Ellos son así

La llegada del actual gobierno al pleno poderío institucional en la Administración central, ha supuesto un antes y un después en la concepción democrática o no de la cosa pública. Sabido es que la libertad de expresión y de información es algo que da vértigo a los actuales gobernantes y que especialmente, Pablo Iglesias, especie de inquisidor general del momento, siente náuseas ante el hecho mismo de las libertades expresivas. Lo suyo es la propaganda, parcela en la que todos los miembros del ejecutivo dan señales de haber sido adoctrinados, con el soplo de avivamiento, eso sí, de los apoyos periféricos insolidarios.

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Gusto decir que ellos –ellas también, claro está-, son así. Es cierto, no lo pueden evitar: es su temperamento, son sus influencias y catecismo, más la mala idea acumulada en el camino. Todo les resulta odioso excepto las nuevas clientelas de las que se han apoderado, una vez perdida con holgura la mayoría laboral. No obstante, no renuncian a la lucha de clases, a la guerra de clases. Por cierto, que ignoramos a qué clase social pertenece el ya mencionado Iglesias, puesto que su vida y posesiones no son precisamente las de un desposeído: el ya no cabe en la letra de La Internacional. Dios nos libre también de las barbaridades de Echenique o del satélite bolivariano que supone Zapatero, aquel que nos arruinó en su momento.

Sé que sobre el tratamiento que el gobierno ha dado a la pandemia, habrá mucho que decir, escribir y quizás investigar, pero lo importante es la impresionante crisis que se avecina sobre el PIB, según informa el Banco de España, sobre el consumo y el empleo  mismo.  Cuando Sánchez  pacta en secreto con Bildu la derogación de la reforma laboral -¡Dios mío, ellos son así!-,  lo hace en el peor momento posible y cuando dispara el gasto público sin contar con ingresos ni mucho menos suficientes, ¿a dónde creen Vds. que podemos ir? A otra ruina económica, sin duda. El abandono voluntario de la sensatez por parte del ejecutivo, es una maldición sobre el bienestar del conjunto de los ciudadanos.

La oposición –hablo en términos generales de PP y VOX-, no lo tienen fácil. Es verdad que los populares se moderan y suben en las encuestas, pero el radicalismo cada vez mayor de los de Abascal, les aleja más y más de posibilidades de cogobierno. Los ultraconservadores de VOX deben entender que los  derechos civiles, como el de la libertad sexual, ya no son negociables porque han calado profundo, afortunadamente, en la genética de la sociedad, así como el maltrato –sobre el que podríamos discutir-. De igual modo, los toros, la cacería, la antiinmigración, la seguridad social restringida y las políticas económicas lamarckianas. En cuanto a Ciudadanos, ya sabemos que padece un  Trastorno de Inestabilidad Ideológica muy agudo y que, por lo tanto, no son de fiar y, así, las encuestas le sumergen en la presencia testimonial parlamentaria.

A pesar de todo, el Estado español precisa un gobierno sin tentaciones totalitarias. Los ciudadanos, celosos de sus libertades, habrían de hacer causa común para abortar estas tentativas autoritarias, porque son bastantes los miembros del ejecutivo y sus apoyos que sueñan con el régimen miserable de Venezuela. Las calles son libres –respetando las medidas de seguridad- y, después, las urnas. Empleemos la responsabilidad individual y común porque ellos son así y esa forma de ser nos hace daño. 

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