Dentro de la ciudad
Aunque la historia siempre esté en constante e imparable evolución, ingeniándoselas una y otra vez para continuar la dirección que determina el infinito espacio-tiempo, el reloj parece no marcar las horas en la sede del PSOE de Huelva. Socialdemócrata en apariencia, su máximo responsable municipal presume, apoyado de una legítima mayoría absoluta, de vivir en una ciudad industrial. Pero la historia es caprichosa, genera cambios, y la que fue industrial allá por el siglo decimonono, hoy camina hacia un modelo económico antagónico mucho más amable.
Aquí y allá, vastas e innovadoras metrópolis mundiales no conciben en sus respectivas áreas metropolitanas, industria alguna que sea altamente contaminante. La historia es bien distinta hoy a la de dos centurias atrás. La rentabilidad económica, la prosperidad en definitiva, se vislumbra en aquellas ciudades que asumieron ciertos riesgos al transformar decidida y perentoriamente un modelo económico industrial en otro de servicios. Se acabaron las anteriores formas de dominación entre clases propias de tiempos pretéritos, que encerraban en sí los vicios y excesos del sistema feudal tan añorado, al parecer, por la codicia pasajera de unos pocos. Resulta curioso observar la proselitista administración de un partido originalmente marxista, cuya razón de ser estribaba en alcanzar la emancipación a través del total control proletario de los medios de producción, pero ahora incapaz de obtener independencia alguna alienándose servil, tácita y sutilmente a las diversas formas del poder.
En el caso onubense observamos como grandes capitales tanto nacionales -Fertiberia- como foráneos -Atlantic Cooper (Freeport-McMoran)- bajo el sol incandescente de la AIQBE continúan guiando a través de tácticas caciquiles los designios de nuestra ciudad. Han creado de la nada una conciencia cómplice, cínica e irracional, en la cual asumimos con sumaria naturalidad la financiación de improvisados nidos de espátulasdonde confluyen el Tinto y el Odiel, o simplemente prestamos atención otra vez más a la historia, o a los mitos que relatan historias prósperas sobre la ocupación, precaria y limitada, del operario base, el proletario que únicamente dispone de sus manos como fuerza de trabajo.
Un cuento chino, indudablemente. El poder local y algún que otro iluminado, consideran a la industria química el alfa y el omega de nuestra ciudad. Desafortunadamente el capital, el control de los viejos medios de producción, recae en individuos que ni por asomo podrían situar a Huelva en un mapa. Es un poder extraño e indiferente por lo tanto al sufrimiento de una ciudad convertida en vertedero radiactivo, el más severo accidente medioambiental de Europa.
El servilismo de instituciones, organizaciones, colectivos e incluso de vecinos que aceptan esta situación degradante es también, a partes iguales, responsable de propiciar que Huelva sea capital nacional de la pobreza1 e, irremediablemente, y en consecuencia, ocupe los últimos puestos europeos a nivel educativo. Un desastre. Universidad, empresarios, sindicatos, asociaciones, asumen tan triste situación a cambio de las migajas2 que deja en la ciudad un sector a punto de capitular ante el paso inexorable del tiempo. No debiéramos dejarnos atrapar por el dogma, vamos a tomarnos la molestia de hacernos algunas preguntas; ¿qué certezas tenemos de las cosas?, ¿qué certezas podemos tener de las cosas?
Pero hay más, parte de la oposición, -PP, Ciudadanos, VOX- basan sus políticas, carentes de sentido municipal, en lo único importante para ellos, la compraventa de votos, y ello gracias a la promoción televisiva de su producto a nivel nacional. Pedir a estos presuntos liberales, prestos a cualquier oportunidad de negocio, que advirtiesen la opción, limitada pero posible, de construir una ciudad acorde a los nuevos tiempos y por lo tanto más próspera, parece ser pedir demasiado. Obviamente no se adivina capacidad logística alguna para liderar un proyecto de ciudad hacia un modelo sostenible, tecnológico y ecológico, justo y solidario, patrimonial y vanguardista.
Y la vieja izquierda entre tanto, ¿a qué se dedica? Pues parece ser que la confluencia de IU y Podemos, ayer perdedora de la guerra de clases y hoy, combatiente a través de los medios de comunicación, de otra guerra, la de género, se sirve de los añejos instrumentos políticos deformando la firme decisión interna, en el primer paquete de medidas aprobados, acerca de la necesaria dotación de medios a los grupos opositores, y en las que el gobierno mayoritario se valió para hacer lo que suelen hacer los gobiernos déspotas; una ingente subida de sueldo en una ciudad con la renta per cápita por los suelos y el paro campando a sus anchas. Todo un partido llamado obrero. Aquí no hay culpa ni vergüenza.
Así están las cosas por casa, donde todos piensan igual y pocos quieren pensar que las cosas puedan cambiar. Acérrimos defensores de un modelo de ciudad pervertido en desagüe nacional, impresentable poso tóxico y radiactivo de una genuina reserva natural de la biosfera. Una auténtica burla a la naturaleza, a la razón, a la moralidad y a la justicia.
Desde luego todos no vamos a quedarnos de brazos cruzados, el colectivo ciudadano Mesa de la ría de Huelva, y otros que empiezan a surgir con el verde y la decencia como bandera, ayudarán a desenmascarar todas esas mentiras que nos venden como verdad desde fuera, porque nosotros estamos dentro, muy dentro de esta ciudad.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------