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El pueblo de Huelva que es conocido por su pasión por los caballos: tiene el mayor número de equinos por habitante de España

Algo que distingue a este pueblo es la relación íntima y natural que sus habitantes mantienen con los caballos

El pueblo de Huelva que se encuentra escondido en plena sierra y fue el escenario de una película que ganó dos premios Goya

Paisaje con el Santuario de la virgen de la Peña en la Puebla de Guzmán adobestock

S. M.

Huelva

La revista de viajes Taveler lo ha bautizado como «el pueblo que susurraba a los caballos» y no es casualidad. Puebla de Guzmán, en pleno corazón del Andévalo onubense, presume de tener el mayor número de equinos por habitante de toda España. Se dice pronto: un caballo por cada tres vecinos, un récord que convierte a este rincón andaluz en un auténtico paraíso ecuestre, según aseguran desde al Ayuntamiento de la Puebla de Guzmán.

A primera vista, Puebla de Guzmán enamora como lo hacen los pueblos blancos de la sierra: calles empedradas que trepan hasta lo alto, fachadas encaladas con portones de madera y la silueta de la iglesia presidiendo el horizonte. Todo ello acompañado de una devoción profunda a la Virgen de la Peña, cuya ermita se alza en el cerro del Águila y marca el pulso festivo de la localidad.

Pero si hay algo que distingue a Puebla de Guzmán es la relación íntima y natural que sus habitantes mantienen con los caballos. Aquí, montar no es solo un pasatiempo: es cultura, identidad y casi una forma de vida.

Una pasión que se hereda

«Aquí la pasión empieza desde la cuna. El amor a los caballos se vive de siempre», asegura para Traveler Javier Gómez, tesorero de la Asociación Hípica de Andévalo. La tradición se explica en parte porque Puebla fue durante décadas tierra de yeguas y parada de sementales, y porque mientras en otros pueblos se usaban mulos o burros para las labores del campo, aquí siempre se prefirió al caballo.

Ese vínculo se refleja en el día a día, ya que niños, jóvenes y adultos montan con soltura y orgullo, y el pueblo se ha convertido en una cantera de campeones nacionales de doma vaquera. No es raro que de estas calles adoquinadas salgan medallistas que compiten al máximo nivel.

El caballo, protagonista de la romería

El momento cumbre del año llega cada último domingo de abril, cuando más de un millar de caballos –a veces hasta 1.500– desfilan en procesión hacia la ermita de la Virgen de la Peña. Durante cuatro días, la localidad entera se convierte en un espectáculo único, cascos resonando en las calles, monturas relucientes y jinetes y amazonas ataviados de corto y de flamenca.

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«La hermosura del caballo está en el pienso, en el bien comer. Es el resultado de todo un año de esfuerzo, trabajo y dinero, porque hay que mantener forraje, herradas y cuidados veterinarios. Tener un caballo es un lujo, un pasatiempo, pero de lujo», recuerda en Traveler Javier Gómez.

En la calle Serpa comienza la solemne cabalgata hacia el cerro del Águila, donde tradición y devoción se funden. Allí, la caballería y los peregrinos rinden homenaje a la Virgen, en una de las romerías más antiguas y bellas de Andalucía.

Fiesta, devoción y hospitalidad

Más allá del fervor religioso y ecuestre, la romería es también un derroche de hospitalidad. Los mayordomos, encargados de organizar cada edición, ofrecen comida y bebida a vecinos y visitantes con calderetas, «pescaíto» frito, dulces caseros y rebujito, que corren sin descanso hasta el martes, cuando la fiesta llega a su fin y los caballos regresan a sus cuadras.

Puebla de Guzmán es mucho más que un lugar con encanto andaluz. Es un pueblo que late al ritmo de los cascos de sus caballos, que ha sabido convertir la tradición en identidad y que cada primavera ofrece un espectáculo único en España. Porque aquí, entre adoquines y casas blancas, los caballos no son solo animales, son memoria, cultura y orgullo compartido de todo un pueblo.

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