Sueña en magenta
Nos pueden ganar en capacidad, nos pueden ganar en talento, lo que no nos pueden ganar es en esfuerzo. Estas son las palabras que nuestras jugadoras leen día a día en la pared del vestuario. Pasan allí gran parte del tiempo, antes, durante y después del partido es el lugar donde se celebran las victorias o se asumen las derrotas.Todo el trabajo de la semana está en juego. En 40 minutos, tan solo 40 minutos.

Ese triple de María Pina que prácticamente nos mete en la final de la Copa, ese tapón grandioso de Luci Pascua ante Al-Qazeres o esa asistencia de María Asurmendi que acaba en canasta de Adaora Elonu son fruto de horas de entrenamiento, de preparación física y mental, de charlas y vídeos con el entrenador, de visitas al fisio…, en definitiva de trabajo duro y disciplina.

Cuando un partido o una temporada sale bien es fruto de un trabajo de planificación que comienza apenas acaba la anterior temporada, de la constancia, el sacrificio o la superación tanto personal como del equipo y en algunos momentos, de que la suerte caiga de tu lado. Aunque me atrevería a decir que la clave de todo lo vivido ha sido gracias al compañerismo y sentimiento de grupo. La victoria se construye dentro y fuera de la cancha…y gran parte de nuestras victorias se han logrado al escuchar las palabras de ánimo o sentir el abrazo de una compañera, a esas largas conversaciones y largos silencios en el autobús o a esas risas entre parada y parada. Pero ha habido partidos donde nada de lo trabajado salía: “¡Las meten todas!”, “¡Son mejores!”, “¡Estoy reventada!”, “¡Hoy no me entra nada!”, son expresiones que en ocasiones se pasan por la cabeza de las jugadas en el descanso de los partidos; esos escasos 10 minutos que unas veces se hacen eternos y otras pasan como un suspiro.
Gabriel y Equipo1 (Copiar)Es el momento en el que tan solo tenemos que escuchar las palabras del entrenador, a veces muy duras, pero que en la mente de una jugadora competitiva y ganadora sirven para reconducir esos malos pensamientos derrotistas o conformistas escuchando antes de volver a la cancha: “¡Si hemos llegado hasta aquí nos vamos a dejar el alma!”, “¡No se lo vamos a poner tan fácil!”, “¡Vamos a ganar!”, “¡Claro que podemos!”. Esta función del entrenador como director de grupo, es igual o más importante si cabe que el planteamiento técnico previo a un partido o el análisis táctico de las estadísticas en el descanso. Es la persona que en un minuto nos recuerda porque estamos en semifinales de la Copa de la Reina y porque se puede ganar el partido, o ante una derrota en semifinales por el título de Liga nos dice que estemos orgullosas de lo realizado. Aguanta esa pesada carga de no poder mostrar nunca desaliento ni pesimismo cuando se tuerce un encuentro, siempre propone soluciones y siempre cree en la victoria.

Con solo una mirada es capaz de decirle a una jugadora que sabe que puede hacerlo mejor, que confía en ella, que con su ayuda se ganará el partido.
Por último otra de las piezas clave en ésta temporada ha sido la afición. Partido a partido han estado apoyando al equipo, daban ánimos a las jugadoras con sus palabras y aplausos, fueron la sexta jugadora en Torrejón de Ardoz y han sentido cada logro como suyo. Nunca podremos olvidar la temporada 2014/2015, ni a María Asurmendi, Aleksandra Stanacev, Arantxa Mallou, Aja Parham, Adaora Elonu, María Pina, Itziar Germán, Chelsea Davis, Patricia Soler, Lucila Pascua, Nerea Raluy, Andrea Alcántara y Alba Prieto.

Gracias a todas por dejarnos compartir vuestro sueño. SUEÑA EN MAGENTA
Teresa Martínez