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El pueblo al que tienes que ir para escapar del mundo está en Huelva: tiene 500 habitantes, calles empedradas y está rodeado de naturaleza
El paseo por el casco urbano es en sí mismo un viaje al pasado
El pueblo de la Sierra de Aracena que los propios onubenses recomiendan para visitar: «Mirad qué calles más bonitas»

En pleno corazón del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche se esconde Linares de la Sierra, un municipio de apenas 500 habitantes que se ha convertido en refugio para quienes buscan calma y contacto directo con la naturaleza. Sus calles empedradas, adornadas con los tradicionales losaos que decoran las entradas de las casas, y sus alrededores cubiertos de bosques de encinas y alcornoques lo convierten en un lugar perfecto para una escapada de fin de semana lejos del ajetreo urbano.
El paseo por el casco urbano es en sí mismo un viaje al pasado. La Iglesia de San Juan Bautista, la plaza de toros integrada en la plaza principal y las fuentes repartidas por sus rincones forman parte de la identidad local. El conjunto urbano mantiene la esencia de la arquitectura serrana, con fachadas blancas, calles estrechas y detalles artesanales que aportan un encanto único.
Un pueblo envuelto en naturaleza
El entorno natural convierte a Linares en destino privilegiado para los amantes del senderismo y las rutas en bicicleta.

Desde el pueblo parten caminos que conectan con localidades cercanas como Aracena o Alájar, atravesando paisajes donde se funden dehesas, arroyos y sierras. En estas rutas, no es raro encontrarse con fauna autóctona y disfrutar de la tranquilidad del Parque Natural.
Alejado de la masificación turística, Linares de la Sierra mantiene un ritmo sereno y acogedor. Su patrimonio, la naturaleza que lo rodea y su cocina ligada a la dehesa lo convierten en un destino ideal para recargar energía, respirar aire puro y desconectar del mundo durante unos días.
Una gastronomía con sabor a dehesa
Uno de los grandes atractivos de Linares de la Sierra es su gastronomía, marcada por el producto estrella de la comarca: el cerdo ibérico de bellota. En los bares y restaurantes del municipio es posible degustar jamón, lomos, chorizos y carnes ibéricas, que reflejan la riqueza de la dehesa.
A ello se suman platos tradicionales como las migas serranas, el revuelto de setas en temporada, la caldereta de cordero o las sopas de pan. Los guisos se elaboran con ingredientes de proximidad, reforzando el vínculo entre la cocina y el entorno.
En los meses fríos, cobran protagonismo las recetas de cuchara y, para endulzar la visita, nada mejor que probar las castañas en almíbar o los dulces caseros de influencia andaluza. Además, muchos restaurantes y alojamientos rurales combinan tradición con propuestas innovadoras, ofreciendo una experiencia gastronómica que marida a la perfección con la calma del lugar.