Para muchos onubenses, el nombre de Pilar Martínez Cruz no será más que el de un colegio de Huelva, pero el mismo esconde un caso que otros tantos recordarán, tras haber conmocionado a la ciudad y en especial a la comunidad educativa hace ahora 40 años.
Y es que el 23 de marzo de 1984moría asesinada a manos de un ex alumno que días antes ya había intentado agredirla la profesora Pilar Martínez Cruz, de apenas 36 años y madre de dos hijos de ocho y seis.
«Asesinada la jefe de estudios de Magisterio». Ese era el titular que rezaba al día siguiente en la portada del desaparecido periódico Odiel, que contaba que los hechos sucedieron el día anterior alrededor de las 12.00 horas, cuando la profesora, que ocupaba también la Jefatura de Estudios de la Escuela Normal de Magisterio, fue atacada por el ex alumno en su despacho, «de donde salió mortalmente herida».
Aunque la profesora fue rápidamente auxiliada por varios compañeros y alumnos que se encontraban en la Escuela en ese momento y llegaron a trasladarla al hospital Manuel Lois, a escasos metros de distancia, falleció a los pocos minutos a causa de la herida provocada por un arma blanca en su costado izquierdo.
Madrileña de nacimiento, Martínez Cruz era profesora titular de Psicología en el centro onubense, dependiente aún en aquellos tiempos de la Universidad de Sevilla, cuyo rector se trasladó rápidamente a Huelva tras conocer los hechos.
El agresor, un ex alumno
Apenas una hora después del crimen que le costó la vida a la profesora fue detenido como autor del mismo un ex alumno, que dos años antes había finalizado la carrera de Magisterio y «días atrás había solicitado a Pilar Martínez Cruz bibliografía para realizar trabajo de investigación educativa y, al parecer, se había comportado de manera violenta en su trato con ella», según recoge el mencionado periódico.
El homicida padecía, según se sentenció posteriormente, esquizofrenia paranoide y en el momento de los hechos, cuando se dirigió al despacho de la profesora con un cuchillo que había cogido de la cocina de su casa, tenía enajenadas sus facultades mentales.
Esta circunstancia motivó una sentencia absolutoria en abril de 1985, después de algo más de un año internado en el centro psiquiátrico de la cárcel de Carabanchel.
Conmoción entre la comunidad universitaria
El suceso provocó una profunda conmoción entre la comunidad universitaria onubense, en la que Pilar Martínez Cruz era una persona muy querida, especialmente entre sus compañeros y el alumnado.
La capilla ardiente se instaló en la propia Escuela de Magisterio, que además suspendió sus clases durante varias jornadas en señal de luto. Hoy, un colegio la ciudad lleva el nombre de la profesora para mantener vivo su recuerdo.
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