La misma mirada al futuro desde las incertidumbres de siempre

Fernando Jáuregui junto a Paco Reyero en el acto celebrado en la Diputación de Huelva h24
Bernardo Romero

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Los climas de sabana son como son, seis meses secos y otros seis en los que no para de llover. El de Huelva viene a ser parecido, hacía meses que no llovía y estas aguas que nos han venido a deshora nos han dejado si no estupefactos, si algo así como alegremente sorprendidos. Desde luego no era la de ayer una tarde para salir de casa, sino para ver como detrás de los cristales llueve y llueve e incluso sobre los chopos medio deshojados. En la Gran Vía, a las puertas del palacio de Sedano, donde Jáuregui presentaba su último libro, ayer a las ocho de la tarde, llovía. Poco, pero llovía.

Poco público si somos generosos o demasiado poco si queremos ser veraces. El personal del organismo provincial, algunas autoridades, vigentes y retiradas, algún periodista de la vieja escuela, más cuatro gatos, o cinco si es menester incluirme a mí. Desconocemos si con buen tiempo el personal habría acudido a la presentación de 'El cambio en cien palabras', última publicación del célebre periodista Fernando Jáuregui, o andaría tomando cañas, que queramos o no, suena mejor, sobre todo después de una feria del libro que ha estado la mar de animada.

El periodista cántabro, se plantea el viejo interrogante de cómo será el mundo dentro de veinticinco años. Algo normal, todos nos hemos preguntado eso alguna vez y es por ello que leímos con fruición aquello del mundo feliz, o lo de la fundación y por supuesto el poco afortunado por su mal datado título Nineteen Eighty-Four, 1984 en versión española, otra distopía más sobre la que aún los hay por ahí que pretenden ver en ella la capacidad de anticiparse al futuro de Orwell, cuando el escritor no había hecho más que repetir lo que desde la Antigüedad Clásica el hombre se viene preguntando, aquello de cómo seremos mañana según lo que vemos hoy.

Nunca se observa el pasado para analizar una suerte de evolución que nos daría más pistas, así que surge esta suerte de literatura juvenil que tan de moda estuvo en la primera mitad del siglo XIX, un tiempo de cambios e inseguridades que suelen dar este tipo de frutos, tal como ocurre en los actuales tiempos de cambios e incertidumbres, que han acabado llenando los estantes de las librerías con sesudas obras de personajes tan populares y seguidos como Harari o Byung-Chul Han, por supuesto ambas muy recomendables y citadas por los intervinientes en ua charla que sirvió para presentar una edición que ya Jáuregui es consciente de que no se va a mover lo suficiente por las tan sobrevaloradas como estúpidas redes sociales, ni va a hacer mella en el bono cultural de los jovencitos engatusados en la ucronía harto mediocre de estas tristezas del tik tok y la madre que los parió.

El periodista Fernando Jáuregui junto a David Toscano, el presidente de la Diputación de Huelva h24

No, el recorrido de 'El cambio en cien palabras', llevado a las librerías por Plaza y Janés, probablemente tenga un corto recorrido, sobre todo entre los menores de 45 años, en ese segmento de población que harto de poleo ha decidido dirigir su voto a un señor que se viste con dos tallas menos, pero que les cuenta las verdades que ellos quieren escuchar y además a través de la jodienda esta de las redes sociales, cerrándose así un círculo que algunos ven novedoso e incluso tremendo pero que no viene a ser algo muy alejado de los ministerios de prensa y propaganda que tanto juego dieron a las dictaduras europeas del siglo XX y de los que no nos hemos despegado del todo, siendo ahora una suerte de realidad trasversal en el abultado número de ministerios que tanto estamos disfrutando, sin ir más lejos, aquí en casa.

El futuro se adivina observando el pasado. Pero de esto que debería ser un principio metodológico, suelen adolecer los gurús que se asoman al amplio ventanal del futuro para satisfacerse a sí mismos y de paso a sus semejantes. Uno que es tan solo unos pocos años menor que Fernando Jáuregui, recuerda como desde su más tierna infancia le han venido advirtiendo maestros, profesores, doctores y catedráticos de lo jodido que iba a ser el futuro con tanto invento y tanta hostia. Y puede recordar de manera canónica, el mal tantas veces alertado de la superpoblación, algo que contradice tenaz la tendencia actual del crecimiento natural en la población mundial, con índices de natalidad negativos en todos los continentes a excepción de africano.

Las grandes revoluciones

Las grandes revoluciones siempre han venido bien. El neolítico dibuja una curva rampante en los gráficos de la evolución demográfica global, tal como ocurrió con la Revolución Industrial, generadora de pesimistas como el tal Ned Ludd o el mismísimo Carlos Marx, que no supieron ver que las posesiones de un labrador europeo antes de la denostada aparición de la máquina de vapor, eran semejantes a las de un legionario romano del siglo IV.

En estos tiempos, y dicho sea con todos los respetos, el menesteroso pedigüeño que te regala una sonrisa al darte educadamente los buenos días en la puerta del Mercadona, a veces deja su labor para hablar por el móvil con una familia que tiene a miles de kilómetros. Que hay diferencias sociales es algo evidente, pero que hoy se vive mejor y con un mayor y mejor acceso a los bienes de consumo que hace medio siglo, por supuesto que también. Otra cosa es cómo andan las cabecitas, con datos harto preocupantes, como algunos que comentó de pasada Jáuregui en la presentación de su oráculo en pasta blanda prologado por José Juan Toharia, responsable de Metroscopia, el prestigioso instituto dedicado a la investigación sociológica.

Contra el pesimismo generalizado, asociado a momentos de cambios espectaculares, y en esto Jáuregui sí que se ha fijado, deberíamos recordar que en España y países de nuestro entorno llevemos nada menos que tres cuartos de siglo sin partirnos la cara, justamente desde la II Guerra Mundial. Alguna pista de su libro dio el escritor cántabro en el salón de plenos de la Diputación, mientras fuera caían algunas gotas, no como esta mañana, que ha llovido de verdad, son sus avisos rojos y todo. La charla de Jáuregui, a modo de entrevista televisiva, fue entretenida y cercana ante un público que ya dijimos que fue más bien escaso. Presentó el acto David Toscano, presidente del primer organismo provincial en cuya sede de la Gran Vía se llevó a cabo el acto. La entrevista corrió a cargo del también periodista Paco Reyero.

Varios de los asistentes al acto celebrado en la Diputación de Huelva h24

A eso de las nueve de la noche y de vuelta a casa, seguía lloviendo. Poco, pero algo llovía. En la radio sonaban los Suspiros del moro del maestro Chapí en la voz de Alfredo Kraus, nada menos. Era como si los de Radio Nacional de España Radio Clásica quisieran tranquilizarme tras los augurios, y no lo digo por Jáuregui, sino por los que nos alcanzan desde siempre, hoy, ayer y mañana, y para verificar el aserto de que nos va la marcha de las tristezas y las desgracias, recordemos el final de la romanza a la que puso música el maestro Chapí: Hoy eres más querida / por ser más desgraciada / ¡Ay, mi gentil Granada!

El Homo sapiens lleva la friolera de trescientos cincuenta mil años sobre la faz de la Tierra, pero apenas dos mil y pico como hombre ya algo más sapiens, no demasiado, pero sí que más o menos civilizado, o seis mil si me apuran y me conducen a la aparición de las primeras escrituras. Da igual, poco tiempo. Quedan milenios, si un asteroide incontrolado no lo impide, para que seamos capaces de vivir en paz y concordia, entre nosotros y con el medio ambiente. De aquí a veinticinco años, al margen de los consabidos automóviles sin conductor o el computador personal inserto en el occipital con imágenes reflejadas delante de tu sosegado caminar sobre partículas de polvo en suspensión, nada de particular, todo del Seguro.

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