entrevista

Jesús González Francisco, autor de 'Los Seres Rotos': «Busco que el lector no pueda casi respirar acompañando a los protagonistas en todas sus vicisitudes»

El escritor ayamontino se adentra en este género para contar una historia de amor y huída de dos personas que como el 'kintsugi' japonés se han roto y recompuesto ante los avatares de la vida

«En entornos muy hostiles y pese al peligro, la huída, el ser humano es capaz de ofrecer lo mejor de sí mismo: el amor, el sacrificio», resalta

Subraya que es «un lector que pongo el listón bastante alto y quiero ofrecer al público lo mismo que yo exijo»

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Jesús González Francisco, con dos ejemplares de su novela 'Los Seres Rotos' ROSA CANO
Mario Asensio Figueras

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Desde este viernes está a la venta 'Los Seres Rotos', la primera novela de Jesús González Francisco (Ayamonte, Huelva, 1975). El docente y escritor, articulista de Huelva24 con su columna 'El amor no era para tanto', acumula 35 años dedicados devocionalmente a la literatura, en los que ha cultivado especialmente el cuento, un género que ha llevado más allá de su canon clásico con un exquisito tratamiento y enfoques auténticos para historias extraídas de la cotidianeidad a los que siempre da un giro. Todo lo aprendido, lo experimentado y compartido, lo que ha caído en la red de su curiosidad, lo ha puesto ahora en una obra de 379 páginas publicada por la editorial Pabilo. Narra una historia de amor entre personajes rotos y recompuestos cíclicamente, navegantes en aguas de la adversidad obligados a huir. Es un relato muy centrado en ellos, en su amor con espinas, en su choque violento con los acontecimientos, en la acción y la reflexión, en su vivo retrato de personas de la calle no exentas de algo especial. Todo eso con el tamiz y el matiz que aporta un autor que como lector mantiene el listón bien alto. Días antes de que se presente en la Casa Grande de Ayamonte (jueves 9 de octubre, 20.00 horas) habla con Huelva24 sobre la obra que ya pueden disfrutar sus lectores.

-Ya sabe lo que es publicar libros de cuentos, ilustrados y otra tipología, pero ahora alumbra su primera novela, 'Los Seres Rotos' ¿Cómo se siente?¿Es diferente?

-Sobre todo tengo una sensación de responsabilidad. Desde el punto de vista literario mi escenario es el cuento, incluso cuando ha sido en el ámbito infantil, y esta historia requería la presencia de la novela. La forma de contar las historias al final se imponen. Hay historias que se cuentan desde el poema, otras desde el cuento y ésta requería el aliento de la novela. Tengo la presión de la responsabilidad. Ya no soy una joven promesa, soy un hombre madura, pero es mi debut en el mundo de la novela y ahí tengo mucha ilusión y también mucha inquietud por que la novela cumpla con mis expectativas.

-¿Y qué expectativas tiene?

-A nivel de ventas no tengo expectativas. No se pueden tener. Al final el recorrido que tenga el libro será el que tenga y poco se puede hacer, pero sobre todo tengo expectativas a nivel operativo y técnico, de haber cumplido bien con todos los elementos. Yo soy un lector que pongo el listón bastante alto y quiero ofrecer al público lo mismo que yo exijo y ser consciente de que he manejado bien los tiempos de las novela, las estructuras. Es una novela que tiene mucho riesgo argumental, estructural y estilístico. Estoy haciendo algo bastante experimental y ahí están mis expectativas, de que todo esto que he metido en la novela, esa necesidad de expresar todo eso, esté a un nivel óptimo y a la gente le guste.

«Lo que es realmente importante ocurre en una frontera difusa y ahí he querido poner la novela y escribirla»

-¿De qué trata 'Los Seres Rotos'?

-'Los Seres Rotos' es una historia de amor entre dos personajes que aluden al título. Son dos personas rotas, pero no se han quedado así, sino que se recomponen constantemente, que es lo que hacemos todos en realidad. A medida que vamos madurando, recibimos muchos golpes en la vida, pero nos levantamos y nos reconstruimos. Me gusta hablar de esta novela como una de frontera, escrita en ese espacio en la que ocurren los verdaderos acontecimientos de la vida cotidiana. Lo que es realmente importante ocurre en una frontera difusa y ahí he querido poner la novela y escribirla. Aborda la historia de amor entre Paco y Teresa, que se reconocen y comienzan una historia que tiene posibilidades de éxito, pero en su camino se va a cruzar una tercera persona que va a complicar mucho la situación y de hecho les va a obligar a huir por toda la geografía española y parte de Portugal y Francia para poder escapar y salvar su vida. Esto me sirve también para dos cosas fundamentales. Primero para explorar cómo florecen las relaciones amorosas en entornos muy hostiles y hablar también del eje sobre el que se articula toda la historia, el concepto japonés kintsugi. Es una técnica de recomponer las piezas que se rompen con una resina y polvo de oro que incluso las hace más hermosas.

El autor, con su hijo Pablo ROSA CANO

-¿Qué forma de contar ha querido imprimirle al desarrollo de la historia?

-He querido escribir la novela desde ese punto fragmentario que tiene la historia. Está narrada a dos voces. En primera persona por la voz de él, que es una voz más automática, más inmediata, más activa. Después está la tercera persona de un narrador omnisciente, que lo ve y controla todo, pero que se centra sobre todo en ella, en Teresa, en sus reflexiones sobre lo que ocurre. Entonces la novela tiene una estructura de acción y reflexión. Van pasando muchísimas cosas y al mismo tiempo mucha reflexión para contrarrestar ese efecto de los acontecimientos.

«Pensamos que podemos controlar la vida, pero es incontrolable y las explosiones de violencia, de amor… de todo tipo, son las que nos dirigen»

-¿Cómo son Paco y Teresa?

-Paco está muy acostumbrado a solucionar los problemas de forma violenta, pero con una personalidad muy noble, muy leal. Teresa es la verdadera protagonista de la novela. Es un personaje muy controvertido, porque es una exlibrera, porque ha cerrado su librería, está en proceso de divorcio y acaba de acercarse por primera vez al mundo del cine para adultos. En el espacio en el que esos dos personajes tan extremos se conocen es donde comienza su historia imposible de amor y violencia. Son personas que, pese a que no se rinden, por eso que decía de la reconstrucción y el concepto kintsugi, tienen esa lucidez de ser conscientes de la desesperanza. Entienden que el mundo tiene unos mecanismos de absurdo, que es otra idea central sobre la que suelo escribir, la arbitrariedad de la vida. Pensamos que podemos controlar la vida, pero es incontrolable y las explosiones de violencia, de amor… de todo tipo, son las que nos dirigen.

«La parte estructural y técnica, de mantener la cohesión, ha sido la más complicada, conseguir que la novela fluya, a pesar de que tiene esa estructura fragmentaria»

-Han invertido dos años en escribir esta novela. ¿Qué ha sido lo más difícil de ejecutar y con qué ha disfrutado más del proceso?

-Para mí la parte más complicada ha sido darle coherencia a las voces de ambos a lo largo de toda la novela, que en el capítulo 1 y el 14 sean la misma voz. Porque la novela va creciendo, evolucionando, y hay que ser muy firme desde el punto de vista técnico, muy conciso, para que los personajes tengan coherencia. La parte estructural y técnica, de mantener la cohesión, ha sido la más complicada, conseguir que la novela fluya, a pesar de que tiene esa estructura fragmentaria. Darle a algo que está fragmentado cohesión y que fluya adecuadamente es lo que me ha costado más trabajo y a lo que le he dedicado más meses. Después, lo que más he disfrutado es ver cómo la historia que uno tiene en la cabeza nunca termina de ser la que está en el papel, porque los personajes se imponen a uno y en sentido figurado son ellos los que van escribiendo su destino. Yo eso lo gozo mucho. No soy un escritor muy exhaustivo en cuanto a prepararme plantillas de la novela previa, no lo tengo todo muy atado, pero sí tengo unos esquemas previos de hacia dónde va ir la novela. Generalmente conozco lo que va a ocurrir en el final cuando empiezo, pero después eso cambia mucho y asistir a eso es el gozo de la verdadera escritura. Mientras estás escribiendo estás descubriendo y es una sensación que disfruto muchísimo.

«Yo quería que la novela posea ese espíritu casi incomprensible de la vida, arbitrario, de que las cosas ocurren sin que nosotros tengamos control sobre lo que ocurre»

-Hace que la historia y los personajes cobren vida de verdad, ¿no?

-Sí. Otra de mis obsesiones es que el individuo medio, el hombre y la mujer cotidianos se vean representados en los personajes y los acontecimientos. El género de la novela tiende a ser muy lineal, a presentar los hechos de forma muy comprensible para el lector, pero la vida no ocurre así. Va a saltos. Lo que pasa es que nosotros la construimos a través de una historia lineal, pero nuestra vida ocurre de forma arbitraria. Nosotros le damos ese sentido lineal, pero no lo tiene. Yo quería que la novela posea ese espíritu casi incomprensible de la vida, arbitrario, de que las cosas ocurren sin que nosotros tengamos control sobre lo que ocurre. Eso creo que permite al lector identificarse muy rápidamente con la forma de hablar de los personajes, con lo que le ocurre y sobre todo con las reacciones casi inmediatas a lo que nos ocurre.

-¿Qué cree que puede reconocer sus lectores habituales de otras obras publicadas anteriormente en esta novela?

-Creo y espero que el lector identifique rápidamente mi estilo personal, mi forma de escribir y comunicar, porque, aunque ésta sea mi primera novela, llevo escribiendo unos 35 años, con más o menos fortuna (risas). Creo que el lector va a reconocer una cierta manera de contar las cosas que siempre me ha obsesionado mucho y ahí está también el escenario de frontera, desde el que yo escribo. Siempre me ha interesado unir dos puntos, que son aparentemente antagónicos, pero en realidad son complementarios. El mundo de lo cotidiano, la cultura popular, más 'underground', más de la calle, y el mundo literario, de un lenguaje más elaborado y unas estructuras más sólidas. Me gusta ver la dialéctica del choque que surge de esos dos mundos. El que sea lector habitual mío reconocerá eso y también una cierta tendencia a valorar lo que nos ocurre a los seres humanos desde el absurdo, desde la ausencia de control de los acontecimientos. Son firmas personajes que aparecen en la novela.

ROSA CANO

-¿Qué busca o qué cree que va a sentir los lectores al sumergirse en esta historia? ¿Por qué estados mentales y emocionales pueden pasar en los diferentes capítulos?

-Una cosa que tenía clara desde que comencé la novela es que no quería ceñirme a un género en concreto, sino que quería visitar muchos y darle una estructura cinematográfica, que creo que van a reconocer. He querido que la historia tenga parecido a cómo se organiza el guión cinematográfico. Esta novela está escrita también con lo que yo le llamo la técnica del embudo. Es un foco constante en los personajes. No hay visiones externas que te evadan de lo que está ocurriendo. Busco que el lector tenga una experiencia inmersiva profunda, que no pueda casi respirar porque está acompañando a los protagonistas en todas sus vicisitudes. Al mismo tiempo también tengo ganas de que aflore la emoción del amor, de cómo florece en entornos muy hostiles y pese al peligro, la huída, el ser humano es capaz de ofrecer lo mejor de sí mismo: el amor, el sacrificio. Busco que la novela sea muy directa en cuanto a acción, pero muy emocional.

«Ésta es una novela cargada de esperanza, a pesar de sus diversas temáticas y de transitar mucho por el mundo de la delincuencia, el cine para adultos, el boxeo, la violencia, la noche, la traición…»

-Este amor que retrata es como esas plantas que crecen en el desierto y otros escenarios especialmente desfavorables.

-Sí. Hay un acontecimiento que surge de tiempo en tiempo en el desierto de Atacama, en Chile, que es el lugar más árido del planeta, en el que, por una serie de condiciones atmosféricas, el desierto se alfombra de flores de múltiples colores. Es un acontecimiento muy esperanzador, porque en uno de los sitios más hostiles del planeta, donde no llueve nunca y las temperaturas llegan a cotas dramáticas, incompatibles con la vida, llega un momento preciso en el que se dan las condiciones adecuadas para que surja un tapizado de flores que dura muy poco tiempo, pero me parece muy metafórico. Al igual que lo de la cerámica que se rompe y recomponemos, que es una imagen muy hermosa. Ésta es una novela cargada de esperanza en ese sentido, a pesar de sus diversas temáticas y de transitar mucho por el mundo de la delincuencia, el cine para adultos, el boxeo, la violencia, la noche, la traición… La historia nace dentro del amplio género de la novela negra, pero desde el principio supe que quería explorar la relación amorosa de Teresa y Paco.

-Lo que queda claro es que ha escrito la novela que quería, sin pensar en que fuera en la línea de los géneros que más se venden, como la novela histórica.

-Das en el clavo totalmente. Cuando plantee la novela y empecé a escribirla, una cuestión que tuve muy clara es la misma que he tenido con los libros de cuentos y cuentos infantiles. Quiero escribir lo que me gusta a mi como lector, lo que noto en falta en el mercado literario. Un ejemplo práctico de esto es que tengo un conflicto con la novela española, incluso con los autores que me gustan mucho, y es que no consigo quitarme de encima la idea de que a veces los personajes no están hablando por sí mismos, sino utilizándose como altavoces del escritor o escritora. Interesa a veces que los protagonistas digan cosas muy profundas y sesudas y nos inventamos historias personales que suenan poco verosímiles para justificar que el personaje hable de unos temas u otros.

Imagen - «Echo de menos que los personajes hablen como yo hablo habitualmente con mi círculo íntimo en la calle»

«Echo de menos que los personajes hablen como yo hablo habitualmente con mi círculo íntimo en la calle»

No lo digo en el sentido de crítica, sino que echo de menos que los personajes hablen como yo hablo habitualmente con mi círculo íntimo en la calle. Eso incluye correr el riesgo de ser demasiado cotidiano, como incluir giros expresivos u onomatopeyas, que es algo que me resulta muy curioso, porque las usamos constantemente pero luego no las incluimos en los libros. Usamos mucho eso de «bah, puff», que aportan muchísima información en el diálogo y sin embargo, con algunas excepciones que valoro mucho, las noto poco. Mi intención es incluir al hombre y la mujer cotidianos en el espacio de la novela, que a veces los tienen muy vedados, y aparecen como personajes un poco pintorescos. Mi obsesión siempre ha sido que valoremos que el protagonista no tenga una educación formal, pero no por eso sea un ignorante. Por mi dimensión como docente de adultos conozco a una gran cantidad de personas que poseen un verbo florido y unas grandes ideas y las articulan muy bien y sin embargo no tienen estudios reglados. Me interesa mucho aglutinar ese personaje en el mundo de la novela. Es algo que persigo constantemente y que creo que aquí he conseguido o al menos lo he intentado con todas mis fuerzas.

«Tengo una imagen clara de quién es Paco y quién es Teresa, dos personas que yo conozco, con alguna pequeña modificación»

-¿Cuánto hay en la novela de autobiográfico, de su entorno? ¿Cuánto se ha nutrido de la actualidad, de los temas que toca en su columna en Huelva24?

-Muchísimo, pero no de forma directa. El lector no va a identificar mi vida personal en ninguno de los personajes, pero sí es verdad que he tomado muchísimo de mi experiencia personal en la calle, rodeado de otras personas y con las que he coincidido en los trabajos que desempeñado. Los dos protagonistas tienen una persona, que no lo voy a decir, en el mundo real que me ha servido de modelo físico. Tengo una imagen clara de quién es Paco y quién es Teresa, dos personas que yo conozco, con alguna pequeña modificación. Y después hay muchísimas cosas que ocurren en la novela que he conocido de primera mano o alguna que otra que he experimentado yo. He intentado meter todo eso. También se dice que los escritores en su primera novela intentan meter todo lo que saben y han visto, porque hay una obsesión por agradar y dejar una buena impronta.

-Habla con conocimiento de muchos ámbitos porque es docente y escritor, pero también sabe lo que es trabajar en la hostelería, el campo o la construcción y ahí ha coincidido con distintos tipos de persona ¿verdad?

-Conectando con lo que decía antes del personaje cotidiano, carente de estudios superiores, que es tradicionalmente tratado en el cine y la literatura directamente como ignorante, yo tengo una especie de 'pelea' con eso. Hay personas que me han comentado «los albañiles no hablan así» y les digo que yo sé lo que es trabajar en una obra y hay algunos que pueden entrar en ese esquema de persona embrutecida, por así decirlo, pero también he conocido a otras con intereses artísticos, por el cine, la literatura y con ideas profundas. Pero claro, trabajando mientras pones ladrillos no es habitual discutir esos temas. Pero también te garantizo que dos profesores o profesoras universitarias cuando se sientan a tomar un café tampoco hablan del sentido de la vida, sino del precio del butano, de lo mal que le ha contestado su hijo esta mañana o de a ver si les pagan lo que le deben, qué se van a poner mañana o a dónde van a ir de vacaciones. Tenemos esa tendencia de generar conversaciones de enorme profundidad, cuando en la vida cotidiana ocurren esas conversaciones, pero también tenemos otras que no tienen ese nivel de profundidad pero es importante incluirlas en la novela. Para mí una palabra clave en todo esto es la coherencia aplicada a los personajes que estoy describiendo y la historia que estoy contando.

«He intentado que el escenario sea borroso para que la atención esté cien por cien en los personajes y las vicisitudes por las que pasan»

-En esa huida que emprenden los personajes ¿pasan por muchos lugares? ¿Ha tenido que hacer mucho trabajo de documentación para describirlos o no ha hecho falta porque el foco está más en los personajes que en el entorno?

-Depende del sitio. Cuando los protagonistas se desplazan a lugares que yo conozco previamente me resulta más fácil, aunque he intentado que los escenarios sean ambiguos y no haya un gran detalle. Hay pequeños esbozos de elementos muy identificativos, como en el capítulo que los personajes están en Barcelona, pues hay una serie de elementos arquitectónicos, de sus calles y parques, que sí están de forma muy específica porque tienen peso en la trama. Hay otras ciudades por las que he pasado y conozco menos, pero he intentado que el escenario sea borroso para que la atención esté cien por cien en los personajes y las vicisitudes por las que pasan.

-La obra se presenta en Ayamonte la semana que viene. ¿Ya tiene claro qué recorrido de presentaciones y encuentro con los lectores va a tener la novela?

-Además de la presentación oficial en mi ciudad, en Ayamonte, el jueves 9 de octubre, a las ocho, en el auditorio de la Casa Grande, pues después la voy a presentar el 18 de octubre, también a las ocho de la tarde, en la Feria del Libro de Huelva, y el domingo 2 de noviembre estaré en la Feria del Libro de Sevilla, en la caseta de la Casa del Libro. Estoy también cerrando algunas presentaciones en localidades cercanas y veremos qué recorrido tiene la novela.

-En este proyecto de su primera novela va de la mano de la editorial Pabilo, que ya ha publicado gran parte de sus obras. ¿Cómo ha sido su participación en la gestación de la obra?

-Yo a Pabilo la llamo mi casa, porque son quienes me han dado siempre toda las garantías y la libertad creativa para hacer lo que he querido, cuando he querido y de la manera que he querido. Joaquín Cabanillas, mi editor, me ha dado siempre muchas facilidades, han hecho un gran trabajo en la edición, que es preciosa, muy cuidada, que es algo que llevo años diciendo de Pabilo, que tiene un gran respeto por el formato. Son 379 páginas, con una portada de Ernesto Pérez Martínez 'Canina Walls' extraordinaria. Ha comprendido perfectamente el espíritu del libro, toda esa idea de la fragmentación, de lo que está roto pero se une. Ha sido una relación muy fluida, con mucha libertad creativa y como digo, significa publicar en mi casa, con gente que me aprecia y me valora y con las que no he tenido ningún problema. Me he sentido siempre muy a gusto y protegido. Además de la calidez y la cercanía, valoro mucho el poder escribir de lo que quiera y cómo quiera, que tengo la comprensión y el apoyo por delante de la editorial. Aquí también se une que tengo una relación próxima con mi editor y eso favorece las cosas, pero las relaciones editoriales-escritor es tradicionalmente un caldo de cultivo para la queja desde hace mucho tiempo por diversos motivos. Uno tiene un proyecto, pero quien lo recibe también sabe de lo que habla. En mi caso, las apreciaciones de mi editor las he encontrado buenas para la historia, con sentido, y las valoro muchísimo. Me gusta verlo como un trabajo en equipo. Además hay muchas personas que han leído la novela antes y me han dado muchos consejos.

«Incluso escritores consagrados no consiguen tener su libro es las librerías más allá de unas semanas»

-¿Qué defectos le ve a cómo está organizado el mundo editorial actual?

-Percibo que lo que hay, y yo contribuyo ahora a ello, es una sobresaturación en el mercado y de alguna manera se tiene que equilibrar. Creo que es insostenible. Hay un exceso de publicaciones y a veces da la sensación de que es prácticamente imposible elegir qué libro leerse entre la plétora de publicaciones que hay. El libro lamentablemente tiene una vida muy corta. Pese a que hay esa sobresaturación, publicar después no es nada sencillo y hay muchos elementos relacionados con la frustración de que la vida del libro es muy corta. Incluso escritores consagrados no consiguen tener su libro es las librerías más allá de unas semanas. Hay que tener muy en cuenta que esa excesiva producción puede hacer que tu novela no tenga el recorrido que tu crees que debe o puede tener. Es un mercado muy complejo y hostil.

-¿Es contagio del ritmo de vida actual, del efecto 'scroll' de las redes sociales, de pasar rápido de una cosa a otra y es una dinámica que se reproduce en todo?

-Es un tema que he abordado varias veces en mi columna en Huelva24. Estamos en una sociedad que está recibiendo muchos estímulos y al mismo tiempo está hambrienta de ellos. Necesita este chute de adrenalina. El sistema te provee de todas las necesidades que tengas de estímulo y a la misma vez la población tiende a disfrutar más de ese entorno. Existe una problema con la valoración del trabajo artesanal. Yo desde luego me veo a mí mismo más en ese plano que en el artístico, aunque tenga esos elementos también. Yo intento usar mis herramientas del mejor modo posible para hacer lo que realmente me gusta, que es contar historias. Creo que hay un porcentaje de la población que sí pide desconectar, frenar, lentitud. En cualquier caso, ocurre que el público que ha sido siempre lector, el habitual, es fiel y exige unos niveles de calidad muy altos. Veo que hay como dos sectores, el lector habitual, que es un público muy fiel a la lectura, y el ocasional, que se acerca de forma más dispar y no quiere decir que no disfrute de la lectura pero busca otros elementos de evasión.

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