MIÉRCOLES SANTO
Santa Cruz, silencio desde La Merced
19.54 h. La multitud calló para que Jesús de la Providencia y María Santísima Madre de Gracia impusiesen su sobriedad ante La Merced. La Hermandad de la Santa Cruz fue la última en echarse a la calle en esta jornada de Miércoles Santo, ofreciendo el contrapunto en una tarde marcada por el duelo de reinas y el aroma a barrio cofrade.

Sobria e imponiendo su silencio,en contraste con lo que apenas unos minutos antes se había vivido en el mismoescenario. Con la alegría de El Prendimientoa apenas unos metros desfilando por el paseode Independencia, las puertas de la SantaIglesia Catedral se abrían para insinuar lo que estaba a punto de echarse ala calle.
Un cortejo ordenadoy con muchos pequeños antes de los acólitos con sus ciriales anunciaban que la Hermandad de la Santa Cruz procedía amostrarse en el porche catedralicio. “De frente poco a poco”, ordenaba el capataz, Manuel Asuero Espín, a sushombres, que portaban en volandas el misterio, balanceando el Santo Sudario.

El silencio se hizo en LaMerced. Ni una voz se alzó frente a las maniobras de la cuadrilla que,rápido y sin apreturas, pronto mostró el misterio ante todos. Con un exornofloral morado y rojo, Jesús de laProvidencia es recogido en el sudario, ante la mirada dolorosa de su Madre,en esta ocasión representada como MaríaSantísima Madre de Gracia. Tan solo la música de capilla adornaba laestampa, sobrecogedora, sobria sí, pero también bellísima.
Pronto, y tras un giro tan limpio como la salida, la SantaCruz emprendía su camino hacia la Placeta,donde está llamada a ofrecer el contrapunto a una jornada marcada por el duelo de reinas, las marchas y el aroma a barrio.

Una templanza que, desafortunadamente, y ante el temor a que los peores presagios se cumplieran, se vio interrumpida antes de tiempo. Poco antes de las diez de la noche, cuando más brillaba el espectacular manto bordado en oro de Madre de Gracia a la luz de los faroles, la hermandad decidía acortar el recorrido y emprender el camino de vuelta a La Merced, algo antes de lo previsto, ante el inminente riesgo de chubascos importantes.
Con paso firme, la cofradía se dirigía otra vez hacia ese porche catedralicio que la admiraba a su salida, y en el que volverá a brillar con luz propia, si las condiciones meteorológicas lo permiten, en la próxima semana de Pasión.