carta al director
¿Trabajan los políticos para los ciudadanos?
Hace más de 40 años que tengo mi oficina en la calle Palos, donde vengo desarrollando la profesión de asesor fiscal, y desde los dos años tengo la polio en mi pierna izquierda, lo cual, a mis 79 años, dificulta bastante la movilidad que me exige mi trabajo para desplazarme a los organismos oficiales, sobre todo Hacienda.

Durante todos estos años, siendo más joven, cubría bien mis necesidades de trabajo. Sin embargo, en los últimos años, me cuesta desplazarme llevando documentos en las manos, pues esto imposibilita el manejo del bastón que me sustenta y que llevo con las dos manos.
En esa situación, pensé que lo mejor era solicitar al Ayuntamiento un aparcamiento para mi coche (adaptado a mi conducción), ya que para ello, junto a la oficina, existía un espacio ideal que no molestaba en absoluto a nada ni a nadie. Así las cosas, en 2016 solicité el aparcamiento para mi coche el Citroën automático, y, al cabo de bastante tiempo y varios escritos, recibí una escueta nota diciendo (más o menos): “… el Ayuntamiento no concede tales aparcamientos…”.
Liquidaron el problema de un plumazo y ni daban en el escrito el obligado pie de Recurso, y, desde luego, la motivación estaba ausente. La indefensión a la que se refiere el art. 24 CE estaba servida.
A la vista de tal incongruencia jurídica, envié un nuevo escrito al que adjunté fotos de algunos aparcamientos repartidos por la ciudad iguales al que yo solicitaba (ya en poder del Ayuntamiento estaban los documentos que demostraban mi minusvalía). El resultado fue el mismo: salirse por la tangente y seguir en sus trece de hacer oídos sordos. Todo ello a pesar de que, enfadado, les decía en mi último escrito que si era necesario “apuntarse al partido” para conseguirlo. Incluso, desesperado, pedí cita al señor alcalde que, “muy ocupado el hombre”, no me ha recibido a pesar de que ha pasado más de un año. Las multas me han acribillado cuando he aparcado el coche cerca de la oficina, un lugar que, como digo, no interrumpe nada.
Por último, sin saber a quién acudir, llame a la secretaria del alcalde, que me instó a enviar la documentación, a la que hice copia y le entregué. Hasta el momento todo sigue igual y nadie me quita la amarga sensación de que los políticos sólo trabajan para sus propios intereses; y los ciudadanos… ¡a pagarles sus sueldos!
Emilio Silvera Vázquez