Lunes Santo

Tres Caídas levanta Huelva a su paso

23.43 h. La cofradía del Polvorín deleitó con el majestuoso y pletórico caminar de Nuestro Padre Jesús de las Penas en sus Tres Caídas y el esplendoroso palio María Santísima del Amor, sagrados titulares que levantaron el alma a los cofrades su paso y arrastraron a las masas, especialmente para la subida Cristo de las Tres Caídas. Una vez más éste fue un momento espectacular y único en la Semana Santa, donde los pasos navegaron entre una marea humana.

Tres Caídas levanta Huelva a su paso

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El optimismo triunfó en el Polvorín y la Hermandad de Tres Caídas disfrutó de la luz de Huelva tras dejar su templo y la amenaza de lluvia, que no pudo con las ganas de todo un barrio de ofrecer a toda la capital lo mejor sí mismo. El imponente paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de las Penas en sus Tres Caídas pudo gustarse en su caminar característico y único, se dejó querer querer por la gente que lo esperaba y lo anhelaba en un recorrido triunfal por una ciudad que se rindiço a su paso y su majestuosa presencia. Tras sus paso fue la Virgen del Amor, espledondorosa, con las lágrimas perlando su rostro, un radiante exorno blanco y flores talladas en cera, con el manto verde esperanza a a su estela, luciéndose bajo un cielo cada vez más azul.

Tres Caídas levanta Huelva a su paso

No era así minutos antes de la hora prevista para la salida. Un cielo nuboso, pero no cubierto, con las nubes entrelazándose de modo amenazante, sembraban dudas y llegaban las noticias de que en La Orden y la Hispanidad El Perdón y el Cautivo habían aplicado la prudencia y retrasaban sus salidas. La junta de gobierno se reunía y meditaba y en las afueras del templo se sentía que el día podía ser complicado, pero había esperanza en que todo cambiara. Y cambió, los alrededores se poblaron de fieles del barrio y venidos de toda Huelva esperando lo mejor y la Hermandad, sobre las cinco de la tarde, decidió ponerse en camino cuanto antes y afanarse en  recuperar el tiempo de demora durante el recorrido antes de que quedaran sin recompensa las horas de trabajo y dedicación puestas por tanta gente, desde pequeños a mayores, que anhelaban ser parte del regalo de un barrio a la Huelva por conquistar con su marchamo cofrade.

Los tramos de nazarenos con capas verdes se desplegaron en la multitud flanqueando el camino, con sus capirotes señalando el cielo, y tras ellos los ciriales anunciando la llegada del Señor, Nuestro Padre Jesús de las Penas en sus Tres Caídas. La primera levantá del paso de misterio se la quiso dedicar el capataz Fabián Tello a los 28 niños que ejercían de monaguillo en la procesión, pues hay que cuidar el futuro, dijo. Después accionó el llamador para producir un sonido y rotundo, no sin antes advertir a su cuadrilla que vamos a hacer las cosas con talento, poco a poco.

Y así, con cuidado y esmero, con pasos cortos y seguros, el paso maniobró para encontrarse con el recibimiento de la marcha real y los aplausos de la gente que abarrotaba la calle Presbítero Pablo Rodríguez. Los costaleros salvaron el dintel de la puerta del templo y ganaron la luz de un día inestable. Después un servidor de la hermandad colocó el casco al romano y el trozo de la Cruz del Señor para apuntillar los detalles de una estampa icónica de la Semana Mayor Onubense.

Tres Caídas levanta Huelva a su paso

Sobre los cimientos del gran canasto del paso, que será restaurado próximamente, apoyado sobre un monte de claveles rojos, vibrantes sobre el dorado, la escena de Jesucristo en su tercera caída se presenta como nueva al volver a causar impresión en quienes la contemplan. El Señor sostiene el madero con su brazo y hombro izquierdo y tiene la mano diestra y una rodilla en tierra. La postura es entre cayendo y despegando, aceptando el destino y mostrando cómo afrontarlo, ejemplificando que siempre nos podemos levantar tras caer. Mira a su derecha a la Verónica y como con el rabillo del ojo siente el aire del gesto del brazo armado del romano dispuesto a fustigarle. El cirineo, figura que cumple 60 años, aguarda en su función de auxilio.

La misma función han tenido durante 69 años fundadores y descendientes de la hermandad, a los que se ha sumado mucha gente. Pues el capataz Fabián Tello quiso acordarse de aquellos hombres jónenes que dieron el primer paso, entre los que hace unos meses se fue al cielo Fermín Tello alma y vida de esta cofradía, que en el cielo tendrá el palio bien montado y al Señor bien vestido y seguro que se está asomando desde los balcones. La levantá, tan sentida, fue el modo de acercarle el señor al cielo para ponerle bien la corona. El justo reconocimiento podría hacerse extensible a la dinastía de los Tello, una familia muy vinculada y de gran servicio permanente a la hermandad. Otra levantá fue a la cuadrilla que más arte tiene del Polvorín, la del Cristo del Amor. 

Con la fuerza que transmiten los sones de la Banda de Nuestro Padre Jesús Nazareno el paso de Tres Caídas avanzó con decisión por la Avenida Federico Molina y Alameda Sundheim, haciendo de su caminar firme un avance nada monótono, sino majestuoso, poderoso y ágil, a paso tambor.

Tres Caídas levanta Huelva a su paso

Sobre las 17.36 horas se produjo la primera levantá del paso de palio de María Santísima del Amor, con la señal de luto por Fermín Tello, dedicada a Paco Reyes 'Afri'. La Señora deseaba salir a la calle también para hacer honor a su nombre y dar y recibir amor a sus fieles, para peinar con almas con sus mecidas, para sembrar emoción en las pupilas y recoger de tantos corazones una orquestada oración. 

Diez minutos más tarde comenzaba a materializarse la experiencia, besando ya los rayos del sol el paso, con la marcha real desenvolviéndose en el aire, como el perfume mezclado de claveles blancos y cera, que realzaban la bella imagen de María Santísima del Amor, que se levantó por la Hermandad de la Cena, antes de poner rumbo hacia el centro de Huelva, para agitar y calmar a la muchedumbre a su paso y adentrarse en el centro.

Lluvia de flores enamoradas

Tras el ritmo vivo impuesto en las largas avenidas que llevan a interior de la ciudad, la cofradía tomó la calle Berdigón y al virar a la izquierda bajó por una calle Garci Fernández repleta cofrades apostados para recibirle. Meciéndose con un movimiento medido y armónico, regaló a los presentes un momento de perfecta factura del trabajo de la cuadrilla, que plantó al Señor ante las hijas de Santa Ángela. Su oración cantada reportó fuerzas a la hermandad, que después viró para buscar la casa hermandad de la Esperanza, con un nutrido grupo de personas cangrejeando para no perder detalle de cómo los costaleros del Señor le hacían navegar por las calles aceradas con fieles.

Sobre las ocho menos veinte pasó por allí María Santísima del Amor, acariciada por la luz de su candelería totalmente encendida, sustituyendo en su proximidad al sol que se alejaba. Su caminar primoroso se vio aderezado por una intensa lluvia de flores, que besó su palio, acarició bambalinas y penentró entre los varales, 'mojando' con pétalos enamorados también a la gran número de gente que la escoltaba estrechamente. Tras las dulces voces de las Hermanas de la Cruz, sonaron Amargura y Madrugá mientras casi temblaba rodeada de emoción, redecorando el entorno por las calles Nuestra Señora de la Esperanza, La Paz, Rábida y Vázquez López.

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Bonita entrada en carrera oficial 

Siguiendo la estela del paso de palio de María Santísima de la Misericordia se adentró la cruz de guía de Tres Caídas en la carrera oficial, donde su paso de misterio hizo una larga revirá que desató muchos aplausos viniendo de la calle las Bocas, donde entre una nube de incienso en la que resaltaba una luz amarillenta, se abrió paso María Santísima del Amor, que solemne y gloriosa puso imagen a los sonidos de 'Salve Amor', interpretada por la Banda de Nuesta Señora del Rosario de Sanlúcar la Mayor. Cumpliendo con el horario inicialmente previsto, confirmando la promesa de recuperar el leve retraso de la salida, la hermandad dejó un buen sabor a la hora de realizar su estación de penitencia.

Acabando la carrera oficial la multitud ganó metros en el recorrido a seguir por la hermandad y comenzó a poblarse vertiginosamente la Cuesta Cristo de las Tres Caídas, un punto esencial para entender el enorme prestigio del que goza esta hermandad, donde la comunión entre fieles y titulares se hace estrecha, directa, donde la emoción sale a borbotones de la piel entre las apreturas que se forman en la muchedumbre. 

Tres Caídas levanta Huelva a su paso

La chicotá más intensa

Y bajo el paso un esfuerzo ímprobo de una cuadrilla valiente, que no ha tenido suficiente con cautivar a fieles a su paso, con regalar una multitud de momentos inolvidables, con hacer bailar al Señor en su paso, con conferirle expresión, un caminar único, un marchamo que lleva el nombre de su barrio del Polvorín. Porque en esta cuesta los héroes del costal libran su batalla más dura y dan el do de pecho, ponen a mil su corazón y disfrutan el sufrimiento enérgico que imprimen a una marcha que la Huelva cofrade premia con continuas rachas de aplausos. 

Y sin apartar la mirada del Señor que ya no volverá a caer, que no hace más que subir y subir, en un caos ordenado, sus fieles cangrejean ante él, caminan de espaldas al compás para disfrutar los instantes únicos, tan esperados de sentir como si lo llevaran, como si tiraran de él, o viceversa, sintiendo un palpitar potente que abraza el alma con fuerza.

Igualmente espectacular fue repetir la subida con María Santísima del Amor, con quien se reveló esa especie de éxtasis que supone acompañar a la Señora, buscar su rostro entre las luces y retener su expresión en las pupilas mientras todo se continúa moviendo, con los caireles musicando los varales en los repetitivos impactos, con el viento azotando las llamas de los cirios y el palio bamboleándose elegante y con ritmo. A todo eso se sumó el rezo cantado de la Salve de 'Encarnación Coronada' flotando en la noche y la posterior marcha 'Pasan los campanilleros', piezas antológicas para instantes que uno no se cansa de vivir.

No tan intenso pero también especial fue el paso de las siluetas de la cofradía por las callecitas de la Huerta Mena tras el recibimiento que le aguardaba en la parroquia de San Sebastián. De allí, el lento tránsito a los dominios del barrio, donde tras compartir con toda Huelva su tesoro, tocaba disfrutarlo con íntimidad, con calma, sin prisa ni pausa, para que quede el gusto latente otro año más, impregnando cuerpo y espíritu del modo más natural y sencillo, siendo cofrade en el Polvorín.

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