesto a prueba bajo un mando único la coordinación de los tres Ejércitos –Tierra, Armada y Ejército del Aire y del Espacio– con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La Guardia Civil y la Policía Nacional, que también se enfrentan a la amenaza de los UAS en escenarios de seguridad ciudadana, han aportado sus propios sistemas de detección e inhibición, compartiendo información y procedimientos. Ver a la fragata 'Numancia' patrullar la costa, aportando sus potentes sensores a la red de defensa, mientras en tierra se coordinaban unidades de artillería, guerra electrónica e infantería, era la prueba evidente de esa interoperabilidad.

Este esfuerzo conjunto se apoya en lo que el teniente coronel Costas definió como «cuatro patas de una mesa». A las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas de Seguridad se suman otras dos cruciales: la industria y la investigación. Quince empresas españolas participan activamente, probando desde prototipos hasta sistemas ya adquiridos por el Ministerio de Defensa. Esta colaboración permite a las compañías alinear sus productos con las necesidades reales de los futuros usuarios y, al mismo tiempo, impulsa la industria nacional, generando puestos de trabajo y reinvirtiendo el dinero en España. La cuarta pata la conforma el mundo académico, con la presencia de la Universidad de Alcalá de Henares y la Politécnica de Madrid, cuyos investigadores analizan datos y contribuyen al «desarrollo doctrinal».

Los responsables del ejercicio 'Atlas 2025' H.C.

Mientras las autoridades militares, con el Jefe del Ejército de Tierra, el general Amador Enseñat, a la cabeza, recorrían las instalaciones, los asistentes pudieron constatar la complejidad de un campo de batalla donde, como advertía Costas, «hay mucha sutileza« y no todo está a la vista. Un helicóptero que pasa no solo vuela, simula estar abatiendo un UAS. Un grupo de soldados en un puesto táctico no descansa, podría estar emitiendo ondas para crear una burbuja electromagnética que neutralice esa aeronave no tripulada. »El objetivo principal es ser capaces de responder a cualquier tipo de amenaza aérea«, sentenció el coronel García Huertas, director del ejercicio. Y esa capacidad, como ha quedado patente en el Médano del Loro, se construye con tecnología, coordinación y, sobre todo, con la voluntad de estar preparados para cualquier escenario internacional.

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