CARTA AL DIRECTOR
Huelva cierra los domingos
Nos quejaremos todos -sobre todo los propietarios y comerciantes de Centro claro- de que el corazón de la ciudad cada vez está más vacío, de que la gente prefiere los centros comerciales, y que el centro se muere poco a poco pero... ¿han intentado ustedes salir a comer al mismo un domingo? ¿tomarse un café en cualquiera de los sitios habituales? Pues si lo han hecho supongo que, como yo, se habrán encontrado la persiana echada.
Porque sí, claro, todo el mundo tiene derecho al descanso, también los trabajadores de la hostelería, faltaría más. ¿Pero se ponen todos los restaurante de acuerdo para cerrar los domingos y que los onubenses -o algún loco al que se le ocurra visitarnos en la capital- no tengamos dónde comer si queremos hacerlo en el centro de la ciudad?
Llamas para reservar y los tres primeros te dicen que cierran el domingo... El cuarto que ya está hasta la bola -obvio, es de los pocos que se digna a abrir- y que te apunta en la lista de espera. Lista que por lo que se ve es kilométrica, con cuatro o cinco familias haciendo cola para sentarse a las tres de la tarde.
Bueno, pues ya hemos comido, vámonos a echar el café. ¡Ja! Sale más a cuenta volverse a casa a tomarlo, porque lo de encontrar una cafetería -de esas con dulces sí, lo típico vamos- abierta parece que es misión imposible un domingo. Mira, ahí hay una y claro, las mesas se las rifan: no se han enfriado todavía las sillas ni la camarera ha tenido tiempo de recoger las vueltas cuando ya se ha lanzado el cliente siguiente a por ella.
Y lo hablas con la gente que te encuentras y todos te dicen lo mismo, que qué vergüenza, que para un día que tenemos muchos para salir todo está cerrado, que así no hay manera en esta ciudad. Y esa es la verdad: que tienen razón, que así no hay manera.
Repito que no seré yo la que cuestione el derecho de los trabajadores al descanso, y el de cualquier negocio a decidir cuándo abre o señala sus días de cierre habitual. Pero no sé, ¿no tienen una asamblea en la que hablen todos? ¿No pueden hacerlo por turnos, garantizando un mínimo de mesas disponibles en el centro de la ciudad? ¿Es una locura lo que estoy diciendo? Lo que está claro es que el que decide abrir, se forra, porque la clientela tiene poco dónde elegir.
Aunque también es verdad que hasta el que abre sus puertas pierde -o acabará haciéndolo-, porque si la situación no cambia al final la gente se hartará y llegará a la conclusión de que los domingos es mejor no ir al centro para comer, porque no hay nada abierto. Me quedo en el barrio o me voy a cualquier sitio de la provincia. Y luego tendremos que escuchar a los hosteleros llorar, quejándose de que Huelva le da la espalda.
Paula Castro
