Lo suyo es puro teatro
Decir que nuestros políticos son unos teatreros es algo que a nadie va a sorprender. Cada vez que les oímos decir que no conocían a tal o cual imputado, que nuestro sistema bancario es el más seguro del mundo o que no llegan a final de mes con su sueldo, soltamos una carcajada ante tamaños embustes.
Pero hay quienes somos más mal pensados que el resto y sostenemos que la teatralidad de los políticos va más allá de negar hechos irrefutables, y que son muy capaces de auténticas escenas dramáticas en las que distintas partes se ponen de acuerdo para escenificar batallas políticas ficticias que de cara a la opinión pública den la sensación de que los actuales partidos luchan a sangre y espada por cambiar las cosas. Evidentemente esta teoría sobre las batallas ficticias puede ser tildada de paranoica pero ¿acaso no han sido hasta ahora los dos partidos en el poder unos maestros del engaño? En nuestra historia reciente ha habido grupos paramilitares, tramas ilegales de financiación, informes policiales que se filtran, detectives privados, chantajes con fotos de hombres influyentes en ropa de señora, etc. Echemos la imaginación a volar y después que me digan si es descabellado todo esto de las grandes 'performances' de las que PP y PSOE son capaces.
A día de hoy tenemos dos grandes 'producciones teatrales' en marcha por parte de los dos grandes partidos, ya que ambos atraviesan una crisis de confianza del electorado inédita en décadas por cómo han gestionado o están gestionando la crisis. Estas grandes superproducciones implican una gran preparación de los actores y sobre todo de los medios de comunicación, que son los que van a enfocar o ensombrecer al actor de turno cuando el momento llegue. En el caso del Partido Socialista, tras el descalabro electoral parecía obvio que debía haber un cambio de líder, pero transcurrido un tiempo era evidente que un mero lavado de cara no convencería a los electores de que el PSOE había vuelto a ser un partido de izquierdas después de haber iniciado la escalada de recortes continuada por Rajoy y de haber contribuido a la creación de la burbuja económica iniciada por Aznar. Solo una catarsis como un motín en las filas del partido podría dar credibilidad al proceso. En el caso del PP se trata de algo más sencillo, simular una oposición más o menos creíble a las medidas de ajuste impuestas por Bruselas para corregir un poco el patético espectáculo de perritos falderos y lacayos sumisos que han mantenido hasta el momento ante la canciller Merkel.
El Partido Socialista hace ya tiempo que preparó la tramoya, hizo el casting e incluso realizó los primeros ensayos. ¿Los actores? Jóvenes promesas de la interpretación surgidas de los rincones más contestatarios del PSOE como Beatriz Talegón o Eduardo Madina. ¿El escenario? El congreso de la Juventudes Socialistas en Cascais, tertulias y programas de debate o las mismísimas puertas del congreso de los diputados. Este último escenario tal vez sea el que acogió la escena más llamativa de la representación teatral. Eduardo Madina fue conducido por, nada más y nada menos, que Elena Valenciano y Soraya Rodríguez a la puerta exterior del Congreso, donde las dos últimas interrogaron al joven líder sobre un rumor según el cual estaba liderando un conciliábulo contra el pacto de Rubalcaba y Rajoy. Valenciano y Rodríguez no encontraron un sitio más disimulado que la puerta del Congreso rodeado de cámaras, pero aun así, su actuación fue muy creíble. Madina adoleció un poco de novato y se le escapó una mirada a una de las cámaras que tan casualmente grababa la escena. Pero vamos, nada grave, una ayudilla de alguna actriz profesional simpatizante como Lola Herrera o Ana Belén y en solo un par de tardes ya habrá nacido una nueva estrella de la interpretación.
La hipótesis de simular tensiones políticas para ofrecer una imagen más fuerte frente a la UE es un poco más difícil de demostrar en el caso del PP. En este caso se trataría más bien de un mero acuerdo con autoridades y organismos europeos sobre el tono de las declaraciones del Gobierno con la intención de demostrar a la ciudadanía cierta oposición a los recortes sin preocupar mucho a los mercados. Tal vez el aspecto más increíble de esta teoría sea el de imaginarnos a un grupo de representantes españoles y europeos reunidos, los unos comprometiéndose a aceptar unas medidas sin rechistar y los otros, prometiendo anunciar otras que retirarán o modificarán ante las aparentemente airadas protestas del gobierno. Se trataría de un pacto entre caballeros, naturalmente, nada oficial. Atendiendo a esta teoría me siento algo optimista respecto al futuro de lo que queda de los astilleros españoles, nuevamente amenazados por las leyes de competencia de la UE. Líderes populares como Núñez Feijoo o Alfonso Alonso ya han salido a oponerse a la supresión de las ayudas al sector. Tengo la sensación de que conseguirán parar esta medida, lo que posiblemente ya estaba apalabrado de antemano, eso sí, a cambio de aceptar otras que se nos impondrán más sutilmente. No le doy ni un mes para ver al ministro Soria sacar pecho ante semejante victoria.
Tomemos asiento pues y presenciemos dos tragicomedias espectaculares en las que encontraremos todos los ingredientes necesarios para la salvaguarda de un régimen corrupto. En una el PSOE pasará de ser el partido de izquierdas más neoliberal de Europa al más progresista de todo el continente. En la otra veremos como el partido más sumiso a la Troika pasa a convertirse en el acicate de Merkel y de Mario Draghi, liderando la rebelión de la Europa mediterránea. Acomodémonos en la butaca, y riámonos o sollocemos según nos venga en gana.