Alejandro Zambrano, el onubense que encontró en Islandia fútbol, vida y una lección inolvidable entre niños autistas
Acaba de ser padre de una niña y tiene apalabrada, a sus 34 años, su continuidad en el Dalvik Reynir, club al que llegó tras ascender con el Antequera
«Fue una experiencia única en la cual aprendes a valorar lo que tenemos y ver la vida de otra forma dándole importancia a lo que realmente la tiene», señala sobre su trabajo con chavales con autismo
El modesto equipo por el que ha fichado Alejandro Zambrano
Ale Zambrano: 'Mi padre está disfrutando de que tanto su hijo como el club de su vida estén en lo más alto de la tabla'
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Iniciar sesiónEl norte de Islandia, con sus paisajes eternamente cubiertos de blanco, se ha convertido en el lugar donde Alejandro Zambrano Martín ha descubierto una nueva manera de vivir. El exjugador del Recreativo de Huelva, que también militó en las canteras del Villarreal y el Sporting de Gijón, además de en el San Roque de Lepe, el Don Benito, el Yeclano, el Dux Internacionl y el Antequera, hoy defiende los colores del Dalvik Reynir y allí respira una tranquilidad que contrasta con la exigencia del fútbol español. Y lo hace, además, disfrutando de una de las etapas más intensas de su vida: la paternidad tras ser padre hace sólo unas semanas de una hermosa niña.
«Ahora tienes alguien más a quien dar amor y por la que luchar cada día. Es un sentimiento indescriptible», confiesa. Su rutina ya no gira exclusivamente alrededor del balón: «Mi día a día ahora es dormir cuando ella duerme, comer cuando come e intentar ser padre lo mejor posible, cuidando de la pequeña y de su madre». Una vida más pausada, más consciente, más centrada en lo esencial.
En Islandia, el calendario futbolístico se rinde al clima. «Ahora mismo el fútbol está parado por el frío… Hasta enero-febrero no se empiezan a cerrar los equipos», explica Zambrano. La inactividad, sin embargo, no significa desconexión: la planificación sigue su curso y el club cuenta con él. «La idea por ambas partes es la de seguir unidos», afirma tras su última reunión el pasado jueves con el cuerpo técnico del equipo islandés.
El mejor jugador del año
A pesar de los años (cumplió 34 el pasado mes de agosto), el centrocampista nacido en Huelva se siente en uno de sus mejores momentos: «Aún me encuentro bien físicamente y me siento valorado por compañeros y club, los cuales me eligieron como mejor jugador del año». Un reconocimiento que confirma su peso dentro del equipo.
La temporada dejó un sabor agridulce, pues al grupo se le escapó el ascenso a la máxima categoría en el último suspiro: «Perdimos el ascenso en el último mes de liga después de estar en los puestos de privilegio durante gran parte del año». Una decepción que no empaña su satisfacción por el camino recorrido.
Indica que en Islandia el fútbol está ya prácticamente al mismo nivel que el balonmano en cuanto a popularidad y sobre los aficionados que acuden a los estadios apunta que «son muy impulsivos pero a la vez muy respetuosos».
Islandia funciona de otra manera. Allí nada se concibe sin un equilibrio entre deporte y sociedad. Los clubes no solo firman contratos deportivos. «Cuando firmas aquí, firmas un contrato de fútbol donde entran unas horas de trabajo», detalla Zambrano. Es parte de la cultura local involucrar a jugadores extranjeros en la vida del pueblo.
Ese modelo facilita la estabilidad: «El club proporciona un trabajo, casa, comida y coche». En lo económico, el país ofrece unas condiciones difíciles de igualar en categorías inferiores españolas. Así, reconoce que «el sueldo medio en Islandia es mucho más alto que en España… sale muchísimo más rentable».
Un camino inesperado que le ha marcado
De todos los trabajos que Islandia le ha ofrecido, hay uno que marcó su trayectoria personal de forma profunda. Cuando una de sus primeras temporadas en el país terminó y su contrato expiró, él y su pareja -que tenía empleo- decidieron quedarse. Aquella decisión abrió un camino inesperado: «Empecé a trabajar con chicos con autismo y otros diferentes problemas».
Zambrano habla de esa experiencia con una sensibilidad especial. «Fue una experiencia única en la cual aprendes a valorar lo que tenemos y ver la vida de otra forma dándole importancia a lo que realmente la tiene», confiesa.
No fue un trabajo pasajero: se creó una conexión sólida. «Aunque no sigo trabajando allí, sí que sigo teniendo contacto con los chicos y con los trabajadores porque se creó un vínculo especial», declara. Un vínculo nacido de una realidad que él mismo resume diciendo que «esos chicos dan sin esperar nada a cambio aún estando en la situación en la que están y es ahí cuando te das cuenta de lo que realmente significa vivir».
Ese invierno islandés, habitualmente oscuro, se iluminó para él a través de miradas, gestos y aprendizajes que, según reconoce, le cambiaron la forma de entender la vida.
Educador, formador y mentor
Además de su labor social, Zambrano ha cultivado un importante papel en la academia del club islandés. «Empecé como asistente (ese era mi trabajo) y después de tres meses empecé como entrenador principal de tres grupos de la academia», recuerda.
Su proceso no fue improvisado: «Los primeros meses intenté empaparme todo lo posible del idioma, costumbres y metodología». Hoy intenta aportar una mirada diferente al fútbol islandés: «Estoy intentando cambiar su idea de fútbol físico a un fútbol más asociativo y la verdad es que está yendo muy bien». Tanto cree en la formación que su futuro lo ve exactamente ahí. «Veo mi futuro ligado al fútbol y a la educación», destaca.
La adaptación familiar ha sido clave. Su pareja, feliz en su propio camino laboral, se encuentra plenamente integrada: «Encontró un trabajo genial y está muy feliz… ahora mismo está con la baja de maternidad que aquí puedes tener hasta 12 meses».
Además, la comunidad española e hispanohablante es numerosa. Zambrano comenta al respecto que «tenemos varios amigos… hemos hecho un grupo bonito y así nos ayudamos unos a otros».
La adaptación a Islandia fue más fácil de lo esperado. «Si vienes con ganas de aportar y sumar, ellos van a ayudarte en todo… nos resultó realmente sencillo adaptarnos a ellos». Y el idioma tampoco ha sido una barrera. «El 80% de la población habla inglés perfecto», destaca Zambrano.
El centrocampista onubense ya vivió una primera etapa en dicho país años atrás, en el Afturelding, y decidió volver. «Me quedé con buenas sensaciones la primera vez y aquí estoy por un cuarto año, que en esta ocasión es mi tercero consecutivo en Islandia».
Esta vez, en el norte del país, donde la vida es más cercana: «Todo es más familiar, tranquilo y muy acogedor». Y si algo destaca del día a día islandés es su entorno, asegurando que «despertar cada día en un paraíso natural, tanto en invierno como en verano».
En lo futbolístico, el país crece. «Cada año va subiendo el nivel…, aunque aún les queda por mejorar sobre todo a nivel táctico», indica. Además, señala que las instalaciones, eso sí, están a otro nivel: «Gimnasio, piscina, jacuzzi, agua fría y caliente, sala privada de movilidad y pabellón cubierto… en ese aspecto están a años luz de los clubes humildes en España».
El Recre, siempre presente
Aunque su vida esté en Islandia, su corazón futbolístico siempre mira a Huelva. Hablar del Recre es remover raíces profundas. «Ha sido y será un orgullo defender el equipo más antiguo del país, el equipo de mi ciudad», afirma rotundo.
Para él, vestir la albiazul tuvo un componente emocional doble. «Llegar al fútbol profesional con el equipo de tu ciudad… donde antes lo han hecho familiares tuyos es algo de lo que sentirse muy pero que muy orgulloso».
Destaca a Álvaro Cervera por confiar en él y hacerlo debutar en el primer equipo recreativista y sobre lo difícil que es ser de la casa y triunfar en el Decano, destaca que «los onubenses sabemos que la afición del Decano es una afición exigente y que quieren lo mejor para su Recre. Hemos crecido con eso y solo queda asumirlo. Ahora mirando desde la distancia y más fríamente podemos ver cómo muchos onubenses han triunfado fuera y en Huelva no fueron protagonistas. Pero como he dicho anteriormente, es algo que debes asumir cuando defiendes ese escudo sea dentro o fuera del campo».
También recuerda a su tío Antonio (uno de los grandes de la historia del Recreativo) con cariño, señalando que «de mi tío tengo recuerdos como alguien dicharachero, alegre y bromista…, y por lo que me han dicho en el terreno de juego era igual».
Su padre, Manolo, figura clave en la historia del Decano en las parcelas de jugador, entrenador y presidente, vive ahora el fútbol desde otra perspectiva, como reconoce su hijo en esta entrevista con Huelva24. «Ahora está un poco apartado y lo ve desde la distancia. Sufrió mucho en su momento y ahora le toca descansar y disfrutar de ver fútbol», recalca.
PASADO ALBIAZUL
«Llegar al fútbol profesional con el equipo de tu ciudaD donde antes lo han hecho familiares tuyos es algo de lo que sentirse muy pero que muy orgulloso»
Los abuelos aún no conocen a la pequeña, pero pronto lo harán. Así, comenta que «mi padre está ilusionado… cuando tenga a la pequeña en sus brazos se dará cuenta de que se ha hecho mayor (risas)».
Alejandro Zambrano ha aprendido a mirar la vida de otra manera. En Islandia ha encontrado estabilidad, tranquilidad, oportunidades y un espacio donde seguir creciendo. Pero, sobre todo, ha encontrado un sentido profundo en su trabajo con niños autistas y en la educación. Quizá por eso, cuando resume su historia, lo hace con serenidad. «He sido feliz en el fútbol hasta el día de hoy, he aprendido a no mirar al pasado y a disfrutar del presente», recalca.
Lejos del bullicio de Huelva, en un país de volcanes, nieve y auroras, un onubense ha descubierto lo esencial: un hogar, una familia y, sobre todo, una forma más humana de vivir.
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