Sindicato mentecato
Tengo la bilis revuelta, el nervio óptico a la virulé y las neuronas en rompan filas. He consumido bazofia política para desayunar, sí, los síntomas eran inequívocos. Pero ese aborto semiótico es aún más repulsivo al ser cocinado por un chef sindicalista, que se arrima a los fogones mediáticos para ilustrar sobre la receta perfecta para un menú rico en ética. Repugnante.
Es como recibir clases de orientación sexual por parte de un sacerdote (castos y puros por siempre amén) o que una bruja del tarot realice una disertación sobre metafísica y teología, una tomadura de pelo. En las últimas horas, el secretario general de UGT en Huelva, Francisco Espinosa, se ha liado la manta a la cabeza y se ve que el calor ha cortocircuitado sus conexiones sinápticas y sintácticas.
Espinosa ha lanzado una serie de dardos envenenados a la juez Mercedes Alaya, que instruye el caso de los ERE fraudulentos en Andalucía. “Se ha dado con un cantito en los dientes”. De acuerdito, señor Espinosa, la conspiración judeo-masónica de la magistrada no ha pasado desapercibida para su mente clarividente y ha destapado la trama. “Ha tenido mala suerte, venía buscando carne y ha encontrado hierro”. Son las consideraciones del secretario general de UGT en Huelva respecto a la línea de investigación abierta por la juez por presuntas irregularidades en subvenciones recibidas por los Astilleros de Huelva.
Primeramente, chirría y desafina que el representante de un sindicato de trabajadores suba de la mina (que es donde debe levantar su trinchera, velando por los derechos en primera línea de batalla), para irrumpir en palacio y entrometerse en los tejemanejes cortesanos. Menos corbata y más remangarse. La metamorfosis del sindicalismo es imparable. El progresismo verbal es una patología de facundia diarreica extremadamente contagiosa que afecta profundamente a este sector entre el que se hallan un amplio número de portadores con potencialidad para desarrollar el virus.
Lejos de un carácter unitario e implacable, la docilidad y futilidad van in crescendo en el sindicalismo. El contacto con los trabajadores, su razón de ser, se ha volatilizado y los esfuerzos de sus líderes se pierden en declaraciones grandilocuentes y apariciones oportunistas. Los famosos enlaces son insuficientes, parciales, manipulables y sujetos a demasiadas presiones. Y en la nave nodriza, los tripulantes viven aislados del espacio exterior. Se han convertido en esa voz dormida (usando el concepto de Dulce Chacón), activa antaño, soterrada hoy. Se mantenían ajenos al sistema político, pero severos e inflexibles con sus desmanes, actualmente han sufrido un proceso de fagocitación y contagio de las pautas y tendencias del juego político.
Espinosa comete una grave irresponsabilidad añadiendo pimienta y avivando las brasas, insinuando una inquina carente de lógica y fundamentos, enmarañando un proceso ya de por sí complejo y plagado de ramificaciones. Abrir diligencias para perseguir cualquier indicio de fraude es el precepto básico para el triunfo de la transparencia, lo cual, de no existir elementos imputables, dilapidaría cualquier sospecha posible sobre los Astilleros y lo retiraría de la picota. Asociar la instrucción de una causa a una persecución demoníaca y psicópata es una absurda manipulación a la que nos acostumbran nuestros políticos, pero abochorna aún más proviniendo de un sindicato.
Sobran payasos enchaquetados y habilidosos malabaristas de la corrupción, para que encima crezcan los enanos a este circo con la aparición estelar de un funambulista como Espinosa, que sitúa en el alambre a la Justicia y se pasea con su monociclo ideológico tensándolo peligrosamente. La red de seguridad son los trabajadores y ciudadanos, siempre encargados de amortiguar el golpe y sufrir sus consecuencias.
@ManuelGGarrido