entrevista

Fernando Barranco, el cicerone de los rincones secretos de Huelva: «Queda mucha riqueza paisajística por descubrir»

Ingeniero técnico topógrafo de formación, ha sido reconocido por sus múltiples colaboraciones en el instituto Geográfico Nacional y ha trabajado casi medio siglo en el Ayuntamiento de Punta Umbría

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Fernando Barranco en una imagen reciente en la playa h24
Bernardo Romero

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Fernando Barranco Molina, ingeniero técnico topógrafo de formación, ha sido reconocido por sus múltiples colaboraciones en el instituto Geográfico Nacional. Nombrando un accidente geográfico con su nombre, el Barranco de Fernando, que queda además en el término municipal de su Punta Umbría del alma, donde primero fue veraneante desde su nacimiento y luego decidió establecer allí su residencia. Casi medio siglo trabajando en el Ayuntamiento de la localidad costera, donde hasta la bandera del pueblo, o el nombrar a sus principales calles y plazas se deben a su saber hacer, como la plaza de Al Bakri, que Fernando Barranco tintó con el nombre de un ilustre geógrafo e historiador. Como él.

De la obra escrita de Fernando Barranco nos encantó su Huelva recóndita, un recorrido por paisajes poco o nada conocidos de una provincia que se ha pateado de de norte a sur y de levante a poniente, portando teodolitos y otros arreos propios de su profesión. En el fondo quizás sean sus entrevistas, recopiladas en tres volúmenes bajo el título, entrañable como él, de Gente del alma mía, que fueron previamente publicadas en diarios locales. Esto ha sido lo que más popularidad le han dado. Estoy a su lado, sentados en un banco frente a la ría de Punta Umbría y camino de La Peguera, he estado charlando con el amigo y con el hombre sabio conocedor de la provincia de Huelva que es y que se ha pateado, paso a paso, monte arriba y monte abajo.

-Estudias en Madrid ingeniería técnica en la rama de topografía, pero es como técnico en el Ayuntamiento de Punta Umbría donde has desarrollado buena parte de tu vida profesional.

-La topografía ha sido más una pasión que una profesión. En cuanto a la vida profesional, tú lo sabes bien, ha sido ahí, en el Ayuntamiento de Punta Umbría, donde entro de técnico en 1974 para medir las parcelas que quedaron tras la independencia del término municipal. Después he desarrollado otros proyectos hasta mi jubilación, hace seis años.

-Lo de las parcelas debió ser un trabajo arduo y excepcional.

-Claro, se une al hecho de la independencia el que quedaran muchas parcelas libres tras ser ofrecidas por la nueva corporación a quienes desearan construir allí una vivienda. Fue algo curioso y el trabajo me llega de manera casual y yo pensaba que sería por poco tiempo. En aquellos años, y estamos hablando de mediados de los sesenta, el entonces alcalde, Ricardo Serrano Terrades, me comentó bajo uno de los toldos que entonces tan típicos eran de la tranquila y casi familiar playa, que necesitaba un topógrafo para realizar las mediciones de las parcelas del municipio. Un trabajo de chinos, pero no lo dudé un momento. Había estado trabajando en Madrid, en Almería, en Barcelona... con buenos sueldos y excelentes condiciones, date cuenta que en los sesenta hacían falta técnicos de todo tipo en España y no me faltaban ofertas de trabajo, pero venir a mi Punta Umbría de mi alma no tenía color. Así que lo tuve claro. El primer regidor me citó en su despacho al día siguiente y al día siguiente di el sí quiero. Y hasta la fecha.

-Te instalas en Punta Umbría.

-Del tirón. Fue como un regalo. Siempre estuve enamorado de Punta Umbría y siempre pasé los veranos en esas benditas y maravillosas playas. Aquí sigo.

-Fuisteis nueve hermanos y tu padre también hizo lo que pudo para permanecer en Huelva a pesar de una profesión muy dada a la movilidad.

-Era militar. Y cada vez que le llegaba un ascenso tenía que desplazarse a uno u otro destino, pero la familia se quedaba aquí porque él sabía que a la menor posibilidad, cuando saliera un destino en Huelva lo solicitaría, y así fue sucediendo una y otra vez. Y en verano, a Punta Umbría. Unos traslados que se hacían en canoa, porque todavía no se había abierto la carretera. Era la Punta Umbría de calles de finas arenas, con losetas enormes a un lado de la calzada, para hacer más cómodo el paso de las personas, el pueblo en el que todo se movía a lomos de mulos o de burros. Recuerdo que antes de desembarcar ya nos quitábamos los zapatos y no nos lo volvíamos a poner hasta más de tres meses después. Desde que cerraban los colegios a finales de junio hasta octubre, cuando entonces empezaba el curso escolar. Una Punta Umbría sin ruido de coches, sin prisas, donde se vivía al compás de las olas. Luego, en el sesenta y cuatro, se abre la carretera y ya todo cambió. Para mejor, que una cosa son los recuerdos de aquel paraíso perdido y otra la realidad de un pueblo entonces con muchas carencias.

Imagen principal - Fernando Barranco homenajeado en El Mosquito por su aportación a la cultura, y abajo con sus hermanas mayores Mari y Pili, que siempre cuidaron de él, y trabajando
Imagen secundaria 1 - Fernando Barranco homenajeado en El Mosquito por su aportación a la cultura, y abajo con sus hermanas mayores Mari y Pili, que siempre cuidaron de él, y trabajando
Imagen secundaria 2 - Fernando Barranco homenajeado en El Mosquito por su aportación a la cultura, y abajo con sus hermanas mayores Mari y Pili, que siempre cuidaron de él, y trabajando
Fernando Barranco homenajeado en El Mosquito por su aportación a la cultura, y abajo con sus hermanas mayores Mari y Pili, que siempre cuidaron de él, y trabajando H24

-Pues no has podido ser más afortunado, porque lo tuyo con Punta Umbría es una historia de amor y además de toda la vida.

-Como lo sabes. Casi nací en Punta Umbría y he tenido la fortuna de volver y de qué manera, para trabajar por mi pueblo. Aquello fue muy laborioso, pero entre la juventud y el saber que estabas midiendo el futuro del pueblo, todo se sobrellevaba la mar de bien. Date cuenta de que hube de medir absolutamente todas las parcelas de Punta Umbría, una detrás de la otra. Luego ya pude ocuparme de otros proyectos, pero la medición y levantar planos no acabó ahí, vinieron luego los planes parciales y el desarrollo urbano que todos conocemos de una localidad que ha cambiado radicalmente con el paso de los años. Como todos los pueblos de Huelva, pero en Punta Umbría, si cabe, más.

-Al fin y al cabo, toda una vida en Punta. De ahí vendría uno de tus primeros libros, Gente de aquí y de allá.

-Sí, en esa publicación aparecen sobre todo personajes de Punta Umbría, y luego pude sacar otro pequeño librito en el que tuve la suerte de que lo ilustrara nada menos que Bacedoni, toda una referencia en Huelva. Allí están todos los edificios más notables del pueblo, desde la torre de almenara a las iglesias y algunos edificios notables, como el antiguo ayuntamiento y muchas casas de veraneantes cuyos planos firmaron notables arquitectos.

-Y después toda una joya, Recóndita Huelva.

-En esta otra publicación doy cuenta de muchos lugares que gracias a mi profesión, y por supuesto afición, he tenido que recorrer, pero que no son en absoluto conocidos. Te puedo hablar del puente de los Cabriles en Encinasola, casi abandonado, en cuyas tajamares hay esculpidos carneros, o el hermosísimo cerro de San Cristóbal, en Almonaster, o el que los topógrafos llamamos el Bombo del Asperillo, una elevación donde se sitúa uno de los vértices geodésicos de la provincia, todos ellos en lugares privilegiados. Pocos saben que a estas alturas de la costa onubense fue a subir Schulten en busca de Tartesos. Recorrió a pie el trayecto que va desde Huelva hasta la desembocadura del Guadalquivir, y aseguraba que hasta el Bombo subió Apolodoro de Damasco, el arquitecto romano, que aseguraba, como él, que allí estaba Tartesos... todos los vértices geodésicos están en lugares con un atractivo casi místico, y te doy una pista, en el de La Peña, en la Puebla de Guzmán, la devoción popular ha colocado una cruz en todo lo alto, como ocurre en muchos otros hitos geográficos, donde han colocado vírgenes y santos.

"Se presentaron más de cien propuestas para elegir el diseño de la bandera oficial de Punta Umbría y la elegida fue la mía"

-Esto de la topografía te ha servido además para realizar incursiones en el apasionante mundo de la arqueología.

-Muchas veces han requerido mis servicios para levantar planos y perfiles topográficos, de ahí que haya tenido la ocasión de pasar inolvidables jornadas en excavaciones arqueológicas por toda la geografía provincial, desde Saltés hasta el castillo de Paymogo, La Rábida...

-Y se puede saber como surge esta curiosa pasión por los mapas y los planos.

-Desde muy jovencito. Y te lo cuento. Estando acabando el bachiller elemental, en lo que hoy sería cuarto de la ESO, don Manuel Mora Bayo, el recordado profesor del Colegio Francés, sabedor de que mi padre era militar, me solicita que le pida algunos mapas topográficos para hacer prácticas de orientación, conocer las escalas... Así que dicho y hecho. Mi padre me facilita algunos mapas y los llevo al colegio para aprender sobre ellos. Te puedo asegurar que no era un alumno brillante, iba sacando los cursos y las asignaturas como buenamente podía, y te hago esta apreciación para que entiendas el final de la historia. En clase me empezó a interesar aquello que don Manuel nos iba relatando, y yo no paraba de preguntarle, así que acabé queriendo saber qué había que hacer para trabajar en la elaboración de esos mapas y él me contestó que existía una ingeniería específica, pero que había que ir a Madrid porque era una profesión muy minoritaria. No me importó en absoluto y a partir de entonces empecé a sacar buenas notas. Acabo el Bachiller Superior y hago el Preparatorio de ingeniería, que era general y sí que se podía hacer en Huelva, en La Rábida. Así que una vez superado este curso me traslado a Madrid y acabo la carrera con un expediente brillante. Cuando las cosas te gustan y en consecuencia te interesan rindes el doble, o el triple, como fue mi caso.

-Finalmente ejerces de topógrafo hasta el punto de que el Instituto Geográfico Nacional te homenajea tintando en el topográfico 1:20.000 y en tu corazón el Barranco de Fernando.

-Sí, fue un grandísimo honor, y además el barranco está en el término de mi Punta Umbría.

-Localidad de la que diseñas hasta la bandera.

- Sí, yo trabajaba en el Ayuntamiento y esperé a que apareciera en el periódico un anuncio de un concurso para elegir la bandera oficial del municipio. No quise decir nada, pero yo presenté mi proyecto, con su memoria, razonando y explicando las características del diseño de la bandera. Se presentaron más de cien propuestas y la elegida fue la mía. Ya te puedes imaginar lo que eso supuso para mí.

Imagen principal - Junto a sus compañeros de estudios (es el primero de arriba a la izquierda). En las fotografías de abajo, una caricatura realizada por sus alumnos de la universidad y trabajando desde el mirador de la casa natal de Juan Ramón Jiménez
Imagen secundaria 1 - Junto a sus compañeros de estudios (es el primero de arriba a la izquierda). En las fotografías de abajo, una caricatura realizada por sus alumnos de la universidad y trabajando desde el mirador de la casa natal de Juan Ramón Jiménez
Imagen secundaria 2 - Junto a sus compañeros de estudios (es el primero de arriba a la izquierda). En las fotografías de abajo, una caricatura realizada por sus alumnos de la universidad y trabajando desde el mirador de la casa natal de Juan Ramón Jiménez
Junto a sus compañeros de estudios (es el primero de arriba a la izquierda). En las fotografías de abajo, una caricatura realizada por sus alumnos de la universidad y trabajando desde el mirador de la casa natal de Juan Ramón Jiménez H24

-Diseñas la bandera y hasta eres el encargado de buscar nombres para las calles.

-Gusté de nombrar las calles con nombres de flores, de animales... excepto en los nuevos ensanches, donde quisimos homenajear a los pioneros de Punta Umbría, ingleses sobre todo, pero a don Guillermo Sundheim también, que fue el que se llevó a toda la colonia extranjera a este paraíso que se llama Punta Umbría. Y te voy a contar un asunto que no deja de ser divertido. Cuando acometí el nombre de animales, a una calle le tocó el nombre de Víbora, pero los vecinos protestaron y hasta enviaron una carta al Ayuntamiento porque no les gustaba en absoluto vivir en la calle Víbora, así que recogimos el sentir de los vecinos y le cambiamos el nombre, de víbora pasó a colibrí. Desde luego el cambio fue radical.

-La independencia de Punta Umbría se dejó querer.

- Ya te digo. El decreto estaba firmado, y nada menos que por Franco, desde el 59, pero no fue efectivo hasta cuatro años después, tras superarse los recursos interpuestos por el Ayuntamiento de Cartaya.

-Tienes a tu pueblo en la memoria, qué es lo que más te ha llamado la atención de todos estos años.

El progreso. El nivel de vida de los vecinos ha subido una barbaridad, pero me refiero a la gente del pueblo, a la que primero vivía alrededor de la torre de almenara, al amparo de un cuartel de carabineros y luego a toda esta zona que está a nuestras espaldas. Donde nada tienen que ver estas viviendas, estos servicios o estas calles con las de hace medio siglo. Ahora Punta Umbría, entre la pesca y el turismo, es un pueblo próspero. Eso es lo que me llama la atención y esto es con lo que me quedo, con el progreso y el bienestar de sus gentes.

"He pasado inolvidables jornadas en excavaciones arqueológicas por toda la geografía provincial, desde Saltés hasta el castillo de Paymogo, La Rábida..."

Hemos quedado mirando el horizonte más allá del río de Punta Umbría que tantas veces ha cruzado a nado Fernando Barranco Molina, onubense con el corazón repartido entre su patria chica y el amor de su vida, una Punta Umbría que le distinguió hace un par de años en el aniversario de la independencia de Punta Umbría.

Para ello ha bastado su dedicación durante tantos años al pueblo que lleva prendido orgulloso en su corazón. Miembro de la Real Sociedad Colombina, de la Academia Iberoamericana, y profesor asociado de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Huelva, en la actualidad escribe, como ha hecho siempre, en la prensa local, repasando a toda la gente interesante que ha pasado por su vida, a tenor de los tres volúmenes publicados, mucha y buena gente, como él un tipo genial que, después de un rato los dos en silencio, mirando el río, las islas y al fondo el estuario del río Tinto, musita lo bonito que es todo lo que tenemos delante de nosotros. Se le dibuja una sonrisa en el rostro mientras la mirada la sigue teniendo perdida en el horizonte. Qué bonito es todo esto. Desde luego, Fernando, qué bonito y qué bueno que nos lo cuentes en tus libros.

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