Carta al director
Periquismo Socialista (o Socialismo Periquista)
Cierto es que, aparte del incondicional y fiel apoyo de votantes, simpatizantes y militantes que pueda tener cada partido político, en Huelva existe como en todas partes, un amplio y latente espacio de debate, crítico, activo, analítico, comprometido, con conciencia propia y sobre todo expectante, con más o menos rigurosidad, a la gestión de sus representantes y al devenir diario de la vida política onubense. Espacio que, en cada cita electoral, puede ser determinante en sus resultados o como poco, obliga a redoblar los esfuerzos de los sesudos analistas internos.
Espacio formado por colectivos sociales, grupos de opinión, organizaciones juveniles en alza, formaciones, organizaciones sindicales, plataformas diversas y agrupaciones de todo tipo y de diferentes tendencias, que siempre van a ser tenidas en cuenta a la hora de desarrollar una concreta gestión al frente de un Ayuntamiento si el objetivo es seguir contando con el apoyo de una determinada mayoría, ya que solamente con sus propias militanticas, a ninguno de los principales partidos políticos onubenses les basta para lograr sus objetivos cara a unos comicios municipales. Ni siquiera parecen suficientes las sólidas redes clientelares que algunos de ellosse han esforzado en tejer a lo largo de sus mandatos.
Pero incluso así, incluso en el caso hipotético de ganar el pulso en el seno de dichos espacios políticos, en Huelva hace mucho tiempo que para alcanzar el sillón del Consitorio y sobre todo para mantenerlo, se necesita una pieza más en el puzle, en Huelva es imprescindible, guste o no, arrojarse en brazos de un concepto permanente, de un concepto que lleva más de 25 años decantando la balanza, el “populismo”. Es más, ha sido durante tantos años tan descarado el uso y abuso en su utilización, por parte especialmente del Partido Popular, que hasta adquirió nombre propio.
Pasó de denominarse “populismo” a llamarse directamente “periquismo”, por la falta de escrúpulos de nuestro anterior edil a la hora de utilizar durante décadas esta forma de hacer política, hasta el punto de hacer de ello su propia marca personal.
Durante todos esos años el Recre, el Rocío, la semana santa, las Colombinas y todas aquellas expresiones populares y sentimientos que en la capital pudieran identificarse con el “onubensismo” más tradicional, fueron siempre la base del “periquismo” más auténtico y castizo. Contentar en todo momento a la “masa social” del Recre, a las juntas de gobierno de las diferentes hermandades (con el influyente obispado onubense detrás) y escenificar la acción política parapetado permanentemente tras la palabra “Huelva”, afianzaba poco a poco un falso liderazgo a la vez que minimizaba el resto de problemas sociales y políticos y vaciaba de argumentos al opositor político. “Perico era Huelva y quien criticara a Perico, criticaba a Huelva”.
Cualquier programa electoral y proyecto de gobierno que no contemple plegarse a los intereses de todos estos sectores, simplemente no puede en ningún caso conseguir el bastón de mando o en su caso, conservarlo. Así de claro. En un segundo plano puede quedar que la Ciudad de Huelva esté OCHO puntos por encima de la media española en desempleo, o que sea la TERCERA capital respecto a riesgo de pobreza y exclusión social, o que ocupe la SEGUNDA plaza andaluza en tasa de pobreza infantil, en una comunidad que ya por sí misma está 10 puntos por encima de la media nacional. También puede asumirse que seamos el vértice principal del mortífero “triángulo del cáncer” o que encabecemos todos los rankings habidos y por haber en cuanto a degradación medioambiental se refieren. Mientras se asegure el apoyo de estos sectores, la alcaldía no debe correr especial peligro.
Es por eso que tras las interminables legislaturas “populares” al frente del Ayuntamiento, que ganaba elección tras elección simplemente apoyado en estas premisas, mientras asolaba y destrozaba tanto las cuentas municipales como cualquier sombra de política social, Gabriel Cruz llegó a la alcaldía con la lección perfectamente aprendida y con la clara intención de hacer suyo el “periquismo”.
Su posición en el tema Recre era más que esperada. A nadie se le pasa por la cabeza que el PSOE de Huelva pusiera en riesgo el nada despreciable caladero de votos que supone la supuesta “salvación” del Decano. Diez mil personas salieron a la calle exigiéndola y en ese río revuelto el alcalde tenía claro que debía tener la caña siempre echada desde el primer minuto costase lo que costase y fuese cual fuese el cebo. Maquillada de la forma que más convenga, escondida bajo vergonzosos contratos de confidencialidad, la gestión del “caso Recre” es al día de hoy una de las máximas expresiones de “periquismo socialista”.
La lapidación de millones de euros de dinero público para mantener seguros unos miles de votos, es la decisión permanente de nuestra alcaldía. De la anterior y de la actual. Es el sólido y bendito aval que permite invertir en votos con cargo a los bolsillos de todos los onubenses. Y si a alguien se le ocurre criticar o poner en duda esa gestión, si a alguien se le ocurre recordar que ese dinero es PÚBLICO y que existen en la Ciudad otras prioridades y emergencias sociales, que hay miles de vecinos sin acceso a la vivienda, al agua, a la luz, a la sanidad, a las necesidades más básicas, etc, pues con acusarle de “no querer a Huelva” es más que suficiente. De hecho, ese era siempre el repetitivo y efectivo argumento “periquista” de defensa. Bienvenidos sean por tanto todos los “casos Recre” que, con el bolsillo de otro, permiten asegurar elecciones y levantar muros de falso onubensismo en la cara de los elementos críticos.
Pero el “periquismo socialista”, haciendo honor a la naturaleza de su nombre, tiene muchas más versiones, no se queda sólo en el “caso Recre” y nuestro querido Gabriel Cruz no parece tener freno a la hora de aplicar cada una de ellas.
Consciente del éxito de anteriores gobiernos, en su ánimo de fortificar esos sólidos viveros de votos, Cruz ha decidido desde el principio ignorar cualquier planteamiento ideológico, así como el carácter laico de las instituciones públicas, poniéndose al sumiso servicio del obispado onubense. Nuestro alcalde sabe de sobra que las autoridades civiles no sólo no deben ser un agente activo de las manifestaciones religiosas, sino que, muy al contrario, deberían velar por la plena independencia política de las mismas. Pero no está el horno para bollos y nuestro edil socialista decidió ser “mas papista que el Papa” y superar a su antecesor y a su don de la ubicuidad permanente.
En dos años de legislatura ha superado a Perico en lo que a su participación y representación pública se refiere en todas las celebraciones religiosas posibles. Rocío, semana santa, San Sebastián, la Cinta, Inmaculada, Corpus, procesiones “magnas”, besamanos, centenarios, coronaciones, cruces de mayo...”París bien vale una misa” que dijo el hugonote y que habrá grabado a fuego nuestro alcalde en su cargada agenda católico-festiva. Pero su estrategia “periquista” no sólo se ha quedado en la presencia y apoyo público para aglutinar votos, sino que en el desarrollo de la misma ha ido mucho más allá siendo implacable a la hora de adoptar decisiones administrativas orientadas a bloquear cualquier iniciativa que pudiera molestar a las “fuerzas vivas” onubenses, o en otros casos, tomando decisiones orientadas directamente a beneficiarlas, la mayoría de las veces en claro perjuicio del resto de las necesidades sociales más básicas de la Ciudad.
En ese orden de cosas, tan solo durante este último año:
Se esmeró especialmente en impedir que el obispado onubense se viera obligado a pagar el IBI de aquellos inmuebles de su propiedad que no estuvieran dedicados al culto (tal como recoge el propio concordato), provocando un agradecido suspiro de alivio en el palacio del Conquero, mientras las partidas sociales se veían sin presupuesto o miles de familias onubenses pagaban “religiosamente” el impuesto sin saber cómo llegar a fin de mes.
En un alarde de generosidad, regaló suelo público, suelo de todos los onubenses, a colegios religiosos privados de la capital, mientras continúa el enorme déficit de espacio para colegios públicos en la misma. De nuevo los recursos de todos los onubenses al servicio de intereses privados, en este caso, intereses tanto políticos, como religiosos.
Impidió la retirada del título de “hijo adoptivo de la Ciudad” al obispo fascista Cantero Cuadrado, así como su nombre del callejero onubense, en claro incumplimiento de la reciente Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía, aludiendo que “está en estudio” en una comisión municipal que, tras nueve meses, nada se sabe de ella. Esta vez el suspiro de alivio fue bidireccional entre el Conquero y el número 7 de la la calle La Palma.
Y por último, para terminar de agradar a estas “fuerzas vivas”, adopta hace unos días la decisión unilateral de condecorar con la medalla de Huelva a una imagen religiosa. Seguramente no encontró onubenses de carne y hueso que pudieran ser merecedores de esa medalla o quizás, el manual del “periquismo”, ciertamente contempla otra cosa.
No es que estemos en contra de las celebraciones y expresiones culturales de nuestro pueblo, todo lo contrario, de hecho, todos y todas somos partícipes de las mismas de una forma u otra, todos y todas formamos parte de ellas y todas nos enriquecen como pueblo. De lo que estamos en contra es de la permanente utilización política y partidista de las mismas, del expolio permanente de recursos públicos con el único objetivo de asegurarse una base social de apoyo suficiente, del falso onubensismo, de la hipocresía política, de la prepotencia, de la exclusión y estigmatización de todo aquel que ponga en cuestión esta burda forma de hacer política, de laque ya hemos tenido amplia experiencia en esta ciudad durante décadas.
Porque si todo esto no es “periquismo socialista” o “socialismo periquista”, pues que venga dios y lo vea.
Círculo de Podemos Huelva