'Cortelafolk' o cómo hacer de la plaza del pueblo un mapa mundi musical

Cortelazor vibró con la primera edición de un festival que sorprendió en lo sonoro, lo gastronómico y el gran ambiente generado

'Cortelafolk', la movilización musical de todo un pueblo

Un momento de la actuación de Purni & Abni en Cortelazor P. C.
Mario Asensio Figueras

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Cortelazor es una torre de babel bien avenida. Entre sus 350 habitantes hay vecinos de múltiples nacionalidades que conviven en un entorno natural de cuento, una rutina placentera e inquietudes comunes que despiertan un gran interés más allá de sus confines. El Festival 'Cortelafolk' no es más ni menos que una proyección multiplicada de lo que se cocina a diario en torno a su plaza y sus calles empedradas con vistas panorámicas al mar de montañas serrano. Hay ganas de música, de descubrir, de compartir, des disfrutar en la barra o a pie de calle de sabores auténticos. Y este festival consiguió este sábado abrir el círculo y que todo el mundo se sintiera bien recibido en torno a una banda sonora muy internacional.

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El ambiente fue inmejorable y organizadores y asistentes hablan maravillas de la buena convivencia generada en torno al olmo milenario, que dio sombra bajo el sol y cobijo cuando apareció la lluvia. Acariciaron sus ramas ritmos y melodías de diversa procedencia, sonrisas, comentarios y muchísimos aplausos. Porque Cortelafolk no se detuvo bajo el vaivén de las nubes y completó una jornada intensa y variada, un viaje musical con el que se desplegó un mapa mundi con artistas con historias propias que merecía la pena conocer en la plaza del pueblo más global de Huelva este fin de semana.

De África a Galicia pasando por Rusia y la India

Una actuación tras otra fue cosechando una sonora ovación en respuesta a la calidad y entrega puestas sobre el escenario. En un animado pasacalles pusieron la fuerza y la energía necesaria para comenzar el día las componentes de la escuela de batucada de Cortegana ‘Chin Pon’, pura vitalidad brasileña. Continuó la jornada el Coro Aretiena de Aracena, que cantó a Sudáfrica con exquisitez en la magnífica acústica del interior de la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios. Igualmente fascinaron las canciones tradicionales rusas interpretadas por No Safarán.

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La variada playlist de DJ Celia amenizaba el ambiente de una plaza del Olmo cada vez con más latidos y engalanada para la ocasión. Iban llegando muchas personas interesadas por la subasta silenciosa de obras de arte, puestos de artesanía y también de comida y bebida. El Bar Plaza y el Mesón El Maño aromatizaban el aire con los platos que no dejaban de posarse en las mesas.

En mitad de la sobremesa dejaron con la boca abierta al público Purni & Abni, dos jóvenes indias residentes en Corteconcepción que regalaron un fantástico espectáculo de baile hindú hipnótico. Fluían con naturalidad y con una sonrisa perenne, con agilidad y estilo, al compás de una música que muchos hilaron con un pariente lejano del flamenco.

El viaje continuó mirando al ombligo, a las raíces, con las canciones populares que entonaron las componentes del coro local 'La Madriguera'. No importó que apareciera la lluvia. No dejaron de cantar ni su público de jalearles en una bonita complicidad.

Luego, a cubierto, la artista onubense María JL Hierro guió a los niños para que dieran vida con magia de manualidades a un simpático zorro, todo un emblema de la localidad serrana. Y después, la música siguió sonando en el interior de la iglesia, donde reverberaron las cuerdas pellizcadas por los pontevedreses Beatriz Martínez & Diego Langarika. Con su arpa celta, en combinación con diferentes guitarras, envolvieron a los asistentes en melódicas piezas que detenían el tiempo. En el mismo espacio fueron un remolino Las Cantareiras del Cala, que repletas de fuerza entonaron canciones tradicionales gallegas y andaluzas.

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Las actuaciones musicales fueron solo el principio, pues los bares continuaban en ebullición y siguieron bailando bajo las luces del disco pub Boomerang los más enérgicos. El Olmo milenario unía su copa con la noche y Cortelazor se iba lentamente a la cama con un buen sabor de boca y la satisfacción organizativa de la Asociación La Mano Verde. A la mañana siguiente ya muchos soñaban en el desayuno con una segunda edición que se antoja tremenda.

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