ENTREVISTA

Javier Ruibal: «La gente no tolera que alguien que se dedica a masacrar al vecino, a robarle su casa y matarle los hijos pueda tener un equipito que ondee esa bandera»

El artista portuense se muestra, días antes de cantar en el Gran Teatro de Huelva, especialmente sensibilizado por la «injusticia execrable» del genocidio en Gaza y preocupado por el «matonismo» de Trump

Defiende la búsqueda de la originalidad y lamenta que «las grandes compañías tienen la idea de que todos los artistas somos intercambiables»

Este viernes celebra el 30 aniversario del disco 'Pensión Triana' con el público, que «ha mostrado su predilección por él reiteradamente»

Javier Ruibal: «Tanto Huelva como Cádiz han pagado un alto precio por no haber recibido las infraestructuras imprescindibles»

Javier Ruibal, con su guitarra PEPA NIEBLA
Mario Asensio Figueras

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La voz de Javier Ruibal (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1955) es la de un artista con la experiencia de haber buscado inagotablemente un lenguaje propio para hacer arte, con el sublime fin de entretener, emocionar y hacer reflexionar. Ha persistido en la idea sin ser presa de un castigo cíclico de la mitología griega, sino disfrutando de perseguir la quimera de la originalidad. Ha trazado una trayectoria con 16 discos, muchos conciertos y premios, pero lejos de señalarse como un erudito de su oficio sigue sintiéndose inusitado testigo directo del milagro que hace brotar melodías y versos cuando trabaja en una canción, que deja pronto de ser propia. Para él, los reconocimientos son palmaditas en la espalda y apuesta por buscar la fuente de la satisfacción en el trajín del día a día, al cante, empuñando la guitarra, sin ansias de perdurar. Este viernes se pone frente al público del Gran Teatro de Huelva (20.00 horas) para celebrar los 30 años de 'Pensión Triana', un disco que significa mucho para el artista y los que le siguen, cuya liturgia desplegarán todos juntos. Antes de esa comunión, Ruibal, que reivindica la paciencia, se muestra concienciado y comprometido en su charla con Huelva24 sobre el arte, la música en particular, y cómo anda el mundo, tan falto de empatía y de cordura y tan sobrado de sufrimiento y miedo.

- ¿Qué puede esperar quien vaya al concierto de este viernes en el Gran Teatro de Huelva?¿Cómo va a ser el espectáculo?

-Espero que se diviertan y se emocionen tanto como el público que vino a la grabación en directo de 'Pensión Triana', un disco histórico para nosotros y para mucha gente. Hay muchas cosas diferentes. Hay emoción, risas… de todo un poco, y eso espero que se produzca desde el escenario y se vuelva a repetir. Son 30 años de ese disco tan simbólico para mi carrera y también para el público, que ha mostrado su predilección por él reiteradamente. Vamos a tocar en el mismo orden que lo grabamos, como todos tienen costumbre de oírlo en casa, en el coche o donde sea. Vamos a repetir la ceremonia aquella. Ese disco fue muy especial.

«Pensión Triana fue un disco de resurrección (...) recuperé mi repertorio, la alegría de saber que estaba de nuevo al acceso de la gente»

- ¿Considera que es su disco más representativo y al que el público le guarda más cariño?

-Desde luego el público lo ha elegido como favorito. Para mí es un disco que me gusta mucho, aunque he hecho muchos y de los hijos qué dice uno… Los quiero a todos. Fue un disco experiencial, de celebración de la amistad entre un montón de músicos que estábamos en otras ligas que no tenían nada que ver con las estrategias de las grandes compañías discográficas. Fue un disco de resurrección, porque mi repertorio estaba descatalogado por mor del desinterés, la desidia o lo que quiera que fuese de las compañías que lo habían grabado. Así que recuperé mi repertorio, la alegría de saber que estaba de nuevo al acceso de la gente. No en el escaparate que está justo al paso, porque sabemos que nos ponen en otra estantería, pero mi disco ya estaba disponible otra vez y quien no me hubiera conocido antes ya podía. Y con una vistosidad muy especial, porque tener como escuderos a Martirio, Chano Domínguez, Jorge Pardo, John Parsons, Antonio Toledo… todos los músicos que están ahí, que entonces ya tenían su carrera muy avanzada y con mucha personalidad. Era la fiesta de los llamémosle alternativos. Fue algo inaugural de lo que después sería la música independiente.

El artista gaditano PEPA NIEBLA

-¿Va a haber ocasión en el concierto de cante algún tema de su último disco, 'Saturno Cabaret'? Hábleme del concepto que ha buscado, con ese retrato de personajes.

-No creo que toquemos ninguna porque el disco 'Pensión Triana' tiene 17 canciones. Lo más es que cantemos después algún bis en caso de que el público se ponga exacerbado (risas). 'Saturno Cabaret', que estoy loco por llevarlo a Huelva también cuando se dé la oportunidad, es un retrato de una época muy difícil, en los años 50, en plena dictadura. El cabaret es el único rinconcito donde la gente puede ir a escuchar un chiste verde, a ver una pierna con una liga, a reírse y desfogar, a sentir que la vida en ese momento, dentro de esas cuatro paredes, es normal, aunque no lo era. Es un refugio de libertad en la noche, en las horas que la vigilancia decae. Es un homenaje a la gente que lo pasó tan mal y que aunque no sufriera en carne propia la represión, vivía un ambiente muy hostil y muy difícil. Entonces, a través de retratos de personajes de ahí, tanto del público como del personal que trabaja en el cabaret, se cuenta la historia de esos años. Hay desde un sindicalista que está conchabado con una de las cabareteras y tienen una imprenta clandestina e imprimen las octavillas llamando a la huelga en aquellos años para el primero de mayo. Es un homenaje también pienso que a mis padres. Ellos lo sufrieron. Igual no tuvieron el infortunio de sufrir en carne propia lo que sufrieron otras familias, pero sí las secuelas del golpe de estado y todo lo que sucedió. La Postguerra fue muy dura para todos. Hay un retrato final que se llama 'La redada', en la que cae de todo: la directiva del Barça y el Espanyol, un obispo, un general, una gente del Opus Dei… Al final todos necesitaban un sitio en el que respirar un poquito. El lema del disco dice: «las penas se quedan fuera, te esperan a la salida».

-Lleva desde 1978 en los escenarios y ha publicado 16 discos ¿Cuál es la clave para tener una carrera musical tan larga como la suya y seguir teniendo un espacio ante otras tendencias más generalistas que lo copan casi todo?

-Pues no lo sé. Me le limitado a levantarme todos los días y tirar para adelante. Ha habido temporadas que han ido mejor y han sido más estimulantes y otras no ha ido tan bien. A mí lo único que me importa es no copiarme a mí mismo ni a otros. Aunque para aprender tuve que copiar los repertorios de mis ídolos, como Joan Manuel Serrat, con el que hoy tengo una amistad estupenda y he cantado recientemente con él en Madrid y Barcelona.

«Para llegar a que Serrat se fijara en mí tuve que hacer canciones que no se parecían a él»

Hay una hermandad maravillosa, pero para llegar a que Serrat se fijara en mí tuve que hacer canciones que no se parecían a él. Es la idea que debería estar en lo vocacional del arte: siempre buscar tu personalidad, aunque te lleve toda la vida conseguirlo e incluso que acabe tu vida y no hayas conseguido más que una aproximación ensayo-error a lo que un día soñaste o crees que es lo perfecto, que no existe, claro.

- El tener tanto bagaje le supone un respaldo o una carga de cara a seguir haciendo camino? ¿Le condiciona cuando busca no repetirse o reinventarse?

-Eso depende del carácter de cada uno. Yo soy un poco autoflagelante. Quiero que en cada ocasión aparezca una visión, una propuesta, una sonoridad y una lírica nueva. Quiero que todo sea siempre así, pero eso es imposible. Uno se tiene que parecer a uno mismo porque si no sería una locura, no puedes ir en contra de tu identidad, pero quien no lo intenta no lo consigue. Si dices voy a hacer otra canción como aquella y como aquella, como estos patrones los domino, puedo repetir, pero no quiero. Si te dejas llevar es lo que sale, pero ahí está la honrilla de cada uno. Si se nota el cartón uno va a sentir vergüenza más tarde o más temprano.

pepa niebla

-¿Se considera un tipo de artista en extinción o ve a otros que han recogido el testigo de lo que representa?

-Espero que seamos artistas protegidos, como el lince ibérico (risas). Hay mucha prisa, pero también todo es cíclico. En este tiempo en el que todo va a marcha y martillo, con tanta rapidez, igual que el péndulo va y viene, habrá un movimiento recesivo en el que igual la gente mire un poco más hacia adentro y empiecen, no a recuperarse artistas como nosotros, sino que otros de otra índole que tengan más que ver con la emotividad y lo que trasciende en la vida que con lo meramente impactante, a nivel estrellato y esas cosas. Que se pierda un poco esa obsesión y se vuelva un poco más hacia lo doméstico y lo cercano, sin querer decir que yo no tenga el deseo de que hasta en la Conchinchina quieran escuchar mi música. Pero uno sabe cuando está componiendo hasta a dónde pueden llegar sus cosas y hay que tratar de ser feliz con eso, porque la elección la has hecho tú. Si hubiera querido rumbear, hubiera hecho 200 rumbas. En 16 discos hubiera dado tiempo. Prefiero poner la rumba como una idea de liviandad, sin faltar el respeto, como algo más accesible. Insisto, hay que ser feliz con lo que uno es y la cara que le ha tocado.

-Tiene un sello discográfico propio, Lo Suyo. ¿Cuál es el coste de ser independiente de verdad en la música?

-Hacer bien los números, nada más. Tener en cuenta no pasarte en los gastos y tener para pagar el disco siguiente. Yo hago mis campañas de promoción como si estuviera en una gran compañía, pero lo financio yo, mi empresa. Es una cuestión doméstica. Que la despensa esté bien surtida y no pasarte en el gasto ni quedarte corto. Sobre todo, que no falle la creatividad y la imaginación y tengas siempre algo que ofrecer al público que no sea una copia de ti mismo ni una reiteración de lo que ya dijiste. Que haya algún avance, alguna propuesta estética que no estuviera antes. Por lo demás, pico y pala.

Imagen principal - Ruibal, con sus músicos en concierto, y en dos retratos
Imagen secundaria 1 - Ruibal, con sus músicos en concierto, y en dos retratos
Imagen secundaria 2 - Ruibal, con sus músicos en concierto, y en dos retratos
Ruibal, con sus músicos en concierto, y en dos retratos ANTONIO BARCE / PEPA NIEBLA

-Hablando de ser independiente en la música. ¿Cómo ve que se use la etiqueta indie como género musical en lugar de señalar a la condición de un artista en la industria?

-Es una etiqueta mal utilizada, como casi todas. Se suponía que todos los cantautores éramos gente muy seria, bastante tristona, que sólo contaba consignas políticas o hablaba de las novias que lo habían dejado a uno. Nada de eso. Hay una variedad increíble y más hoy día. Hay cantautores más musicales y otros más líricos o que van más directos al relato. Cada uno es libre. Las etiquetas son un modo transitorio de poner en algún lugar aquello que no existía antes. Lo del 'indie' es como lo de cantautor, un 'palabro' que no suena nada bien (risas). Da a entender un poco que, de alguna manera, tu idea en principio no es entrar por la puerta de la gran discográfica y ya tener una carrera rutilante. Hay un indicativo de estamos trabajando. Eso sí me gusta mucho. Pero luego veo que hay poca sorpresa.

«Muchos de los indies hacen un pop que yo ya conozco y he oído muchas veces»

Muchos de los indies hacen un pop que yo ya conozco y he oído muchas veces o un rock que incluso tiene los mismos riffs y los mismos solos que ya estaban en discos de hace muchos años. Lo mismo que ocurre con la canción pop más moderna, donde se dicen de la misma manera cosas que estaban en las canciones de cuando mis padres bailaban el mambo. Creo que hay que tratar de tener un lenguaje propio, aunque diga disparates.

-¿Hacer una búsqueda de la originalidad?

-Sí, aunque la originalidad es una utopía, una quimera. Porque tenemos un cerebro y un oído que se ha acostumbrado a apoderarse de muchas cosas, no en sentido codicioso y malicioso, sino que nuestro cerebro intenta atrapar aquello que nos gusta. Entonces en el momento que te pones a componer es muy difícil. Los caminos se han trazado ya casi todos. Hay una especie de 'horror vacui' que es el miedo al silencio, al vacío, el vértigo de la hoja en blanco. Hay que aguantarse y esperar a que se dé un hecho que es casi milagroso.

«Una canción es casi un milagro, porque cuando terminas de hacerla tienes la sensación de que no te pertenece»

Yo siempre lo he dicho, que hacer una canción es casi un milagro, porque cuando terminas de hacerla, e incuso cuando las estás escribiendo, tienes la sensación de que no te pertenece, que viene de algún lado y se están organizando las palabras y los acordes ellos solitos para darte ese resultado. Cuando se siente eso creo que se está realmente en una espiritualidad del arte, en la que no vas buscando tu bolsillo, sino tu corazón.

PEPA NIEBLA

-Las buenas melodías, y en sus canciones las hay, ¿vienen, hay que buscarlas o vienen mientras las buscas?

-Vienen de no sé dónde. No sé a dónde van, pero siempre tengo la sensación de que ha pasado algo milagroso. En el momento en que lo contemplas, y me ha pasado, que escribo un verso y pienso que es bueno, busco en Internet a ver si lo ha dicho alguien antes. Fíjate si confío poco en la propia creación. Siempre pienso que bajan de algún lado y eres tú quien las transmites, pero en el momento que las sueltas ya no te pertenecen.

-Eso que comenta de que el artista es el medio que recoge lo que le viene y la obra no es suya aunque la haya hecho, es un concepto del que ya me habló Rocío Márquez con 'Dictado 1', el adelanto de su último disco, 'Himno Vertical'.

-Así es. Y ella es también una buscadora. Es cuestión de buscar, pero no ser tan impaciente. Si tú quieres encontrar El Dorado, no lo vas a encontrar, en el supuesto de que exista, un kilómetro más adelante, por más que vayas por la selva con tu machete. No es así. Si existe El Dorado, habrá un momento que llegarás, pero hay que tener paciencia. La ambición es lícita, pero la codicia no. Creo que ahí ya hay algo defectuoso, que no es virtuoso. Tener un perfil propio, una figura reconocible, y se vea claramente quién es cada uno, lo veo bien, sobre todo para que no haya confusión. Las grandes compañías tienen la idea de que todos los artistas somos intercambiables. Al poco tiempo buscan a otro que se parece a aquel que resultó rentable y lo sustituyen. No somos intercambiables, es lo que yo espero que no seamos nunca. Sí que seamos solidarios y coherentes y unidos entre todos, pero no intercambiables. Cada uno viene aquí a resolver su papeleta, su historia.

«El arte está ahí para pararnos un poco y decir que no todo es trabajar, no todo es el dinero, no todo es el poder, no todo es el prestigio...»

-En ese sentido, la industria de la música no arriesga nada. Busca copias de éxitos anteriores.

-A eso me refería. Vamos a hacer un análisis economicista del asunto. Las fábrica de camisas quieren vender cuántas más camisas mejor y las de muebles y de discos, lo mismo. Si algo les ha resultado atractivo a mucha gente se encaminan a continuar esa línea de producción. Tiene toda la lógica, pero el capitalismo es tan brutal y tan voraz, que se ha perdido el hecho esencial, que se supone que es que estamos hablando de arte, que conlleva emoción, reflexión, una parte de gozo inmedible y de sufrimiento también. El arte está ahí para pararnos un poco y decir que no todo es trabajar, no todo es el dinero, no todo es el poder, no todo es el prestigio, no todo es que te aplaudan, no todo es ser el más guapo de la clase o el que mejor juega en el equipo. Lo esencial no es eso, es jugar, cantar, componer, es hacer tu trabajo. Si eres ingeniero, no perdiendo el culo por hacer la gran obra de ingeniería que digan «oh, éste es el más grande». ¿Para qué?, si al final no va a quedar nada. Si ha quedado algo de siglos anteriores es porque no había la velocidad de producción y de conocimiento y difusión que hay hoy en día. Quedará como algún byte ahí escondido en un rincón. Del pavoneo del ser humano con sus logros no va a quedar nada. Por ahí no se va ninguna parte. Además, no vamos a quedar ni los humanos (risas), porque vamos por un camino…

«Del pavoneo del ser humano con sus logros no va a quedar nada. Por ahí no se va ninguna parte»

-Hablando de ese antiego que cree que debe de tener el artista, resulta que ha recibido muchos reconocimientos: Medalla Andalucía 2007, Premio Nacional de las Músicas Actuales, Premio Nacional de Cultura 2017, Premio Goya a mejor canción original por 'Intemperie, tiene calle en El Puerto de Santa María, ha sido pregonero del Carnaval de Cádiz… ¿Qué reconocimiento le falta por conseguir?, aunque intuyo que lo que busca una satisfacción que no viene con los premios.

-Los premios sirven para acompañarte. Que recaiga en ti esa mención, ese honor, en la mayoría de los casos, depende de una coyuntura en la que coincide que un jurado, una serie de personas, están de acuerdo en que lo que tú haces es premiable. Pero lo importante es que no se convierta en un concurso, porque en ellos siempre salen perjudicados unos que tienen o tanto más mérito que los ganadores. Y no es la primera vez que un ganador de un concurso queda en la vía de servicio y la autopista se la dan al segundo o al tercero del concurso, porque coincide más con la estrategia economicista que decíamos antes del divulgador, en este caso las compañías. Los premios, como he dicho muchas veces, son una palmadita en la espalda, un «vamos bien». Te sirven para eso, pero no te resuelven lo principal, que cada día te miras ante el espejo y sigues sin saber quién eres. Lo demás han visto algo, pero soy un ser, un evento existencial, que tiene que resolver su propia papeleta, sentirse bien, comprenderse y ser compasivo con uno mismo, con los demás, y solidario y al menos aspirar a ejercer todo eso en tu entorno inmediato. Ahí debes ejercer respeto, tolerancia, amor, afecto, compasión, consideración, solidaridad… haces más por todos los demás que poniendo votos en ciertos sitios u otras maneras de manifestar cuál es tu criterio ante la vida.

«Hay una dirigencia muy malevolente que desde el poder están procurando (...) que creamos que si hay muchos problemas solamente se van a resolver porque necesitamos un líder, un caudillo»

-Y todo esos valores que acaba de mencionar, ¿no cree que desde una parte de la sociedad se empeñan en que vayan por la vía de servicio que decía antes y no por la autopista?

-Hay una dirigencia muy malevolente que desde el poder están procurando nuestra dispersión, nuestra insolidaridad, la falta de seguridad y de certezas y que creamos que si hay muchos problemas solamente se van a resolver porque necesitamos un líder, un caudillo, con mano dura y con amenazas. Es una idea fascista. Las líneas maestras del respeto y la convivencia se están sobrepasando cada vez que le da la gana a un energúmeno que tiene mucho poder. Se suponía que nunca un presidente en tiempos de paz iba a sacar las tropas a las ciudades como está haciendo Trump, porque él cree que así va a arreglar no sé qué. Lo que está buscando y consiguiendo es asustar a la gente, meterlas en el saco del miedo para que crean que sólo con él se puede salir de la inmigración ilegal, el tráfico de drogas o del matonismo, cuando el primer matón es él. Es el que grita soy yo el que manda. Se lo ha dicho abiertamente a periodistas, a congresistas, a jefes de estado de otros países. Es impresionantes la desvergüenza. Es una concepción barriobajera y al mismo tiempo infantil. Él considera amigos en el momento que se sientan en la butaca de al lado y le dan la mano. ¡Será idiota! Entonces hay una parte de la dirigencia que está haciendo esto y hay otra que está intentando cuidar la estructura democrática. Aquí no hay medias tintas y hay que sostenerla y hay que poder y hacer lo que dicta la letra de tus obligaciones. Si haces algo contrario, la población tiene derecho a recriminártelo, a reprobarte y echarte del poder, pero con el miedo instaurado y el abuso que hay…, como estamos viendo en Palestina. Ni Palestina es Hamas ni Israel es Netanyahu.

pEPA NIEBLA

-Son reducciones simplistas en las que se cae a menudo.

-Ahí hay un lío muy gordo que no hay manera de arreglar. Pero por supuesto, matando, masacrando y expulsando no hay arreglo. Así lo que estás demostrando es que quieres quedarte con la casa del otro y si tienes que matarle a los hijos se los matas. ¡Eso es una aberración tan grande! Aquí estamos los pobres músicos intentando poner una gotita de color y de alegría y de emoción en la concurrencia, pero alrededor ocurren cosas que son totalmente contrarias a que el ser humano sea sensible y solidario.

«La función es más que nada entretener, aunque hay quien dice que el arte no está para eso porque es una minusvaloración, pero es fundamentalmente eso»

-Al hilo de eso. ¿Qué función social cree que debe tener la música y la obra de otros artistas ante cómo está el mundo?

-Primero voy a hacer una puntualización. Aquí hemos venido a ser felices. Así que cada uno haga lo que quiera. Quien quiera hacer boleros, lambadas o rocanroles… haz lo que quieras, es la premisa. Pero cuida que en lo que hagas no se vea el cartón, que no sea un engaño, una pantomima. La función primaria de cara artista con su arte es conseguir su equilibrio y su satisfacción. Siempre estás escribiendo para ti, aunque digas cosas que sirvan para otro. Así que tienes que cuidar de ti y lo que escribes para que los demás no caigan en confusiones, por no haber limado muy bien un verso o que tal palabra no diga lo que tú crees que debes decir. La función es más que nada entretener, aunque hay quien dice que el arte no está para eso porque es una minusvaloración, pero es fundamentalmente eso, entretener, divertir, acompañar, emocionar… Es lo que decía Drexler en su disco 'Bailar en la cueva'. Había uno que se levantaba y contaba una historia de los mamuts y todos se quedaban embobados. Era un cuentacuentos. Entretener es sano, lo que no lo es hacerlo con bobadas y, voy a meterme en un jardín, incluso soltar consignas machistas, ultrarreaccionarias, misóginas y deplorables en canciones supuestamente bailables que están de moda. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Ahí hay una parte meramente rítmica musical y quien quiera hacerla muy bien, como decía, hemos venido a ser felices, pero que cuide lo que está diciendo. Porque ahí dentro hay una actitud, en muchos casos, de propuestas delincuenciales y eso no es noble ni respetable. La música no tiene culpa de nada. Mete la pata el que la hace.

-¿Qué opina de que los artistas se posicionen públicamente sobre cosas terribles que están pasando como el genocidio de Gaza?

-Creo que hay dos factores fundamentales. Primero, uno no puede perder su libertad de decir lo que le dé la gana, como quiera y delante de quien quiera, siempre que no ofenda ni violente a otros con su expresión de libertad. En ese sentido, creo que somos iguales que todos. Segundo. Los que tenemos un público, que lo tengo aunque no sea comparable al de otros artistas, de alguna forma, al significarnos nos hacemos portavoces de un dolor que está ahí y que hay que denunciar. El que tiene el megáfono más grande va a llegar más lejos y va dejar una notificación de que está ocurriendo algo y hay que saber qué es lo que pasa. Uno puede elegir si lo hace o no, tenga la repercusión que tenga, pero creo que hay que hacerlo cuando ocurren cosas que están más allá del hecho de que uno tenga fama o presencia pública, cuando se trata de una injusticia execrable, que además nos pone en peligro a todos, incluso a los indiferentes, incluso a los que han votado a aquellos que están cometiendo la barbarie, hay que decirlo.

«La política está directamente relacionada con equilibrios de consumo. Todo es así y es una cosa enfermiza»

-Las protestas propalestinas en La Vuelta ciclista a España generaron mucho debate. ¿Cómo lo ve?

-Armar ruido es legal y lícito, hasta que llegue la hora del vecino de descansar y dormir. Todos tenemos derecho a decir lo que queramos con la cantidad de ruido de fondo que creamos conveniente. Lo que ha ocurrido con La Vuelta es que había un equipo de un país cuyo Gobierno está cometiendo una barbarie y es una manera de hacer ver a la opinión pública de dentro del propio país y a todo el mundo que la gente no tolera que alguien que se dedica a masacrar al vecino, a robarle su casa y matarle los hijos, pueda tener un equipito que ondee esa bandera así alegremente por el mundo. Es lo único que se ha querido hacer ver. No es contra La Vuelta ni contra los ciclistas ni contra el deporte ni por hacer como dijo esta rara entidad de la política, que era como en Sarajevo lo que se había formado. Ni la nombro. Son hechos coincidentes también, pero hay que hacer ver que si a algunos países se les prohibe participar en ciertas competencias y a otros no, pues no. A todos igual. No se puede hacer esa discriminación, según lo que estratégicamente y energéticamente nos pueda venir a unos y a otros. La política está directamente relacionada con equilibrios de consumo. Todo es así y es una cosa enfermiza. Se ha perdido el sentido de la realidad y está toda la política pervertida con esa tendencia.

-La realidad es que se llevaban meses haciéndose manifestaciones y concentraciones a favor del pueblo palestino en muchas plazas de muchas ciudades de España y otros países, y hasta que no se hicieron las protestas de La Vuelta no parece haber reaccionado el Gobierno.

-La cuestión es que ahí había muchas cámaras. ¿Por qué no dejan Netanyahu que entre la prensa en Gaza?, porque quiere hacer lo que le dé la gana y no quiere testigos. Cuando los hay, como en el caso de la Vuelta, se ve que en España hay un montonazo de gente que está denunciando esa masacre. La gente quería parar la última etapa en la que ya está todo ganado, que siempre es un paseo en el Tour, en el Giro, en todas las grandes vueltas. El asunto es rasgarse las vestiduras y poner a la gente de salvajes. Siempre hay, y lo sabemos, por cosas como estas, como por otras, se forman trifulcas y hay violentos que se cuelan y queman contenedores. Los broncas están siempre en todos lados. La Policía suele tener un cálculo de lo que puede pasar y qué efectivos tiene que desplazar, porque saben que estas cosas pasan. Lo de la Vuelta era un hecho simbólico y lo bueno es que tenía muchas cámaras y el mundo entero ha visto eso, como ha visto la huelga de los estibadores italianos, que han parado el país. Ha sido una huelga general. Hasta la propia presidenta Meloni, que no es un dechado de respeto a los derechos humanos, han dado unos pasos atrás y ha mandado a un barco a proteger a la flotilla de Gaza. Cuando ya no sirve el voto, porque una vez que lo tienen, pueden hacer lo que les dé la gana, pues hay que pararlo y hacer lo que haga falta. En ese sentido no es un hecho de subversión, sino de reclamar y protestar. Si alguno rompe una valla o quema un contenedor hay que comprender que no toda la población es educada y reflexiva.

«Al político hay que vigilarlo desde el primer minuto en que ganó las elecciones»

-Es sano que la participación en política no sea sólo votar cada cuatro años, ¿no?

-Lo que pasa es que solamente salimos a la desesperada. Creo que nos están dando un dato que no debemos olvidar. Al político hay que vigilarlo desde el primer minuto en que ganó las elecciones. La vigilancia del poder es fundamental y hay un trabajo que debemos hacer todos. Igual que los padres vigilar a sus hijos amorosamente y los tienen que educar, no sólo en el colegio, también hay que vigilar a los políticos con mucho ojos.

-En su música hay muchos ritmos y musicalidades de culturas árabes. ¿Por qué cree que en España no se prestigia ese legado que también nos pertenece?

-Pues por una cuestión de xenofobia. España ha sido un país tristemente ejemplar en eso. Hay sido el primer país que priorizó de alguna manera el hecho de una sola religión y un solo poder, el Dios, patria, rey, sin contemplar al pueblo, que era variopinto. Cuando el pueblo estorbaba, se el expulsó. No se expulsó a los musulmanes, se expulsó a los andaluces, que estábamos aquí mucho antes de que estos señoritos reyezuelos de Castilla y Aragón tuvieran una corona encima de la cabeza. Éramos ejemplo de convivencia y de mezcolanza. La pureza no conduce a nada. Todos más mezcladitos somos muchos más bellos. Si no estaríamos todavía dándonos pedradas como los neandentales y los cromañones. Este país ha sido mal ejemplo en muchas cosas y además de con el Mabreg y la música árabe también lo ha sido con Portugal. Vivimos totalmente de espaldas a ellos y es impresionante, por unas rencillas de reyes, al fin y al cabo. Ya se encargaron los reyes de un lado y otro que no hubiera comunicación. Pero tiene más delito por nuestra parte.

«Lo portugués tendría que pasearse entre lo español con una cotidianeidad grande»

Lo portugués tendría que pasearse entre lo español con una cotidianeidad grande. Creo que si no se le da atención a esas músicas de los pueblos islámicos, que como tienen otro dios y no es el único, el mío, pues no te hago caso, cosa que provoca que en el otro lado la reacción sea idéntica. Pero esa discusión tiene que acabar. Dios tiene un defecto y es que cuando hace falta casi nunca está. Como dice Luis Piedrahita, que tiene mucha gracia: «Dios hizo el mundo en seis días y se nota (risas)». Hay que echar más mano del ser humano y sacarse divinidades e historias de rencillas, actualizar, como se hace con el ordenador. Darle al botón F5 y quitarnos muchos lastres que no sirven de nada.

-¿Qué es lo que más le preocupa a día de hoy y qué le hace más feliz?

-Me preocupan los derroteros por los que va el mundo. A colación de todo lo que hemos hablado, y el destino de los miserables, esos que viven entre la miseria. El término miserable también se emplea para aludir al déspota. Pues el destino de los miserables está en manos de los déspotas y puede ser que históricamente siempre haya sido así, pero me preocupa porque últimamente hay muchas más posibilidades de que esto reviente, muchas más armas y más modos de aniquilación.

«He abierto todas las puertas que cerré de un portazo, por un arrebato de ira o lo que fuera, y he vuelto a pedir disculpas»

En cuanto a lo que me hace más feliz, he abierto todas las puertas que cerré de un portazo, por un arrebato de ira o lo que fuera, y he vuelto a pedir disculpas, tuviera o no la razón, no son maneras. Me hace feliz feliz eso y tener unos hijos que son felices porque buscan su felicidad, llevarme muy bien con la madre de mis hijos aunque no es mi mujer y sin embargo es mi amiga y nos vemos mucho y tenemos una complicidad grande, al margen de no compartir nuestra vida, pero sí compartimos la alegría de la vida en general. También me hace feliz que mi oficio me haya dado tanto conocimiento y tanta gente con la que he disfrutado y lugares a los que me ha llevado la música.

-Por último. Desde su experiencia, un consejo para las nuevas generaciones.

-Haz lo que quieras, procura ser feliz. Nadie te mira, nadie te vigila, nadie te censura y si te aplauden, agradécelo, pero no creas que tienes todo ganado.

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