carta al director

Empapado por el autobús

Quiero denunciar públicamente un hecho ocurrido en la mañana de hoy en Huelva capital que atenta de forma grave contra la convivencia normal entre ciudadanos, un acto incivilizado y ruin llevado a cabo por un trabajador del servicio regular de autobuses urbanos Emtusa.

Huelva24

Huelva

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A las 7.11 am de la mañana del 7 de marzo de 2013 a la altura de la avenida de Italia nº 25 me dirigía a mi trabajo en la Biblioteca y, como estos días atrás, llovía. La carretera, a esa altura, tenía varios charcos, uno especialmente ancho, algunos de ellos llegaban hasta la mitad de la calzada. Entonces, ante una calle totalmente vacía tanto de peatones como de otros vehículos, uno de los autobuses que a esa hora realiza el servicio pasó a mucha velocidad y muy pegado a la acera sin ninguna necesidad, cogiendo de lleno el profundo y llamativo charco y elevando una cortina de agua de tal tamaño que empapó toda la calle cogiéndome de lleno, a pesar de que llevaba paraguas, desde la altura de la oreja hasta los pies.

Uno, en días como éstos, no puede esperar que algún autobús que vaya más o menos rápido pueda mojarte de agua los tobillos, es inevitable, no nos vamos a quejar de eso, pero lo que es de una vileza en máximo grado es que se haga a propósito, con tan mala fe y con tal calibre. Llevo toda la mañana sin quitarme el sabor 'a calle' que irremediablemente me ha pegado el permanecer con mi cara completamente mojada tras el completo baño al que ésta persona me obligó. Me he lavado en mi lugar de trabajo, ya que no he querido llegar tarde ni dejar que la actitud de este personaje condicione mi vida, pero por supuesto lo voy a denunciar.

A veces, ya que es una calle a otras horas muy concurrida, y paso con mucha frecuencia, no he tenido más remedio que poner pie en la carretera para dejar paso a cochecitos de bebés u otras situaciones de atasco y he podido comprobar como autobuses que transitan por la avenida pasan a veces completamente pegados y casi te rozan sin ni siquiera avisar con el pito ni inmutarse habiendo tenido tiempo y constancia para ello. Ya me he llevado algún susto, pero son horas a las que que puede disculpar el tráfico y en cualquier caso siempre la imprudencia ha sido mía por echar pie en el terreno de otros; ya estoy prevenido y sé de la pasividad de estos señores conductores. Pero lo de hoy está fuera de toda justificación y excusa.

Sé que el autobús número 8 no era el causante, pues acababa de entrar en la avenida de Italia por el Punto; este autobús sí iba situado a mitad de calle y a una velocidad moderada, como es normal. Tampoco lo era el autobús anterior, que estaba en la primera parada de la avenida de Italia por el Punto y del que no me fijé en su número pues aún estaba completamente enfadado y cariacontecido. Concretamente era el anterior a estos dos y el que pasaba a esa hora por ese número de la avenida.

Sé que ante estos cobardes hechos sólo cabe el pataleo, mi rabieta, y aguantarme con mi ropa sucia y mi bochorno. Como mucho esto servirá para que se diga un corporativo “oye ten más cuidado otro día”, pero quiero al menos denunciar públicamente que, precisamente cuando más debe haber un espíritu de ciudadanía y compromiso para con el prójimo, no existan personas con traje oficial y reglamentario ofreciendo una labor pública indispensable con tan mala fe y falto de la más mínima de las consideraciones, sino hartos de malicia.

A mí este sabor y repugnancia que tengo aún cuando escribo ésto me durará toda la mañana, no más, las ropas las lavaré al llegar a casa; pero tu actitud, conductor ruin, te perseguirá siempre, así como desgraciadamente mi imagen sobre tu colectivo y empresa, y que no voy a decir con que rima aunque sea lo único que se me viene a la cabeza.

Mariano Pascual del Pobil Rodríguez

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