Opacidad intelectual adquirida

El tiempo lo ocupamos en menesteres diversos acordes con nuestras capacidades particulares. El egoísta, cualidad o actitud casi siempre vinculada al poder, a lo material y al hedonismo, invierte su tiempo en conductas tendentes a la consecución y adquisición de oropeles que le distingan como excepcional. Pero su vacuidad llega a ser casi ofensiva en valores humanos.

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El arte, en general, es la palabra al servicio de la sociedad, y a lo largo de la historia ha servido de panfleto de protesta y descontento para con las injusticias, con los abusos de poder y con las censuras. Quien vive bajo el yugo del silencio obligado, de la sumisión ideológica y del vituperio, sólo cuenta con el exilio o con el riesgo del arte y la palabra.Ai Weiwei, artista chino con mayúsculas, está en paradero desconocido desde hace más de un mes, apresado –esperemos que no esté torturado ni muerto– por el gobierno chino, por su disconformidad con la dictadura y la injusticia en la que vive.Su capacidad y su tiempo lo dedica al arte, un arte basado en el pueblo y en sus tradiciones con la connotación de esa abstracción de la que sólo son capaces los grandes genios. Le llaman trasgresor como a tantos otros, es la única palabra con la que pueden definir algo no convencional esos “poco dotados”, pero su arte es una adaptación inteligente de la creatividad propia al servicio y aprehensión social. Dona su arte, lo llena de funcionalidad para ser usado material, espacial o intelectualmente.

Pinta, esculpe, compone, construye, destruye, actúa, su transversalidad artística es digna de los grandes maestros. Rafael, Miguel Ángel, Leonardo, veían el espacio, componían cuadros, esculpían objetos, cuerpos. Alguno se especializaba, otros eran incapaces, dado su enorme potencial y solamente podían acapararlo todo. Así es Weiwei, su tremendo potencial artístico no admite cadenas, ni ataduras, ni censura, ni más bloqueos, ni más opacidad,  ni más silencio. Su transparencia intelectual y artística y la inversión de su tiempo en enriquecer valores humanos nos lo regala a todos.Ejemplos de censura intelectual y, con ello, artística han existido siempre. Los no alineados han sufrido de un ostracismo obligado por constituir un peligro para el poder mediocre y sin contenido. No hacen falta dictaduras como la china, el PSOE cuando está en el poder, o el PP cuando lo está, someten a ese exilio a artistas, humanistas y pensadores no alineados con sus siglas, y no digamos a los que ellos llaman “rebeldes” por no estar alineados con ninguna.Parece increíble que en nuestros tiempos sigan existiendo casos Malaya, Filesa, Gürtel, etcétera, etcétera, etcétera. Y que sigan existiendo esos personajes protagonistas de ellos con ese déficit de neuronas y esa catadura moral más digna de cesarismos de otros lares y otras épocas. Los 15 M denuncian este tipo de actos en sus glosarios de buenas intenciones, Saramago estaría orgulloso de vosotros, pero no olvidéis que sois librepensadores, desprendidos y altruistas en su mayoría que no os interesa lo material y lo poderoso, por lo que siempre estarán los que no son aptos para pensar y para crear para seguir mangoneando vuestro futuro, nuestro futuro.Pero nada de esto es comparable con la situación de Weiwei. Él está recluido y silenciado por un régimen anacrónico, por su arte, su humanismo y su intelectualidad transparente y adquirida. No le dejaron leer  y leyó. No le dejaron escribir y escribió. No le dejaron pintar y pintó. No le dejaron esculpir, y esculpió. No le dejaron componer, y compuso. No le dejaron construir, y construyó. No le dejaron destruir, y destruyó… No le dejaron crear, y creó. No le dejaron pensar, y pensó.Esos que andan fundidos en el poder son la mejor muestra de la opacidad intelectual adquirida, todo lo contrario que Ai Weiwei. Pero a él le seguirá cundiendo su tiempo -aún encarcelado-, que redundará en un beneficio social y humano. A los otros les sobra el suyo porque su vacío moral es incapaz de aprovechar un segundo de tiempo en algo que no sea fútil, pueril y dañino.

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