CARTA AL DIRECTOR

¿Hasta cuándo seguiremos cosificando a nuestras niñas con el respaldo institucional?

Me he levantado este domingo con las imágenes del alcalde de Huelva, varias concejalas o la presidenta de Diputación rodeada de una corte de niñas con su maquillaje y sus vestiditos rosas aplaudiendo a la reina elegida. ¿De verdad tenemos que seguir viendo estas imágenes en pleno 2022?

¿Hasta cuándo seguiremos cosificando a nuestras niñas con el respaldo institucional?

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En este caso la “coronación” de la niña en cuestión, que no llega a adolescente pero se ve que ha pasado por una intensa sesión de chapa y pintura para contribuir al objetivo de ser elegida entre muchas otras que han hecho igualmente lo propio, se produjo con motivo de las Fiestas de la Hispanidad, en Huelva capital, pero se repite en otros muchos puntos de la provincia.

¿Hasta cuándo seguiremos cosificando a nuestras niñas con el respaldo institucional?

La pregunta es hasta cuándo. Hasta cuándo seguiremos cosificando a nuestras niñas con el respaldo institucional de manera pública. Seguro que pronto saltará el que apela a la tradición, al qué hay de malo en ello. ¿Y qué hay de bueno? ¿Qué valores les estamos enseñando a estas niñas? ¿Qué criterios rigen para su elección? Lo dudo –aunque lo desconozco- pero si son el expediente académico, o la labor social que desarrollen en su barrio o pueblo, ¿por qué tienen que ir maquilladas, repeinadas y con el vestido rosa de rigor? ¿Qué se premia con esta ‘tradición´? ¿Qué se potencia? La rivalidad entre ellas, la superioridad de una que manda sobre el resto de la corte, la imposición del privilegio que te da llevar una corona.

¿Hasta cuándo seguiremos cosificando a nuestras niñas con el respaldo institucional?

Lo cierto es que no le veo sentido ninguno, y los únicos adjetivos que se me vienen a la cabeza viendo las imágenes –cualquiera puede encontrarlas en los perfiles de nuestros representantes públicos- son machista y anacrónico.  Anacrónico: que no es propio de la época de la que se trata. 

Porque desde luego que no lo es, y en una semana en la que ha quedado de manifiesto todo el trabajo que tenemos aún por delante con nuestros jóvenes en los que a respeto, igualdad y violencia sexual, aunque sea verbal, se refiere, parece más necesario que nunca que nuestros representantes públicos (socialistas para más inri) no contribuyan a eventos que perpetúan clichés y roles de género manidos amparándose en la “tradición”.

María Sánchez E.

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