Jueves Santo

Buena Muerte recorre su senda de duelo

23.48 h. La cofradía agustiniana procesionó por el agitado centro de Huelva imponiendo respeto y luto, personificados en las penetrantes imágenes del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Madre de la Consolación y Correa en sus Dolores, que extendieron un manto de recogimiento a su paso.

Buena Muerte recorre su senda de duelo

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Huelva

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Un Jueves Santo nublado, con pájaros rondado el cielo y viento revoltoso por el centro de Huelva, así como una calle Tres de Agosto con mucha gente esperando y otra moviéndose calle arriba y abajo, era el escenario callejero al que venía a desembocar la Hermandad de la Buena Muerte. Desde la calle Palos la Cruz de Guía y los nazarenos alcanzaban la Palmera y caían a esa calle hacia la plaza de las Monjas, para que posteriormente se uniera a ellos desde la puerta lateral del Convento de las Madres Agustinas el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que ha sido sometido a una restauración. 

Buena Muerte recorre su senda de duelo

Como es tradicional, el paso de caoba dominicana cruzó el dintel de la puerta de modo ajustado y con el Señor enterrado hasta el pecho en un monte de claveles de un color rojo intenso, desde donde emergió después para desde lo alto de la Cruz dar testimonio de su muerte, imponiendo un respetuoso luto dentro de la agitación de una jornada festiva en la capital onubense. Esta vez, después de varios años, lo hizo en lugar de en silencio con los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Cristo de la Expiración.

Con el semblante de haber sido abandonado por la vida, inerte y aparentemente vencido, con los ojos cerrados, la cabeza ladeada hacia la derecha, sobre la gran herida de su costado, empapado en sangre, el Señor, envuelto por un halo lúgubre, custodiado desde las cuatro esquinas por ángeles plateados, comenzó a ganarse con sus pasos el respeto de la Huelva cofrade, transmitiendo serenidad ante su fatal destino. El capataz pidió a su cuadrilla la ejecución de una levantá por su padre, fallecido y del que ya disfrutan en el cielo, que recibió un cálido aplauso de los presentes.

Bajo un cielo más apagado en luminosidad, minutos después a las puertas del Convento de Santa María de Gracia aguardaban colocados los ciriales del paso de Nuestra Madre de la Consolación, que apareció enlutada, sin corona y en soledad, con las palmas de las manos abiertas hacia a ella, y la mirada elevada hacia un madero solitario, en el que ondea el sudario que envolvió a su hijo hasta su muerte. 

El silencioso lloro de su corazón de madre musita una palabra apenada por la pérdida, cuyo eco se dilata en su herida, Consolación, presente en su recorrido sobre un paso sin palio, plateado y cubierto de flores blancas.

Buena Muerte recorre su senda de duelo

Vázquez López abajo, Gobernador Alonso, Hernán Cortés y Bocas fue el trayecto de la Hermandad de la Buena Muerte hasta alcanzar la carrera oficial. Allí las potentes luces de la iglesia de la Purísima Concepción contrastó con el semblante oscuro de los nazarenos vestidos de luto de la cofradía y el velo tenebroso y austero que envuelve al Señor, fascinante al revelarse nítido su rostro al contemplarse de cerca, a la luz de las luminarias más próximas. 

La Buena Muerte alcanzó su templo minutos antes de las once de la noche con la Cruz de Guía y los primeros tramos de nazarenos, las cruces de penitencia, a los que siguió el paso del Cristo, que con las tenues luces de la calle apagadas, avanzó sigiloso entre los cofrades que esperaban su llegada desde la Palmera a Tres de Agosto. Guardándose silencio, el paso se fue cuadrando tras subir la pequeña rampa. Entonces, el Señor volvió a besar los claveles que había tenido a los pies durante todo el recorrido, para enterrarse en ellos y regresar al cobijo de su templo. Después fue el turno de Nuestra Madre de la Consolación y Correa en sus Dolores, que se sintió menos sola ante la cruz después de haber tenido la compañía de la Huelva cofrade. Habían sido unas cuatro horas de tránsito por el centro de la capital, haciendo gala de compostura, imponiendo recogimiento y luto a su paso, para completar otra noche de Jueves Santo repleta de momentos cofrades intensos.

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