Un traslado para la historia de la Hermandad de la Salud como previa a la Magna Mariana de Huelva
La Virgen de la Salud, titular de la cofradía del Martes Santo, ya marcha hacia la Ermita de la Soledad desde donde saldrá el próximo día 20 para participar en la procesión jubilar diocesana
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Jornada histórica la vivida por los hermanos de la Hermandad Sacramental de la Salud. Una hermandad que se ha desbordado de amor por su titular mariana y que ha ofrecido a toda la ciudad la mejor de las previas a la procesión Magna Mariana que vivirá esta tierra justo en dos semanas.
La Virgen de la Salud pisaba las calles de Huelva en esta fresca tarde del 6 de septiembre para abandonar por unos días su barrio de Pérez Cubillas y dirigirse al corazón de la ciudad, buscando acogida momentánea hasta el próximo día 20 en la céntrica ermita de la Soledad. Como si de uno de los últimos Martes Santo se tratara, el sol que a primera hora de la mañana resplandecía sobre el cielo onubense se cubría de nubes a medida que avanzaba la tarde, soplando una agradable brisa a la hora de iniciarse el largo traslado. Numerosos cofrades se agolpaban a las puertas del anexo parroquial de San Francisco de Asís, aguardando la salida de la Virgen de la Salud.

Reina de la Gañanía
Una salida que quedará grabada a fuego en la memoria de los hermanos de la Salud y todos los vecinos del barrio, que desde hace semanas vienen trabajando para que la Huelva cofrade recuerde esta fecha. Tardes de trabajo en la hermandad para tener todo a punto para la jornada de hoy. Las calles de Pérez Cubillas lucían como en sus mejores días, con cadenetas de flores de papel que cubrían el cielo, gallardetes con la «fuente de salud» colgando de sus farolas y con un sinfín de colgaduras y pancartas prendidas a las ventanas y balcones de las casas de un barrio que late al ritmo de su hermandad.
La cruz alzada abría marcha a un cortejo integrado por hermanos portando cirios y en el que lucía de estreno el nuevo lábaro sacramental que la cofradía bendijo días atrás. Las hermandades de la feligresía de San Pedro, a donde llegaría al caer la noche la santísima virgen, acompañaban también a los hermanos del Martes Santo, cerrando la comitiva la junta de gobierno acompañada por la alcaldesa de la ciudad, Pilar Miranda.
A los sones del himno nacional interpretado por la Banda de Música Albricias de El Cerro de Andévalo la Virgen de la Salud salía a la calle acompañada de una sonora ovación de los muchos cofrades que querían vivir en persona este momento tan especial. Lágrimas de alegría entre los vecinos que soltaban los primeros vivas a su virgen nada más pisar la calle. Apoteósico fue el discurrir de la hermandad por la cercana calle Río Bidasoa, junto a la recién estrenada casa hermandad de la cofradía. Flores de papel y pancartas con el lema «Reina de la Gañanía» cubrían el cielo mientras que a los pies, una alfombra de sales con la leyenda «Fuente de Salud» decoraba la calle al paso de la dolorosa. Cantes por sevillanas, recuerdos a los antiguos vecinos del barrio y pétalos que llovían desde las ventanas de las casas remataron uno de los momentos más intensos del traslado.
Pero no solo Pérez Cubillas lucía engalanado. Los hermanos de la Hermandad de la Salud, del más joven al mayor se han encargado en la última semana de hacer notar la presencia de su virgen por todas las calles del recorrido. Por las calles de Isla Chica, Viaplana o la misma Jesús de la Pasión, a las puertas de la Ermita de la Soledad se hacían ver las flores de papel y las pancartas con letanías que los hermanos de la cofradía han preparado con esmero para este día tan especial.
La Virgen de la Salud lucía de gloria, sobre el paso de orfebrería de la Virgen de Consolación cedido por la Hermandad de la Buena Muerte decorado con un variado exorno floral en tonos blancos, rosas, salmón y azules, en el que no faltaban ni pequeños pajaritos en sus bouquets. La dolorosa se elevaba sobre el escabel del mismo material perteneciente a la Virgen de la Esperanza de la Redondela y vestía para la ocasión saya realizada por Grande de León y el antiguo manto de la Virgen de la Paz de los Mutilados. Sobre sus sienes portaba la corona de la Virgen del Amor de Lepe.