¿Son los espigones la solución? Por qué Matalascañas sigue perdiendo arena mientras otras playas se salvan

A menudo se reclama estos elementos en el litoral para frenar la erosión, pero hay que tener en cuenta varios aspectos

Juan Antonio Morales, doctor en Geología: «Matalascañas es una zona en retroceso y el proceso erosivo en la zona no parará»

Matalascañas ya tiene fecha para el aporte de arena. En otros puntos siguen esperando

Paseo marítimo de Matalascañas, muy dañado H24
Mario Asensio Figueras

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La playa de Matalascañas está constantemente en el foco de la actualidad por la falta de arena que sufre y los daños que se acumulan en su paseo marítimo con cada temporal. Ante esta situación crónica, desde hace años se demandan soluciones que inviertan la tendencia negativa de este enclave turístico del municipio de Almonte. Una de las reclamaciones más comunes es la instalación espigones, un elemento que cumple la función de retener arena y cuyo funcionamiento depende de otros factores y circunstancias.

El doctor en Geología y catedrático de la Universidad de Huelva, Juan Antonio Morales, ya explicó en un reportaje de Huelva24 que la función de los espigones es retener arena y que por tanto se deberían haber instalado cuando Matalascañas tuviera «una gran barra de arena delante de la playa» para evitar que se moviera esa arena. Sin embargo, al instalarse con la playa en una mala situación, con poca arena, los espigones no tienen volumen arenoso que retener y además evitan que entre en el litoral más arena.

Una circulación de arena impedida

Morales indicó que de manera natural se da un proceso erosivo en la zona de Matalascañas continúo y que a la vez en el litoral onubense hay un movimiento de arena constante de oeste a este. De este modo, toda la arena que cae de los acantilados del Asperillo entre Mazagón y Matalascañas, como en la zona del Rancho Pichilín, debería circular hacia el este, hacia Matalascañas, pero los espigones frenan ese tránsito natural. 

Esa arena se acumula en los espigones y cuando los cubre comienza a pasar por encima y se reparte por el litoral. «Hasta que no vaya cubriendo los espigones no va a llegar a la zona que se ha erosionado», insiste Morales.

El catedrático ya explicó que Matalascañas es una zona «secularmente erosiva» y que por tanto, «retrocedía en el pasado y sigue retrocediendo actualmente». Por tanto, no hay freno para la erosión de los acantilados, que se traduce en aporte de arena a la playa y su circulación por el litoral. Ejemplifica esta situación con una prueba evidente, la torre almenara, que en su día estuvo en un acantilado, ahora está en el agua.

El experto también indicó que hubo un error al situar Matalascañas en una zona de erosión y más aún eliminar las dunas existentes en su playa para construir el paseo marítimo, pues está demostrado que las zonas donde se respetó esta cadena dunar se mantiene con más arena que en las se eliminó.

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