CARTA AL DIRECTOR
¡Son las paredes, estúpidos!
En 1992, en plena vorágine electoral Clinton-Bush, James Carville estratega de la campaña de Clinton presentó a nivel interno un cartel con tres puntos entre los que destacó lo siguiente: “La economía, estúpido”. Esta frase llegó a convertirse en una especie de eslogan interno con gran éxito. Posteriormente ha llegado a ser una expresión muy popular que destaca lo esencial en determinadas situaciones, ya que a veces, ante los problemas, las obviedades pasan por alto a todo el mundo hasta que llega alguien para demostrar lo ciegos que han estado.

Hace unos días algún servicio de mantenimiento del Ayuntamiento se puso a repintar las paredes llenas de grafitis y demás pintadas de la Plaza Maruja Manrique, justo encima del llamado parque de la Joya. Sin duda alguna estas pintadas afeaban la zona, volviéndose muy desagradable siquiera pasar por ellas. Están repintando las paredes de ladrillo visto de un color asalmonado, muy diferente al del propio ladrillo, y se nota mucho. El trabajo aún no está terminado, quedan la parte trasera, las zonas más altas y las columnas, además de los propios bancos de hormigón visto, tan destrozados como las propias paredes. Han tenido que pasar varios años para que se hiciera algún movimiento al respecto, ya que el deterioro de la zona es patente desde la misma construcción de esos elementos urbanos. Aún no he encontrado a ningún vecino de la zona que me haya explicado para qué sirve ese pseudo-anfiteatro, tampoco he leído en el periódico a ningún político o responsable público del Ayuntamiento que explicase la utilidad de esa zona ante algún evento cultural. Y no la he encontrado por una razón muy simple: porque no la hay.

No existe razonamiento alguno, ni arquitectónico ni urbanístico ni cultural que explique la desatinada decisión de construir este horror urbano al lado del parque de la Joya. No se alcanza a entender quién demonios decidió poner unas paredes en mitad de una plaza, que por si no se habían dado cuenta actúan como una gran lienzo para aquellos que les importa un rábano pintarrajear los elementos públicos. Y el responsable de esto no es otro que el propio consistorio local al mando de Pedro Rodríguez. Puede que sean unos chavales con muy poco sentido artístico los que pinten las paredes pero el máximo responsable de que esta zona se haya convertido en un vertedero visual (además de un botellonódromo) es el propio Ayuntamiento. La utilidad por la que se proyectó este anfiteatro con sus paredes al fondo desapareció hace ya muchos años junto con el sentido común de los que lo diseñaron.
¿Por qué pintan unos adolescentes mal educados la Plaza Maruja Manrique? La respuesta es tan sencilla como la frase de James Carville, porque existen paredes. ¡Son las paredes, estúpidos! Grito yo ahora en un momento en el que el ayuntamiento, en un alarde de genialidad, ha vuelto a ponerles un lienzo en blanco a aquellos que se habían quedado sin huecos para destrozar los bienes públicos. ¿Cuánto ha durado esta tregua? En cuestión de uno a dos días la Plaza Maruja Manrique amanecía con nuevas pintadas sobre la solución asalmonada propuesta de este ayuntamiento. Si no se puede cambiar el civismo de los ciudadanos, pocas cosas requieren de una solución tan sencilla como evidente, por favor, quiten y demuelan estas paredes. El Consistorio onubense, ha creado un problema (una zona inútil y paredes en mitad de la calle que la gente pinta), mira para otro lado y no lo soluciona. ¿Por qué? Hay tres posibles respuestas, porque no sabe, porque no puede o porque no quiere. Cualquiera de estas respuestas es un sinónimo del quehacer de nuestro querido Ayuntamiento. Ninguna de esas respuestas me gusta, ninguna me satisface, pero parece que el ayuntamiento y los chavales grafiteros están muy contentos y les va muy bien. Hace poco uno de ellos le ha dado un regalo al otro.

Miguel Angel Durán.