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El runrún: En Sevilla quieren fosfoyesos
No hay que banalizar con un tema tan serio como el problema medioambiental que existe en Huelva a causa de las balsas de fosfoyesos, pero lo cierto es que mientras que esta palabra suena a ‘muerte’, ‘cáncer’ y otras cosas poco agradables en tierras onubenses, en una parte de Sevilla suena a ‘agricultura’ y ‘dinero’, y al parecer no les preocupa su radioactividad.



El diario ABC publicaba hace unos días una entrevista con el catedrático Antonio Delgado García en la que éste experto, catedrático de Producción Vegetal en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Sevilla, doctor ingeniero agrónomo e investigador en el área de la fertilidad del suelo, aseguraba convencido de que el fosfoyeso tiene “una baja radioactividad” y que “el residuo de la industria fitosanitaria de Huelva ha sido determinante para la prosperidad agrícola de Lebrija, Isla Mayor o Utrera, con cultivos como el arroz, el algodón o el tomate”. Según se expone en la entrevista estas zonas de marismas están salinizadas y presentan un exceso de sodio que hace menos fértiles sus tierras. Para eliminar este componente, relata Delgado García, “se utilizó fosfoyeso que salió de la fábrica de fertilizante de Huelva, un residuo que básicamente está constituido por yeso, que es una fuente de calcio efectiva para desplazar el exceso de sodio que tenían estos suelos. Se trata de un producto demonizado y con muy mala prensa, sobre todo por el colectivo ecologista, pero que ha permitido recuperar 40.000 hectáreas en la marisma para la agricultura. Además, otra ventaja del fosfoyeso es que en la fertilización se ahorraba el abonado con fósforo, un elemento no renovable y que según los más pesimistas se va a acabar en 150 años”. Alguno con 'mala baba' podría señalar que la solución al problema ya la tenemos y no hay que llevarse muy estos residuos que tantos ciudadanos y colectivos no quieren, como quedó patente en una reciente manifestación y otras movilizaciones. Basta con trasladarlos a la provincia vecina, donde parece que tiene planes útiles para ellos. Eso sí, no sabemos si este catedrático conoce todos los ‘ingredientes’ que hay en las balsas. Ya saben, cenizas de Acerinox, etc, que eso sí que dudamos que tenga aplicaciones agrícolas, pero bueno él experto es él. Un donante de médula para Fabián. Las redes sociales han sido un ejemplo de solidaridad en muchísimas ocasiones y un medio ideal para difundir mensajes de auxilio para que se colabore con buenas causas. Ahora muchos ojos están puestos en Fabián, un chico de Huelva de 30 años, fuerte, deportista y muy buena persona que fue diagnosticado de Leucemia en septiembre de 2014. Hoy está a la espera de donante para salvar su vida, señala su pareja a través de Facebook, que pide ayuda para llevar a buen término su batalla contra la enfermedad. Vamos a ser papás en mayo del próximo año y llevamos mucha lucha. Ahora más que nunca necesitamos fuerza y que su alma gemela aparezca. Aclara esta joven que necesitamos simplemente difusión, ya que hay falta de información. Donar médula no duele, hay que hacerse una extracción de sangre para registrarse. Para hacer la donación en caso de compatibilidad, el proceso es sencillo, indoloro y no merma la vida del donante en ningún momento. Además para el momento de la donación, la SS cubre los gastos de desplazamiento. Finaliza diciendo que estamos movilizando a muchas personas, pero necesitamos más, ya que la probabilidad de encontrar donante compatible es de 1 entre 40.000 personas. Está claro que cuesta muy poco probar si puedes tener la gran suerte de darle a Fabián un regalo que no olvidará. Amores pintureros. Cuando todavía colea la historia del enamorado que ‘empapeló’ la capital para contarle a los onubenses que había quedado prendado de “la chica de la camisa de cuadros”, vemos cómo eso de lanzar mensajes amorosos en los lugares más insospechados empieza a convertirse en una moda. Y no hablamos ya del escrito pegado con fixo en papeleras y farolas, ni siquiera del clásico corazón grabado en la corteza de un árbol del parque. Ya hay quien lleva este fenómeno al siguiente nivel escribiendo en el suelo, sobre el mismo asfalto, y en lugares especialmente frecuentados de la capital. Junto a estas líneas podemos ver dos de estos mensajes encontrados en los cruces de las calles Luis Braille y Ciudadela con Alameda Sundheim y Guatemala, respectivamente. No es algo, como vemos, improvisado, ya que la técnica precisa de una plantilla troquelada sobre la que pulveriza pintura en spray. Además, a lo largo de la acera también hay esparcidas varias rosas que unen los distintos mensajes. Imaginamos que su autor actuó con nocturnidad para evitar la multa que le caería si le pillasen en plena faena. El resultado es un mensaje amoroso que, por desgracia, soportará mejor el paso del tiempo que la pasión que lo inspiró.
Amores pintureros. Cuando todavía colea la historia del enamorado que ‘empapeló’ la capital para contarle a los onubenses que había quedado prendado de “la chica de la camisa de cuadros”, vemos cómo eso de lanzar mensajes amorosos en los lugares más insospechados empieza a convertirse en una moda. Y no hablamos ya del escrito pegado con fixo en papeleras y farolas, ni siquiera del clásico corazón grabado en la corteza de un árbol del parque. Ya hay quien lleva este fenómeno al siguiente nivel escribiendo en el suelo, sobre el mismo asfalto, y en lugares especialmente frecuentados de la capital. Junto a estas líneas podemos ver dos de estos mensajes encontrados en los cruces de las calles Luis Braille y Ciudadela con Alameda Sundheim y Guatemala, respectivamente. No es algo, como vemos, improvisado, ya que la técnica precisa de una plantilla troquelada sobre la que pulveriza pintura en spray. Además, a lo largo de la acera también hay esparcidas varias rosas que unen los distintos mensajes. Imaginamos que su autor actuó con nocturnidad para evitar la multa que le caería si le pillasen en plena faena. El resultado es un mensaje amoroso que, por desgracia, soportará mejor el paso del tiempo que la pasión que lo inspiró.
