el salto de la reja, a las 2.34 h.

Almas elevadas bajo la Virgen del Rocío

3.25 h. La Blanca Paloma ya sobrevuela la aldea almonteña llevada en volandas por sus fieles devotos tras un salto de la reja que llegó muy pronto, a las 2.34 de la madrugada, una hora antes que el año pasado y lo más sorprendente, 14 minutos antes de que el simpecado de la Hermandad Matriz apareciera en el Santuario.

Almas elevadas bajo la Virgen del Rocío

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Fuera también crecía la multitud en torno al sendero que transitaban las filiales a la espera de que el simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte rompiera la dinámica deambulatoria e irrumpiera ante su Señora en el templo, donde hacía ya un rato se había desencadenado el incontrolable asalto que consigue cada año dar la vuelta al mundo.

Así, como un instinto animal, con más corazón que cabeza, del caos de ímpetu y nervios sin medida brotó un movimiento que a su manera cumplía el fin de poner el robusto paso plateado de la Virgen en la calle, un paso que ha sido reformado para esta procesión con un recrecido de la la plataforma, con el que se ha querido dar una mayor estabilidad al procesionar de la imagen y evitar incidentes como la rotura de un varal en la salida de 2011.

Con vaivenes y cambios de dirección, con ondulaciones, aleteos e impulsos firmes, entre la furia repartida en encontronazos, empujones, golpes, tensión hecha sudor, estrecheces y respiraciones forzadas, los cuerpos libraban la batalla contra el cansancio y se hundían, pero resistían. Mientras de forma inexplicable, en una no formulada cinética de la fe, se elevaban sus almas por encima de sus cabezas en un éxtasis singular que pareció justificarlo todo una vez más.

Se materializaba así el esperado broche a una intensa romería y ser a la vez el punto de partida para estos momentos especiales e irrepetibles donde palpita el deseo colectivo de que nunca acabe la procesión de la Virgen del Rocío. La devoción se manifestó con fuerza y energía para expandirse desde el Santuario a cada casa. Los cuerpos chocaron bajo la Virgen del Rocío y se elevaron las almas a su paso.

Una vez más por ella y ante ella se expresó la devoción con toda su vehemencia, con esa magia tan perceptible en el multitudinario ambiente, que consigue que se olviden esperas e incomodidades para simplemente sentir de un modo personal una experiencia que a golpe de repetición cada año se refuerza en lugar de agotarse.

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